Hace un par de días avisaba en Twitter de que me había llegado un paquete sorpresa. Y la sorpresa no era ni más ni menos que el Raspberry Pi Model B, ese mini-PC del que habla todo el mundo y que algunos tachan de ser una de las grandes esperanzas de la informática, sobre todo en países emergentes. Este pequeño ordenador está basado en el SoC Broadcom BMC2835 que integra la CPU ARM1176JZF-S, y todo en él tiene ese halo friki -para empezar, se presenta como un circuito integrado desnudo que asustaría casi a cualquiera-, que gusta mucho a gente de mi palo, y probablemente no interese nada al común de los mortales. Pero puede que eso cambie.

Hasta hoy no he podido probarlo en condiciones, pero por fin instalé la imagen de Debian 6 Squeeze para ARM que los chicos de la web oficial han puesto a disposición de los usuarios. Hay algunas opciones más en la sección de descargas del sitio oficial, y más aún en eLinux.org. El caso es que la versión de Debian incluida está muy bien pensada, ya que tras conectarlo todo (Ethernet, HDMI, alimentación microUSB a través del cargador de la Desire, que sirve perfecto para esto, je) y arrancar nos encontramos con un sistema básico, pero que incluye su pequeño gestor LXDE si uno quiere trabajar en modo gráfico.

Yo tenía curiosidad por saber cuál podía ser el rendimiento real de Debian 6 en un mini-PC como el que ofrecen los creadores del Raspberry Pi, y evidentemente uno tiene que ser realista: por 40 euros que me costó (algo más con gastos de envío), este pequeñín anda más bien justito de fuerzas para muchas tareas «normales». Trabajar en modo consola alivia un poco, porque una vez en LXDE todo va… bueno. Va. Como manejar la tele del salón con ratón y teclado es más bien incómodo instalé tanto el paquete tightvncserver como el openssh-server en Debian, para luego tirar de Putty y de RealVNC Viewer en Windows para poder conectarme por SSH o por VNC desde el PC con Windows 7. Ese acceso remoto va bien (lógico, todo por red, cómo va a ir), y puedo ir probando cositas y sacando capturas del resultado -las que acompañan al artículo- gracias a la ventanita de VNC.

Mis pruebas, a continuación.

Navegar por Internet es, como ya habían adelantado muchos de los que lo han ido probando, un pelín pesado. Las páginas -incluso este blog, que va a toda pastilla, je- se cargan con cierto retardo, y ni siquiera un navegador ligero -Midori está instalado por defecto en esta imagen de Debian, yo instalé Chromium, y no hay diferencias de rendimiento- logra que la cosa vaya medianamente suave. Se puede navegar, sí, pero no de una forma fluida: de hecho, para que os hagáis una idea, parece como si estuviera navegando con el móvil en pantalla grande y una conexión 3G.

La siguiente prueba fue tratar de instalar XBMC sobre Debian. Se instala, sí, pero no logro que se ejecute: pide configuración de pantalla de 24 bits y no hay manera de forzarlo a 16 bits de profundidad, así que tendré que investigar un poco. La alternativa es probar raspbmc, un proyecto que precisamente se centra específicamente en hacer que el Raspberry Pi se convierta en un pequeño Media Center con un XBMC compilado a medida y capaz de reproducir contenidos en 1080p. Ya os contaré, porque esa prueba no me la pierdo, y el fichero IMG preparado  ya está en mi disco duro.

Otra prueba: montar un Nginx y un WordPress para ver si sería posible montar un servidorcito web con un blog en él. Me he basado en el conjunto de scripts de Tuxlite (Apache/Nginx+MySQL+PHP-FPM+Postfix+Varnish) que ya he usado en otras ocasiones y que simplifican la vida del sysadmin de una forma brutal, y tras montar WordPress en el directorio por defecto para localhost el blog se ve. En realidad es lo único que hace: tratar de publicar en él es una tortura, y cargar páginas varias no es nada recomendable. Conclusión: olvidaos de esa idea, a no ser que haya tuneos varios -puede que alguna cosa se pueda hacer- que permitan lograr un rendimiento algo más decente. Me esperaba más.

Eso no quiere decir que no se pueda hacer mucho con el Raspberry Pi (o RPi, como comienzan a decirle en los medios), porque hay ideas para todos los gustos. Algunas curiosas las reúne este post de TechRepublic, del que yo he probado el emulador del C64. Lo cierto es que esta pequeña frikada dará jueguecillo durante algún tiempo, seguro. De hecho los foros oficiales están bastante animados, y eso que a la mayoría de la gente no le han llegado los Raspberry Pi que pidieron y que por el momento se distribuyen con cuentagotas.

Así pues, las primeras impresiones han sido básicamente las que esperaba. Hay que ser realistas: el Raspberry Pi es un producto muy limitado -tenemos lo que pagamos- pero tiene su encanto. La cuestión es exprimirle el jugo, y eso llevará algún tiempo.