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‘Assassin’s Creed: Shadows’ y los juegos infinitos

No juego ya demasiado a la consola o el ordenador, pero como sabéis a finales del año pasado me vicié de forma absoluta e irremediable con ‘Ghost of Tsushima‘. Pagué 38 euros por él con un poco de reticencia: no sabía si aquello valdría la pena y no suelo gastar mucho en videojuegos. La inversión fue en realidad un chollo, porque tras terminarme el juego en sí luego seguí jugando alguna de las muchas misiones que había disponibles.

Pero en un momento dado decidí que ya estaba bien de tanto Tushima y que mejor me dedicaba a otros hobbies. Y entonces va Ubisoft y lanza ‘Assassin’s Creed: Shadows’, que ya había cotilleado con los anuncios preliminares hace meses y que me atraía de nuevo por esa estética japonesa.

No pensaba comprarlo inmediatamente y no lo hice. Logré aguantar un par de meses, pero es que las críticas y la ambientación fueron demasiado. Acabé pagando 60 euros en la versión para Xbox Series S/X, y enseguida me puse a explorarlo.

De primeras reconozco que el juego me sobrepasó. Yo esperaba un ‘Ghost of Tsushima II’, pero esto va incluso más allá. Las misiones, cómo tus personajes van subiendo de nivel, cómo vas consiguiendo armas, cómo puedes lograr más experiencia y técnicas… era todo muy parecido a Tsushima, pero supervitaminado. Me mareaba tener tantas opciones, y reconozco que me parece bastante ridículo esa parte de tener que ir mejorando tu «guarida». El sistema de combate es similar al de Tsushima, pero no es tan rico en combos. Además, he aprendido por las malas que aquí luchar cara a cara contra enemigos de mayor nivel suele salir mal. Es, quizás, más realista. Y más difícil, salvo en el caso de las peleas con los ‘final boss’ de ‘Ghost of Tsushima’, algunas de las cuales eran épicas.

Pero seguí jugando, y poco a poco le he cogido el gustillo. No solo eso: me está flipando. Quizás no tanto como ‘Ghost of Tsushima’, pero aun así me está conquistando poco a poco. Los paisajes son fantásticos y el juego te anima a aprender cosas de la cultura japonesa de la época con las entradas del códice. Hay un nivel de detalle sencillamente asombroso —lo de hacer dibujitos de la naturaleza es casi hasta ridículo—, y está claro que se han esforzado en que haya una historia detrás, porque las secuencias cinemáticas son frecuentes y (en mi opinión) algo pesadas. Puedes pasarlas rápido dándole a los botones del mando, pero claro, si lo haces no te enteras de la trama.

Pero luego está lo otro. He tenido y jugado a algún ‘Assassin’s Creed’ en el pasado, sobre todo en el caso de los primeros, y ya entonces me pasaba que, como en otros juegos con mundos abiertos, me cansaba. Sencillamente, había demasiadas opciones. Demasiadas cosas que hacer. Puedes ir a la misión principal, sí, pero es normal distraerse si algún NPC te pide que le ayudes porque los bandidos están muy pesados o porque alguien le ha robado un saco de arroz. Con esta edición pasa eso, pero a nivel ya extraordinario. Llevo 25 horas de juego y el mapa me parece absolutamente insondable: apenas sí he explorado un 1% de lo grande que es, y ya viajo por cada región rápido porque lo que quiero es terminar la misión y ganar nivel. Y claro, eso hace que te pierdas parte de la experiencia, pero es que es una cosa o la otra.

Es algo que en cierto modo me frustra. Es justo lo que me pasó con ‘Starfield’, que me pareció maravilloso pero demasiado abierto. También me había pasado con ‘Red Dead Redemption’, que te pide una dedicación que no puedo darle. Y a este, la verdad, tampoco, pero en realidad estoy aplicando un método sencillo: juego en ratos robados que suelen ser largos —dos, tres horas— pero que se distancian mucho en el tiempo: una tarde tras el curro en la que no tengo que ganar a nadie al pádel, o una mañana del finde que estamos en plan vegetal en casa. Cosas así.

Todo esto me hace pensar que no creo que me acabe ‘Assassin’s Creed: Shadows’. Es infinito. Pero aquí me he dado cuenta del trabajo colosal que debe necesitar un juego como este, insondable y absolutamente extraordinario. Lo único malo, señores de Ubisoft, es que el día tiene 24 horas.

¿Lo otro malo? Que la segunda parte de Ghost of Tsushima, ‘Ghost of Yotei’, se lanza en octubre de 2025 para la PS5. No sé cuánto tardará en llegar a Steam, pero me da a mí que voy a resistirme poco antes de comprarlo. Debo tener algún tipo de problema con los juegos con estética japonesa en los que uno pueda usar una katana o algo parecido, porque ‘Ninja Gaiden’ es uno de los mejores juegos de mi vida, pero también lo fue ‘Soul Blade‘ (¡PS1!) y me vicié sin remisión con ‘Star Wars Jedi: Fallen Order‘ (su secuela, ‘Survivor’ es el próximo de la lista).

No sé. Me flipa dar espadazos. Igual fui samurai en una vida anterior. Y estoy pensando que igual eso tiene que ver con lo del pádel xD. Uhm. Si tenéis recomendaciones en este sentido, son bienvenidas, por cierto.

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