No tenía intención de cambiar de móvil, pero desde hace un tiempo oigo muchas cosas buenas del Pixel 6a y hasta consideré hacerme con uno ahora que está bastante barato. Ya comenté cómo se convirtió en el mejor móvil fotográfico de 2022 (para mí), y si hay algo que busco en un móvil es que haga buenas fotos. Bueno, eso y que el móvil ronde los 400 euros, que ya me parece mucho dinero por estos cacharritos.

«Pero JaviPas, ¿tú no estabas encantado de la vida con tu Huawei P40 Pro+?», preguntaréis. Pues sí, pero últimamente al comparar fotos con el iPhone 14 Pro de un amigo me di cuenta de que estaba haciendo cosas raras en algunas situaciones. En retrato, por ejemplo difuminaba un montón las caras, aunque luego descubrí que tenía activado el filtro belleza cuando —lógicamente— yo no lo necesito (¡ja!).

Pero además no me disgustaría probar a volver a la experiencia pura de los Pixel. No sé si lo recordáis, pero llegué a tener un Pixel 3a hace unos años y aquello olía a triunfada total. Por entonces buscaba sustituto para mi Xiaomi Mi 6, y la verdad, no noté mejoras especialmente destacables en la mayoría de situaciones. En realidad el problema más gordo estaba en el lector de huellas en la trasera —no es lo mío, aunque sé que muchos lo preferíais—, que para mí era un tostón. Un mes y medio después me hacía con el móvil que me enamoró, el Huawei P30 Pro. Luego (antes de lo esperado, de hecho) llegaría el actual P40 Pro+, claro.

El caso es que he descartado ya (casi) por completo al Pixel 6a, porque estoy esperando como agua de mayo ver qué pasa con su sucesor, el Pixel 7a. Hoy publicaba un resumen de lo que se espera de este terminal y las novedades son importantes, a saber:

• Tamaño: 6,1 pulgadas de diagonal, a estas alturas eso casi es un móvil compacto. Mi Huawei P40 Pro+ tiene una diagonal de 6,58 pulgadas y pesa bastante, 226 g, así que mejorar en este sentido para alguien que siempre ha defendido los móviles pequeños sería bastante top.
• Versión de 256 GB: No es súper importante, pero consideraría también comprar la versión de 256 GB (que parece que estará disponible, el Pixel 6a solo está en la de 128 GB) para estar tranquilo en este sentido durante más tiempo. Aún así todo depende del precio.
• Soporte de 90 Hz: Tampoco crucial para mí, pero sin duda una opción que hace que la fluidez de la experiencia teóricamente mejore.
• Más RAM: Dicen que contará con 8 GB en lugar de los 6 GB del Pixel 6, algo que mola y que da margen de maniobra extra para todo tipo de escenarios.
• Tensor G2: algo más potente y espero que más eficiente, pero sobre todo más «inteligente» para el postprocesado de imágenes, que siempre ha sido estupendo en los Pixel.
• Carga inalámbrica: ahí me han ganado. Uso mucho esa opción porque tengo el móvil todo el día apoyado en una base de carga inalámbrica vertical, y me gustaría poder seguir haciéndolo aunque soporte solo 5 W. Para mí lo importante es que al menos soporte esa capacidad de carga.
• Cámaras: me asustan los rumores que dicen que cambiará el sensor principal, que era el viejo conocido de 12,2 MP. Teóricamente será para bien —los Pixel 7 y 7 Pro sacan fotos estupendas— pero aquí me conformaría con la calidad de las fotos del Pixel 6a. Espero que no haya paso atrás por el salto en el sensor.

La duda, por supuesto, es cuánto costará. Aquí Google tiene argumentos suficientes para subir de precio (mejor cámara, carga inalámbrica, más RAM, 90 Hz) así que no me extrañaría que en lugar de los 459 pasaría a los 509 o algo así. Pero ojalá que no, porque de mantenerse ahí tendríamos ante nosotros un verdadero ganador en la gama media si cumple expectativas.

Que sí, que existen móviles más baratos que le dan sopas con ondas por especificaciones, pero yo me conozco.

Ese Pixel 7a me está haciendo ojitos. A ver qué nos cuenta finalmente Google el mes que viene (la presentación, el 10 de mayo, en la charla inaugural del Google I/O 2023). Y sobre todo, a ver cómo se porta en las pruebas.