Tecnología

La IA es la nueva bicicleta para la mente

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Aquí tenéis al Sr. Steve Jobs, entrevistado en 1981. Atentos.

Por si no queréis verlo (y si no, también), explico ese fragmento de vídeo. En esa entrevista Steve Jobs hablaba de un artículo en la revista Scientific American publicado a principios de los 1970 en el que se analizaba la eficiencia en el movimiento de distintas especies animales comparadas con el hombre. El ser humano, concluían, lograba un resultado «bastante poco impresionante», y el animal que ganaba era el cóndor.

Pero entonces a alguien se le ocurrió la idea de analizar la eficiencia de un hombre en una bicicleta, y resultó que en ese caso el hombre era el doble de eficiente que el cóndor. Y entonces soltaba su analogía para explicar qué era un ordenador personal: era como si gracias a él la mente fuera en bicicleta. Nuestra capacidad de trabajar, crear y disfrutar se multiplicaba.

Para mí la inteligencia artificial es exactamente igual.

Sigamos.

En diciembre hice un pequeño experimento y le pedí a ChatGPT que escribiera un texto sobre la nueva lámpara-altavoz de IKEA. Había escrito ese mismo texto antes para Xataka, y quise saber qué tal se desenvolvería este singular chatbot conversacional que lo estaba revolucionando todo.

Lo cierto es que gané aquel combate. El texto de ChatGPT no estaba mal, pero era un texto sin alma, quizás porque no es que ChatGPT pudiera acceder a las especificaciones detalladas del producto ni a crear algo con tan poca información y contexto. JaviPas 1 – ChatGPT 0.

Sin embargo, terminaba diciendo que había ganado, pero solo «Por ahora». Lo creía entonces y lo creo mucho más ahora que han pasado cinco meses y estamos viendo cosas alucinantes en el ámbito de las IAs generativas. Microsoft presentó ayer unas cuantas novedades, por ejemplo, y a mí la idea de Windows Copilot me parece estupenda, como he comentado esta mañana.

Los avances son vertiginosos y alucinantes, y cada vez que quedo con amigos y sale el tema —que últimamente es con frecuencia— todos comentamos que estamos apañados: la IA nos va a quitar el trabajo —o, con suerte, lo transformará— más temprano que tarde.

Lo irónico de todo es que hace unos años parecía que los trabajos creativos iban a estar a salvo de esa revolución, pero resulta que son precisamente los que están más expuestos. Los artistas y fotógrafos están que trinan con esas IAs que ganan concursos de arte y fotografía (y más fotografía), y las imágenes aquí mostradas dejan claro cómo está el patio: la calidad es excepcional.

Jason Allen ganó un concurso de arte de la Colorado State Fair. Luego reconoció que la había creado con inteligencia artificial.
Esta foto ganó el Sony World Photography Awards 2023. No era una foto.
Qué fotaza. No me extraña que ganara un concurso de fotografía… para que luego el creador reconociera que era una imagen generada por AI.

Y si creíamos que Midjourney ya era la pera (que lo era), la cosa se animó ayer aún más con el anuncio de Photoshop, que ha integrado la plataforma de IA generativa Firefly de Adobe y que gracias a ello gana unos superpoderes alucinantes.

Quienes han probado la llamativa característica Generative Fill tienen opiniones mixtas, pero está claro que la herramienta es una absoluta maravilla para ciertos escenarios y procesos creativos. También deja claro —por si no lo teníamos ya— que no habrá forma de creer que una imagen medio decente no ha sido modificada (o que no ha sido creada directamente por una IA).

Pero a mí la parte del arte y las imágenes me preocupe menos. Lo mío es escribir, y como decía en diciembre la cosa no parecía tan preocupante. Ahora sí lo es, sobre todo después de haber leído este reportaje que The Verge ha publicado sobre Sudowrite.

Esta herramienta —por cierto, qué nombre tan chulo— está orientada a ayudar a cualquier escritor que esté bloqueado. Tú solo tienes que darle unas pocas líneas para que él continúe tu trabajo y te vaya escribiendo cosas… o corrigiendo las que ya habías escrito. Las posibilidades que ofrece ya parecían alucinantes según el texto de The Verge, así que me he querido animar a probarlo brevemente.

Me han basado dos minutos para entender que lo tengo crudo.

Lo demuestra mi pequeña prueba. Que yo sepa Sudowrite solo funciona en inglés, así que he comenzado a escribir una pequeña historia con Harry —cómo no— como protagonista. Este era el inicio (traducido con Deepl):

Harry estaba sentado en su escritorio. Había tenido un día duro y no estaba especialmente inspirado. Pero necesitaba esa inspiración. Su jefe se lo había dejado claro. «No me falles, Harry. Necesito esas páginas para el fin de semana», le había dicho.

Pero las ideas no fluían. Abrió el portátil, pero en lugar de enfrentarse a la página en blanco, se puso a consultar su cuenta de Twitter. Después de hacer doomscrolling durante un rato, descubrió un tuit interesante: alguien mencionaba una herramienta de inteligencia artificial diseñada para ayudar al bloqueo del escritor.

«Eso podría tener su aquel», pensó.

Tras escribir esas líneas, pedí primero que Sudowrite continuase la historia. Basta con pinchar en el botón Write de la interfaz y mágicamente la plataforma sugiere unas cuantas líneas con las que continuar la historia. No muchas: esto va pasito a pasito. Es posible aprovechar esa opción —de hecho las continuaciones, sin ser la pera, no estaban nada mal— pero yo preferí optar por otra cosa.

El texto por encima de los asteriscos es el reescrito por IA a partir de las líneas que escribí originalmente, debajo de esos asteriscos.

En realidad lo que acabé haciendo fue seleccionar el párrafo que había escrito y pedirle a Sudowrite que lo reescribiera. A partir de ahí la aplicación te pregunta que cómo quieres reescribirlo, si acortándolo o, por ejemplo, haciéndolo más descriptivo. Yo pedí esto último y me dio un par de opciones en el margen derecho. Una de ellas (de nuevo, traducida), era la siguiente:

Harry se sentó en su escritorio, retorciéndose incómodo en la antigua silla de oficina. Llevaba todo el día esforzándose por escribir, pero cada pocos minutos se sentía más débil y desesperanzado. Empezaba a pensar que éste sería otro año duro, lleno de plazos incumplidos y disculpas por el fracaso. Su jefe se lo había dejado claro. «No me falles, Harry. Necesito esas páginas para el fin de semana».

Sin embargo, no había escrito nada. Abrió Twitter en su portátil y empezó a comprobar sus seguidores y «me gusta» recientes. Después de pasar por docenas de tweets genéricos sobre política, cotilleos de famosos y gatitos, descubrió un tweet interesante: alguien mencionaba una herramienta de inteligencia artificial diseñada para ayudar en el bloqueo del escritor.

«Eso podría ser algo», pensó.

A ver, puede que no sea súper original ni compita con Pérez Reverte, pero ciertamente es más descriptivo y, en esencia, mejor. A partir de ahí cambiaría palabras en esos párrafos, seguro, pero la herramienta demuestra su potencial con ese pequeño ejemplo. Algunas cosas sobran y otras pueden faltar, pero lo que propone Sudowrite es lo mismo que proponen todas herramientas de IA generativa:

Crear más y mejor.

Diría que esa es la clave al final. No tengo claro que una IA acabe quitándome el trabajo, pero sin duda lo transformará y lo hará (espero, porque soy optimista) para bien. En Xataka, por ejemplo, hay ciertos temas algo más repetitivos —fichas de producto, por ejemplo— que podrían automatizarse en el futuro, y eso daría pie a que otros temas pudieran trabajarse más con o sin ayuda de la IA para hacerlos más atractivos.

Yo creo que esto es una pasada, y creo que hará que sea posible una nueva generación de contenidos más chulos y estupendos que nunca. Sí que veo necesario que haya transparencia sobre el papel de la IA en su generación (¿lo ha hecho todo una máquina? ¿Sólo en parte? Y si es así, ¿en qué parte?), pero al final yo veo estas herramientas como las veía Jobs.

Son una (alucinante) bicicleta para la mente.

Imagen | Roman Melnychuk

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3 comentarios en “La IA es la nueva bicicleta para la mente

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