Tecnología

Mi crimen es la curiosidad

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Aquel 8 de enero de 1986 Loyd Blankenship probablemente estaba bastante enfadado con la sociedad establecida. Acababa de andar trasteando con cajeros automáticos y el FBI le había pillado, así que cuando a este miembro de Legion of Doom llamado The Mentor le pidieron escribir algo para la revista Phrack tenía motivos sobrados para soltarse.

De hecho el chico tenía además inspiración suficiente: se estaba leyendo ‘The Moon is a Harsh Mistress, una novela en la que según Wikipedia se debaten los ideales del ‘anarcoliberalismo’, así que aquella petición llegó en el momento justo. Seguramente sus dedos casi fluyeron por el teclado mientras escribía algo que tituló inicialmente ‘The Conscience of a Hacker’ y que se conoce mucho mejor por su título alternativo: ‘The Hacker Manifesto’. De aquello han pasado nada menos que tres décadas. El manifiesto sigue estando disponible en edición online de la revista Phrack (qué grandes), pero además es posible oír y ver a Blankenship leyendo su propio manifiesto en un evento en julio de 2002.

Yo leí aquel manifiesto mucho más tarde. Probablemente a finales de la década de los 90, cuando empezaba a indagar en este tema y me empapé un poco de toda aquella subcultura que la inmensa mayoría de la gente seguía sin entender. Lo gracioso es que 30 años más tarde la palabra ‘hacker’ sigue utilizándose mal en casi todos los casos. Lo hacen también sus derivaciones, y hace tiempo que usamos tanto ‘hacking’ como ‘hackear’ (no aceptada por la RAE aunque sí lo está ‘jaquear‘, con una definición muy distinta) para referirnos a actos que están muy lejos del significado original de aquel término. Las connotaciones negativas son patentes. Los hackers son malos, hackear es ilegal, y el hacking es peligroso y perjudicial para la sociedad en general.

Error.

Y error importante en el que hemos caído y que nos hemos tragado, porque como indicaban en Hackaday hace ya más de dos años, “el hacking y los hackers se han convertido en una caricatura de la contra-cultura en la que los criminales con conocimientos técnicos hacen lo que quieren a pesar del daño que eso pueda causar”. El autor de ese artículo, Marsh, explicaba muy bien lo que ha ocurrido desde que apareció el término:

La vertiente ilegal de la cultura hacker es inserparable de la gran discusión sobre el hacking: no solo se han cometido crímenes (y algunos maliciosos, no solo debidos a confusiones) sino que los que están en puestos de autoridad -gobiernos, medios informativos, películas y televisión- han construido una imagen en la que los hackers son sombríos inhabitatntes de un tecnosubmundo.

Así es, y lo demuestra un hecho curioso. Intentad buscar una imagen en Google o cualquier banco de imágenes en la que no se muestre a un hacker como alguien oscuro (y a oscuras), con capucha, normalmente guarrete, e incluso rayando en la imagen de ese nerd de ‘Parque Jurásico‘, ya sabéis, gordito, con gafas, sabiondo e insoportable.

Intentadlo, de verdad. He probado a buscar por ‘hacker’, por ‘hacker ético’, por ‘white hat‘ y por otras variantes en español e inglés… y nada. Todas las imágenes pintan al hacker de turno como al chico de Mr. Robot, o la mezclan con Anonymous o mezclan todo eso con un poco de código rollo Matrix alrededor. De ahí que la imagen de cabecera sea la que es. Pero tenía que haber sido muy diferente. De hecho mi idea para la imagen de cabecera era más bien algo así:

curiosidad

Porque el hacker, por definición, es alguien al que le mueve la curiosidad. Sin más. Ojo, porque ahí está el problema también: que no es curiosidad en plan ‘cuánto ganará mi vecina‘, rollo envidioso. No. Es una curiosidad sana, la mejor de todas, la que invita y anima a aprender y a descubrir, y a hacerlo no en beneficio propio, sino precisamente en el de los demás. Hay palabras que se ajustan mucho más a esa curiosidad malsana en la que interviene la tecnología y que da lugar a todo tipo de actos maliciosos. Cracker, cracking o crackear serían términos que deberíamos usar para salvar un término vilipendiado hasta la saciedad.

A Blankenship le entrevistaron en el año 2000 y le preguntaron qué pensaba al leer hoy en día lo que escribió. Su respuesta probablemente sería la misma en 2016, creo yo, porque afirmaba seguir “encontrándolo muy válido“. Y si uno se lee por ejemplo los últimos párrafos (aunque vale la pena leerlo todo, y apenas lleva 3 minutos), eso queda patente. Disfrutadlos, pero esta vez, sin traducción.

This is our world now… the world of the electron and the switch, the
beauty of the baud. We make use of a service already existing without paying for what could be dirt-cheap if it wasn’t run by profiteering gluttons, and you call us criminals. We explore… and you call us criminals. We seek after knowledge… and you call us criminals. We exist without skin color, without nationality, without religious bias… and you call us criminals. You build atomic bombs, you wage wars, you murder, cheat, and lie to us and try to make us believe it’s for our own good, yet we’re the criminals.

Yes, I am a criminal. My crime is that of curiosity. My crime is
that of judging people by what they say and think, not what they look like.

My crime is that of outsmarting you, something that you will never forgive me for.

I am a hacker, and this is my manifesto. You may stop this individual,
but you can’t stop us all… after all, we’re all alike.

+++The Mentor+++

Bendito crimen. El de la curiosidad, digo.


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4 comentarios en “Mi crimen es la curiosidad

  1. Victor dice:

    El problema es que mientras exista gente que utilice los escasos conocimientos que se necesitan para delinquir por internet y los medios no encuentren una palabra tan directa e impactante como hacker, se seguirá usando mal, se seguirá asociando a delincuentes, ese es el problema del desconocimiento que la sociedad tiene hacia una nueva generación de personas cuyos conocimientos, a día de hoy, siguen siendo excesivamente abstractos para la mayoría de la sociedad. Nos piden que seamos curiosos en nuestros primeros años de vida para luego dilapidar nuestros sueños e inquietudes con un sistema educativo caducado, pero cuando crece gente que desarrolla sus aptitudes y actitudes en torno al mundo de la informática y empieza a tocar campos que pueden dejar en evidencia a empresas enteras, es cuando los llaman delincuentes, no hablo de gente como George Hotz, que también, hablo de gente anónima que reporta vulnerabilidades con miedo a que les metan un paquete. La sociedad tiene muchos aspectos en los que madurar y este es uno de ellos, no podemos seguir viendo el mundo de la informática como si de brujería se tratara.

    Saludos.

Comentarios cerrados