«Oye, Javi, ¿qué portátil me compro?» Ésa era la pregunta que me hacía un amiguete hace unos días de buenas a primeras. Así, en plan concreta, con datos que le ayuden a uno a tomar una decisión. No es la primera ni mucho menos será la última vez que me enfrente a ese tipo de cuestiones, porque lo de ser un amigo informático (en este caso, yo) es para el que suscribe una pequeña condena. Supongo que hay cosas peores –ser médico o abogado, se me ocurre– a la hora de sacar horas consultoría by the face, pero esto de tener cierta idea de temas tecnológicos ha provocado las lógicas tensiones cuando alguno confunde la buena disposición con ser tonto.

Lo comentaba hace años con aquel Tengo un amigo informático en el que de hecho reproducía una columna de PC Actual de 2002. Lo curioso es que 12 años después la cosa no ha cambiado en absoluto. Los amigos y conocidos te asaltan con todo tipo de dudas y uno suele atenderlas con la mejor intención. Pero claro, todo tiene un límite, y a menudo la gente simplemente prefiere echar mano del amigo informático que utilizar esa misma tecnología que tantos problemas les causa.

Eso, al menos, hasta que llegan soluciones simpáticas como las que un pajarito (¡pipi!) me ha soltado esta mañana, y que encontraréis en el enlace final. Creo que me voy a aplicar el cuento mucho más a partir de ahora. Así que, amigo, mío, si quieres saber qué portátil comprar, aquí tienes la respuesta.