Vamos con una reflexión distinta. Una sobre los malditos mosquitos, esos insectos que son como el telediario: solo transmiten cosas malas. De hecho, afirmaba el mismísimo Bill Gates, son los animales más peligrosos del mundo.
Me ocurre algo terrible con los mosquitos a la hora de dormir: como alguno pase zumbando cerca de mí, me desvelo automáticamente. No soporto esa inquietud de saber que en algún momento me van a picar, pero lo cierto es que me resbala que me piquen: lo que no aguanto es el zumbidito con el que presumen de ir a hacerlo.
Este verano volví a sufrir esos estragos, aunque pude evitar males mayores gracias a un repelente que pareció funcionar. En Xataka precisamente mi compañero Javier Jiménez hablaba de lo raro que es eso —lo normal es que esos productos no hagan nada—, y de hecho tuve que lidiar con alguna que otra noche en la que el zumbidito me acabó costando un buen rato de sueño.
¿Qué hago en tales ocasiones? Les doy caza. O lo intento, más bien, porque tengo la teoría de que los mosquitos están aprendiendo a esquivarme cada vez mejor. No es nada fácil detectarlos porque se esconden en sitios imposibles que incluso encendiendo la luz siguen ocultándolos.
La tecnología, dicen, puede ayudar. Precisamente escribo esto a raíz de un artículo que quería compartir con todos los que sufrís en silencio, como yo. En Lifehacker hablan de un par de métodos para deshacerse de los mosquitos, y en ambos la solución es aprovechar nuestros móviles o tabletas para atraerlos con la luz.
De hecho, en el segundo de esos métodos el uso de la tecnología es solo parte de la ecuación: el truco está en respirar fuerte para expulsar mucho CO2, un compuesto que «ayudan a los mosquitos a orientarse y localizar a sus víctimas». O sea, a mí.
Este post bastante offtopic (lo siento), de hecho, es solo un mecanismo más de defensa: la próxima vez que ataquen, podré recurrir a él si no recuerdo dónde había visto la potencial solución. Veremos si el próximo mosquito zumbón me hace la Pascua o no. Estaré preparado, eso seguro.
Soy como tú: Odio el zumbidito y hasta que lo aplasto no paro. No paro.
Bien por el equipo aplastamosquitos, Uxío.
Mi mujer me requema con el tema, lo mismo estoy durmiendo en el mas profundo de los estados y de repente noto una gran masa pasar por encima de mi cabeza y al abrir los ojos para intentar defenderme del ataque en la creencia de que el enemigo está atacando y ha conseguido vulnerar las defensas de mi hogar, resulta que es mi mujer con una almohada con cara de sádica, ojos de sobada, en ropa interior y dando saltos en la cama esquivando a mis hijos con los que hacemos colecho y tienen la suerte de no enterarse. Dicho acto me activa todas mis neuronas dado que mi cuerpo lo interpreta como un ataque y puesto que fui entrenado para defenderme con lo puesto en cualquier circunstancia, mi cerebro se pone al doscientos por cien (que no es mucho mas que lo necesario para sumar dos mas dos en una persona normal) pero me hiperactiva de tal manera que ya paso toda la noche leyendo artículos pasados de varios y diferentes blogs, resultando que un mosquito me llevó a este blog, ergo, no odies a los mosquitos porque te trajo un Parteon mas 😉
xDDDD Comentario del mes Víctor, qué grande 😀
Muchas gracias por la historia. Recuerdos a ese mosquito que te llevó hasta aquí, hay que ver, parece que tienen sus cosas buenas (más o menos)!
Raqueta eléctrica y adiós mosquitos! Aunque ese truco va bien para cuando no tienes una.
Yo de hecho tengo una a un lado de mi cama. Es imprescindible en mi casa.
Anda, pues ese invento no lo conocía. Me lo apunto, gracias!
En «Mordor» las urbanizaciones por terminar desde hace años y los pisos de segunda residencia son la norma, por lo que hay multitud de recovecos donde el agua se puede estancar y convertirse en un criadero de mosquitos. A parte, claro está, de que al promotor de turno siempre le ha gustado más hacer tejados planos, en plan azotea, que son más baratos de construir que los que van a dos o varias aguas. Así que mosquitos y mosquitas (que son las que pican) no tienen problema para encontrar un lugar en el que criar a su prole por esta zona.
Otros años me he armado de raquetas, perfeccionada la técnica del aplastamiento para casi no dejar marca en la pared (una toalla o paño pequeño doblado ayuda a matar sin manchar) e incluso a veces los cogía al vuelo. Este año me he saltado las diversas convenciones internacionales contra el uso de armas químicas y me ha dado por comprar uno de esos aparatos a los que se introduce un recambio de líquido, marca blanca de un conocido supermercado. Cinco minutos después de conectar el cacharro no hay bicho que ose entrar en la habitación en la que está situado, por lo que es perfecto para ponerlo en el dormitorio y conectarlo antes de irse a dormir.
Caray con Mordor. Así que era todo un guiño. Bueno, si lo has solucionado con el matamosquitos, fenómeno. Algunos de esos cacharros desde luego parecen funcionar, pero es difícil acertar.
Leo este post después de una noche casi en blanco acribillado por los mosquitos y desvelado con un ataque de nervios por el zumbido de los coj…
Por desgracia, a mi mujer ni le pican ni le despiertan por lo que cualquier acción defensiva puede suponer despertarla y llevarme una bronca del carajo. (No sería la primera)
Pero es que esto ha pasado un 5 de octubre!!!!!. Lo de los últimos 3-4 años con los mosquitos es realmente desesperante.
xDD Ahí tienes que valorar si vale más tu sueño que la bronca de tu señora esposa. Difícil decisión, ciertamente 😀
¿5 de octubre? Hace dos años recuerdo haber matado el último del año el 31 de diciembre antes de irme de cena familiar y, a la vuelta, matar el primero del año siguiente, ya a 1 de enero.
Yo, que vivo en la selva, me he vuelto un experto matando mosquitos con la mano, de diez se me van dos, así de efectivo soy. Incluso, soy mortal de noche, el maldito zumbido las delata.
Ahora, una cosa es vivir en una ciudad selvática, y otra, meterse de lleno a la selva misma. En un recorrido que hice con un amigo que es ingeniero forestal, me habré matado unos trescientos, y aún así, nunca terminaban de seguirme (te siguen tres metros antes de cansarse). Terminé con las orejas y cachetes todas rojas.
Uf. A mí me daría un telele en esa situación.