Ayer asistimos (¡pipi!) a TEDxMadrid, un evento que tenía ganas de conocer tras las buenas sensaciones que me llevé del TEDxRetiro el año pasado. A diferencia de aquel evento –que se repite dentro de un mes– en esta ocasión la entrada no era gratuita, y costaba nada menos que 57 €. Un coste que no entiendo muy bien dónde fue a parar (en la comida que ofrecieron seguro que no) porque, como explican sus organizadores, TEDx es un evento sin ánimo de lucro: no puede haber ni un euro de beneficio. Eso les honra, pero ni ese coste ni la reputación del proyecto ha demostrado poder garantizar la calidad de las charlas o que dichas charlas le lleguen a uno.

Teniendo en cuenta la variedad de temas, la verdad es que esperaba mucho de la jornada. Entre los participantes estaban dos personas que hablaban de proyectos que yo ya conocía y sobre los que había escrito (Fairphone y  DysWebxia/Dyseggxia). En ambos casos, la decepción fue absoluta, y al menos bajo mi punto de vista la comunicación de ambos ponentes dejaba mucho, mucho, mucho que desear.

Lo mismo ocurrió con la mayoría de las charlas: puede que algunos de los temas fueran interesantes, pero la forma de presentar muchos de ellos en el escenario fue pobre. Algunos no llevaban bien preparadas las charlas, y otros simplemente no tenían chispa, no conquistaban. Cuando uno ve las conferencias en TED (que no es lo mismo que TEDx, cuidado, estos son eventos independientes) se da cuenta de que los ponentes son seleccionados con mucho cuidado, y cada uno de ellos comunica de una forma especial. Incluso en el caso de que el tema no te toque personalmente, la charla acaba siendo, como mínimo, curiosa.

Ese no era el patrón en TEDxMadrid. Hubo sorpresas, como el descubrimiento de Jose María Pérez Peridis –la más destacada en mi opinión– o la originalísima aproximación a un tema tan delicado como la especulación urbanística de Daniel Fernández Pascual con su gazpacho de límites urbanísticos. Pequeñas luces en un escenario que sin duda tiene la mejor de las voluntades pero que carece de un filtro en el que deberían tomarse en cuenta tanto el tema como al ponente. No sé qué tipo de selección previa realizan, pero me temo que existe un peligro real de que si no cuidan ese apartado el interés de los eventos TEDx –que por lo demás son admirables por la pasión que organización (Antonella Broglia es un verdadero torbellino, fantástica) y voluntarios ponen– se irá difuminando de forma irreversible.

Lástima: el año pasado calificaba al TEDxRetiro como «un evento gratuito que no tiene precio». Me temo que la calificación de TEDxMadrid 2013 es precisamente la opuesta. Un evento caro que debió ser gratuito. Y repito: no todo el mundo puede –o sabe– comunicar.