Me ha encantado la última reflexión en The Verge de Vlad Savov, un editor que sigue clavándolo artículo tras artículo y que esta vez se ha parado para analizar una cuestión muy relevante: la de cómo el hardware sigue importando, y mucho. 

Lo ha hecho para una Apple absolutamente imparable en el terreno de los smartphones. Sus iPhone se han vuelto más importantes que nunca en su cifra de ingresos, y en el último trimestre de 2014 de cada 10 dólares que entraban en caja casi 7 provenían de la venta de algún iPhone. 

La cosa se pone aún más interesante cuando tenemos en cuenta el resto de dispositivos hardware, y como apuntaba Savov, ahí queda claro el desafío a la lógica que representa el negocio de Apple. El 93,5% de sus ingresos provienen de la venta de hardware, cuando lo fácil sería pensar precisamente que el modelo software (implementas una vez y te dedicas a vender copias, licencias o soporte) debería ofrecer una rentabilidad y un margen de beneficio muchísimo mayor. 

Aquí hay truco, claro: Apple ofrece una experiencia completa en la que el hardware es solo parte de la ecuación, pero es en la que ellos resuelven con determinación. El software parece ser gratuito -iOS y OS X se incluyen de serie en esos dispositivos y las actualizaciones están garantizadas durante bastante tiempo-, pero no lo es, porque proporciona un valor añadido al que Apple sabe ponerle un precio. Porque si quieres esa experiencia de usuario y cosas como esa cámara de los iPhones que siguen sin tener rival (otra gran reflexión de Savov), tienes que hacerlo en sus dispostivos hardware. Bueno, con el permiso de los sistemas Hackintosh, pero esa opción es casi anecdótica. Sea como fuere, todos esos dispositivos tienen una pega: que no están al alcance de cualquiera. Y Apple no quiere que lo estén.

En Cupertino han tenido claro siempre que  los usuarios deben pagar un plus por toda esa experiencia y han vuelto a desafiar a la lógica en su política de precios. No venden hardware de gamas de entrada en ningún segmento (e incluyo los auriculares tras la compra de Beats), no bajan los precios de sus dispositivos salvo en cambios de ciclo (y aún así siguen siendo caros comparativamente) y de hecho son capaces de subir esos precios cuando creen que hay argumentos justificados. Eduardo Archanco analizaba esta cuestión -entre otras- como factor clave del éxito de los ingresos récord de Apple, y no puedo más que darle la razón en sus conclusiones. 

Ninguna otra empresa ha logrado emular ese modelo, pero desde luego varias lo están intentando en los últimos tiempos. Savov menciona a varias de las grandes de Internet que han hecho o siguen haciendo sus pinitos al respecto (Google, Amazon, Facebook) y también a otras que han notado que el modelo de negocio ha cambiado tanto como los tiempos. Ahí está una Microsoft que parece estar tratando de reinventarse y que veremos si logra que sus smartphones (o sus Surface) se conviertan en una fuente de ingresos aceptable. 

Sigo diciéndolo: lo de Apple desafía la lógica, pero lo hace con argumentos demasiado poderosos, porque aunque lo que parece tener la etiqueta de precio es el dispositivo hardware, lo que en realidad compras es una experiencia de usuario a la que Apple por ahora parece poder ponerle el precio que le venga en gana. Y mientras siga logrando mantener la calidad de esa experiencia, no habrá quien le tosa. Que se lo digan a Samsung, que ya ni siquiera logra vender más smartphones en conjunto (y mira que tiene modelos) que Apple. 

Alucinante.