Incognitosis

Lucía a los 14

Mi preciosísima pitufi-tufi. Mi piti-piti.

Ay mi pitufi, qué mayor eres ya. Catorce añazos, y aun así cumples tu promesa:

Me sigues hablando y contando cosas.

Me la hiciste cuando tenías 8 o 9 y yo temía que llegara ese momento en el que ya no hablaras conmigo. Y me decías «que sí, papi», y yo sonreía pero con un poquito de miedo. Y ahora que acabas de cumplir catorce, sigues hablando conmigo y contándome cosas y, algo también alucinante, preguntando siempre que qué tal me va.

Nadie hace eso. No al menos los niños. Pero tú lo preguntas siempre y además lo haces de corazón. Como todo lo que haces, porque eres preciosa y perfecta y alucinante.

Y te diré algo más. Da igual que cumplas 14 ahora, o que dentro de unos años cumplas 20, o dentro de más 30 o dentro de muchísimos más 60, 70 u 80. Siempre serás mi pitufi. La de esa risa imposible de captar con una cámara, la que me sigue peinando el flequillo, la que todavía me coge de la mano cuando vamos de paseo (pero no para que tire de ti cuando estás cansada, qué va), y la que sigue haciendo cosas alucinantes. Grandes y pequeñas.

Como cuando quedamos con amigos y todos los niños os vais a comprar chuches y tú siempre, siempre, siempre, nos traes un regaliz de rollo a mamá y un palote a mí. Siempre.

O cuando mamá y yo salimos algún día a tomar algo y nos llamas para darnos las buenas noches y avisarnos de que os vais a domir. O cuando ves pelis, sobre todo románticas, y está claro que el chico y la chica se van a enamorar y haces eso tan gracioso de «uu-uuuu-yeahhh-oooohhhh-oooh» que a mí me encanta. Pasó hace poco, cuando vimos la mítica ‘Tienes un e-mail’. Yo os miraba a los dos mientras veíais la peli y me reía a carcajadas con mamá cuando salía Meg Ryan y Javi decía «¡Es que es igual que tú, mamá!». Y tú coincidías, y seguíamos viéndola y al final, cuando por fin pasa lo que tiene que pasar, volvías a hacer eso y me mirabas sonriendo y yo me moría de amor por ti.

Y me volví a morir este fin de semana pasado, cuando me mandaste un mensaje de WhatsApp —stickers al poder— y me fijé en que tenías una foto extraña en tu perfil. Y la amplié y vi que éramos tú (con uno o dos años) y yo en el sillón de la antigua casa, yo leyéndote el cuento antes de dormir y tú recostada conmigo preciosa y regordita —introduzca en el horno, vuelta y vuelta a 180 ºC 5 minutos, y cómasela, caballero—. Qué recuerdo y qué foto tan bonita. Y me tienes ahí contigo en tu WhatsApp. Ays. Mi vidita, qué preciosa eres.

Son tantas cosas, mi pitufi… Eres cada vez más artista, no ya solo con todo lo que haces dibujando, sino con los vídeos familiares —¡ya tengo sucesora para Javipas Pictures!— o tus TikToks con tus amigos y amigas o con Javi. Nuestra pequeña sanjuanerita, que dentro de nada igual se estrena en San Juanes de una vez. Ays. Me encanta que seas así de graciosa, DUH, pero además me alucina que te hayas dado cuenta de lo genial que es estar con gente buena al lado y quitarse de en medio a la gente maluya y toxiquilla. Y me encanta que seas tan responsable, cómo se nota que te haces mayorcita también por eso, mi piti-piti.

Y como te digo cada año, me encanta sobre todas las cosas esa relación especial y maravillosa y alucinante que tienes con tu hermano Javi, con el que sigues contando siempre para todo. O para casi todo, oye, que cada vez más veces tenéis vuestros ratos con vuestros amigos y es lógico y genial. Me encanta que seáis tan payasos y hagáis reír a la abuela Paqui con vuestras peleas fake, o que hagáis vuestros duetos a capella —hasta que os decimos que paréis claro—, o que ahora que ya vais solos al cole —snif— lo hagáis juntitos. Me encanta hasta que te gusten los chuletones y el helado de After Eight y me robes cachitos y cucharaditas, mi vidita.

Qué año tan estupendo, mi pitufi. Por todo eso que te he dicho, y por muchas cosas más. Como por los viajes chulos chulos que hemos hecho, los nuevos amigos que habéis conocido por todos lados, todos los libros que has leído (caray, qué campeona) o todos esos ratos que hemos pasado juntos, por ejemplo viendo pelis y series —¡ay, Jay!— y disfrutando.

Ahora, a disfrutar de tus 14 años, en los que ya sabes. Nada de novios —cuidado con Jeremy—, que la tenemos 🙂 Tú sigue disfrutando con tus súper amigas y sobre todo sigue siendo como eres. Especial, alegre, divertida, buena y preciosísima.

Mi pitufi. Felices 14. No cambies, por favor. Y como te dije el año pasado, no dejes de reír. Sigo sin lograr captar esa risa mi piti-piti, pero como también te dije entonces, da igual. La llevo siempre conmigo en mi corazón. A tu risa y a ti.

Te quiero muchísimo, mi vidita.

Papi.

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