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He visto ‘The Brutalist’ para que vosotros no tengáis que hacerlo

A ver, el titular no es cierto, pero ya sabéis que estas frases hechas tienen su gracias. Os pongo en situación: ni siquiera había visto el tráiler de ‘The Brutalist’ antes de ver la película. Me llamó la atención leer la crítica de la película que hicieron mis compañeros de Espinof –la calificaron de obra maestra, básicamente– y eso me hizo tener curiosidad.

También me atraía eso de ver cómo era ver una peli de cuatro horas. No solo eso: se ha hecho especialmente famosa por incluir un descanso de 15 minutos en mitad de la proyección. ¿Es realmente necesario? No lo sé, pero supongo que viene bien y permite descansar un poco la mente.

Sea como fuere, ayer de repente se me ocurrió aprovechar el día del espectador y proponerle a Sally que nos fuésemos a verla. Elegimos la sesión de las 20.00 en Kinépolis Ciudad de la Imagen, cerquita del mini-resort burgués, y tras dejar apañados a los lebreles nos fuimos para allá.

Al entrar, por cierto, pequeña incertidumbre: me llevé palomitas y una coca-cola desde casa que no estaba seguro de que me dejarían pasar. En la entrada hay un pequeño cartel que claramente pone que está prohibido entrar con comida del exterior, pero quienes estaban controlando la entrada no me dijeron nada. Supongo que deben saber que esa prohibición está cogida con pinzas, como bien contó mi compañero John Tones en Xataka.

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Una vez en la sala, lo de siempre, algún que otro anuncio, algún que otro tráiler, y al lío. Sabía como empezaba porque es algo que describen claramente en Espinof (no leáis esa crítica si no queréis minispoiler). Es un detalle sin importancia para la historia, porque habla más de cómo está dirigida la película que lo que cuenta. Y sin embargo es importante, porque si no te capta ese principio, probablemente no te capte lo demás.

A mí me pasó eso. Hoy, leyendo la crítica de Carlos Boyero en el país, descubría que su opinión me parece acertada, y que a pesar de ello no coincidía con él. Le cito:

Acudo con mis seniles prejuicios a The Brutalist, que comienza con un largo plano en semioscuridad (y me digo con temor, la jodimos, otra de cine indie), para después sentirme fascinado por ella. También perturbado, observando sus quiebros y giros, lo que describe y lo que oculta, la complejidad del argumento y de los personajes, su tono frecuentemente siniestro, su inteligente retorcimiento, el lado sombrío, la violencia interior. Y no me canso de esas cosas, me hipnotiza su estilo narrativo, nunca sé lo que va ocurrir en la siguiente secuencia. Y no hay espectacularidad, ni épica, ni poesía.

Yo no tengo prejuicios seniles, pero casi. Nada más empezar me doy cuenta de que la película no me va a fascinar. Hay algunos planos, pocos, que me llaman la atención, pero los estropea probablemente la banda sonora de la película, que es sobre todo (para mí, insisto) estridente y molesta. De hecho contribuye mucho a eso de lo que habla Boyero: esta es una película perturbadora, incómoda. No por la historia, que no es especialmente llamativa, sino por sus planos extraños, sin duda originales, pero sobre todo eso: extraños. Hay efectivamente un tono siniestro, gris, triste. Y también efectivamente no hay espectacularidad ni épica ni poesía. De hecho es normal: el brutalismo en arquitectura a mí me parece horripilante estéticamente, pero claro, no persigue ser bonito. Es esta una historia básicamente triste. Pero sobre todo es, diría, desagradable. Es muchas más cosas para mí. Es lenta, muy lenta. Sombría. Absurda. Inconexa, a veces, exagerada, otras. Difícil de creer, quizás.

Es, en suma, un tostón.

O igual es que no la he entendido. Es probable que no sea la película ideal para mí, que soy muy de cine de palomitas. No sé: en pelis largas recuerdo que me encantó ‘Bailando con lobos’, que es una historia muy trillada pero que a mí me pareció fantástica cuando la vi. Me flipa ‘Lo que el viento se llevó’, por ejemplo. No necesité intermedio en ninguna de ellas, y aunque el detalle sea llamativo, no sé si ayuda o hace que pienses inmediatamente si la primera mitad de la película te gusta más que la segunda. Y está claro que la segunda mitad de ‘The Brutalist’ es más floja. Es más tostón, aún. Es la conclusión a la que llegamos tanto Sally como yo, que salimos del cine con cara de haba. La que se te queda cuando sientes que has perdido cuatro horas de tu vida, y encima has pagado por ello.

No sé. Igual a vosotros os entusiasma. Igual tengo mis limitaciones y no estoy preparado para este tipo de cine difícil, como diría mi buen amigo Juanky. Pero este es mi blog, y esta es mi opinión. Sois muy libres de discrepar (con respeto), pero si sois un poco de mi palo, ahí va mi recomendación: no gastéis dinero en esta peli. Y si podéis, tampoco tiempo. No merece la pena.

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1 comentario en “He visto ‘The Brutalist’ para que vosotros no tengáis que hacerlo

  1. Fede dice:

    Me ha encantado la frase lapidaria: ‘Es, en suma, un tostón. ‘ 😀

    No pensaba verla. No me fio un pelo de las películas que viene rodeadas de un ‘aura gafapasta’ o su equivalente en premios y oscares.

    Pero si pensaba darle una oportunidad cuando saliera en alguna cadena o lo que sea. Pero dado tu crítica, pues va a ser que tampoco.

    Muchas gracias por la sinceridad.