Hace diez años un chico argentino me escribió un correo electrónico. Se llamaba Javi Márquez y me contaba que llevaba siguiéndome un tiempo y quería pedirme consejo sobre cómo llegar a hacer lo que yo hacía.
Le di algunos consejos sin pensar que aquello pudiera llegar a nada más. Me respondió poco después diciéndome:
Ojalá algún día nos encontremos y pueda decirte “¿te acordás de aquel mensaje?”
¡Gracias por el ánimo y buena onda!
Aquello quedó así, y lo cierto es que nunca pensé que ocurriría todo lo que ocurrió después. Conté buena parte de esa historia hace más de tres años, en marzo de 2021, al escribir aquel ‘Buena onda, Javier‘. Por entonces Javi ya había logrado meterse en el periodismo tecnológico, y acabé actualizando ese post en diciembre de 2021. Javi había conseguido trabajo en Xataka.
Ahí es nada.
Desde entonces hemos tenido la oportunidad de vernos en videoconferencia bastantes veces. No solo en reuniones de equipo, sino en videollamadas que hacíamos entre los dos para saber cómo iba todo. Seguía la buena onda, pero claro, él seguía en Argentina y yo en el miniresort burgués.
Para él era complicado venir a España y para mí también ir a Argentina con toda la familia, pero de repente hace unas semanas hablamos en videollamada y me dio la noticia: iba a venirse a los Premios Xataka para estar conmigo y todos los compañeros. Por fin podríamos conocernos en persona.
Y así fue. Este martes, algo antes de los premios, quedamos parte del equipo para algunos preparativos previos. Allí llegué con mi compañero y (sobre todo) amigo Juanky, y tras saludar a algunos de mis compañeros, me di cuenta de que ahí, un poco más atrás, estaba Javi.
Y entonces, después de algo más de 10 años, pudimos darnos un gran abrazo. Qué chulo y emocionante, de verdad.
Y como dije cuando conté la historia, buena onda, Javi.
Buena onda.
Historias así ayudan a no perder la fe en la humanidad. Gracias.