Hace literalmente semanas que no juego a nada en la Xbox One. La pobre está ahí, muerta de risa, esperando que le den algo de cariño. Cansado de un FIFA 15 al que no le cojo el tranquillo y con otras preferencias actuales (hay series bastante jugosas) lo cierto es que tengo a la consola bastante olvidad. Quién me lo hubiera dicho hace un tiempo.
El caso es que cuando después de unos días la enciendo siempre ocurre lo mismo: toca actualizar. Lo de encender y jugar es casi imposible, porque normalmente hay alguna mejora o corrección de fallos preparada para instalarse. Eso no solo ocurre con el Dashboard, sino con los juegos y aplicaciones que uno tiene instalados. Así que enciendes, te salta el mensaje de que toca actualizar, actualizas, reinicias, y cuando vas a lanzar el juego, otro mensaje más. “Este juego necesita una actualización“. Y venga a actualizar. Con suerte pasan 10 minutos hasta que por fin puedes echar una partida, pero claro, ya se te han quitado un poco las ganas. Y eso sin contar las citadas aplicaciones que también se actualizan constantemente aunque nunca miremos en qué consisten esas actualizaciones.
Las actualizaciones son buenas y necesarias: ojalá hubiéramos podido tener algo así cuando los desarrolladores de hardware y software no tenían opción de mejorar el funcionamiento de sus maquinas y juegos. Pero para los que apagamos la Xbox One de forma completa, son un tostón. Y ahí está la clave, por supuesto: uno puede dejar la consola siempre en espera para que las actualizaciones se realicen en segundo plano. De hecho el consumo energético en esos modos es ridículo: en la Xbox One pagaríamos unos 14 dólares al año si viviéramos en Estados Unidos, por ejemplo. No tengo el cálculo para España, pero aquí tenéis una buena guía para perfilar ese gasto. Las ventajas de tenerla constantemente en espera son interesantes -también está el encendido instantáneo-, así que para los que sacáis partido de la Xbox One desde luego la idea es perfecta.
El problema es que yo la conecto tan poco que no me merece la pena. Me gustaría probar algún día a centrar todo el entretenimiento en la consola, porque como sabéis tengo el receptor de TDT para la consola y podría usar el NAS con cosas como Plex (la aplicación de reproductor multimedia de Microsoft es tan básica que da pena), pero me da pereza porque la Raspberry Pi funciona fenomenal como Media Center y consume muy poco. A lo que hay que añadir que para disfrutar de Plex en la Xbox One tienes que suscribirte a Plex Pass y son 40 dólares al año.
Qué quieres que te diga. Como que el rollo de las actualizaciones ya no me importa tanto.