El 3 de diciembre de 2010 llegaba a casa mi MacBook Air, un portátil que se convirtió en el ganador de mi búsqueda del portátil perfecto (1,2) y que día tras día me ha confirmado que mi decisión fue totalmente acertada. No he necesitado un año para llegar a esa conclusión: en apenas unas semanas el MBA se convirtió en mi mejor aliado tanto en ratos de ocio como de trabajo.

En aquel extenso análisis que publiqué a la semana de tenerlo dejé bien claras todas sus virtudes y algún que otro defectillo, y a partir de ahí siguió mi camino con el primer PC o portátil de Apple que había tenido en mi vida. Instalar Ubuntu o tener una partición separada para Windows 7 no fueron más que experimentos que acabaron en lo mismo: restaurar el estado original del MacBook Air con una única partición para Mac OS X 10.6 Snow Leopard, el sistema operativo que estaba disponible en aquel momento. Lo maqueé un poco, y tras currarme temas como los atajos de teclado -la mayor molestia, a mi parecer, para alguien que proviene del mundo Windows- y algunas utilidades imprescindibles para mi metodología de trabajo –TotalFinder, Cinch, Witch y Skitch son mis salvadoras- llegué a ese punto en el que un usuario siente que difícilmente podría trabajar más rápido con otro dispositivo.

En realidad esto no es del todo cierto: la potencia de mi MacBook Air (Late 2010) se vio burlada muy pronto por la aparición de los modelos de 2011 -porras-, y de hecho eso volverá a cumplirse muy pronto, probablemente en abril de 2012, cuando Intel lance Ivy Bridge y con toda probabilidad Apple sea su primer gran cliente. Y será entonces cuando podamos valorar si esos nuevos MacBook Air siguen liderando un mercado en el que llegan alternativas interesantes al fin.

Los ultrabooks, claro.

Los primeros ultrabooks no son aún competidores con garantías del MacBook Air, pero apuntan maneras, y probablemente la situación cambie de forma notable en 2012. El CES que se celebra en enero será el escenario de presentación de decenas de ellos por parte de todos los grandes -y no tan grandes- fabricantes, y hay que recordar que Intel es quien está detrás de estos ultraportátiles: hartos de ver cómo Apple se lleva todo el pastel -aunque al final eso es beneficioso, y mucho, para ellos- han decidido tratar de impulsar una plataforma competidora y competitiva.

Obviamente, una de las claves de 2012 en este terreno será Ivy Bridge, que ya no estará solo en los MacBook Air, sino en los ultrabooks de próxima generación. Las unidades de estado sólido (SSD) tampoco serán la ventaja competitiva de los MBA, así que veremos si la autonomía o la integración hardware/software siguen dándole la mano ganadora a Apple.

Algunos analistas opinan que los ultrabooks no tienen demasiado futuro, y que los MacBook Air seguirán siendo líderes indiscutibles, pero yo no lo tengo tan claro: Windows es suficiente para echarle un órdago al más pintado, y, como digo, los fabricantes no-Apple tardan en aprender de sus errores, pero acaban aprendiendo (véase la evolución de Android).

Sea como fuere, la conclusión de este año con mi MacBook Air -desde el que escribo estas líneas- sigue siendo la misma: es el mejor portátil que he visto nunca, y será difícil que otro modelo supere -es probable que le igualen- lo conseguido por un producto excepcional.

Aunque claro, si Apple -como se rumorea- finalmente saca un MacBook Air de 15 pulgadas… ays.