Tecnología

La condena de las mejoras iterativas

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En The Verge hacen una cosa que me gusta mucho: opinan. No siempre, claro, pero suelen tener a menudo piezas de opinión con las que uno puede estar más o menos (o nada) de acuerdo, pero que al menos se salen del refrito número X de la noticia de turno. En Xataka también lo hacemos —yo suelo ser especialmente pesado con mis opiniones—, y lo bueno es que esos temas de The Verge también inspiran otros temas allí o aquí, en Incognitosis.

Es lo que ha ocurrido con la reflexión de Victoria Song, que ayer escribía un artículo titulado ‘Buckle up for some iterative smartwatches this year‘, o lo que es lo mismo, agarraos los machos, que este año vamos a ver smartwatches que son, en esencia, un rollo.

Lo son.

La redactora habla de cómo los relojes inteligentes se han convertido en un producto que año tras año parece ser prácticamente igual al del año pasado. Los Galaxy Watch6 de los que escribí el otro día son básicamente idénticos a los Watch5, pero al menos tienen la pantalla más grande y en el modelo Classic vuelve el estupendo bisel giratorio.

Pero salvo por eso, las diferencias son ínfimas. Pocas cositas en software y poco desde luego en un hardware que mejoraba ligeramente pero que es, en esencia, un másdelomismo™.

El problema no es solo de los Watch6, desde luego. Como Song indicaba con acierto en el tema, los iWatch Apple Watch llevan siendo un másdelomismo™ desde hace varias generaciones, y es difícil encontrar mejoras reseñables entre un modelo y el del año siguiente. El Apple Watch Ultra del año pasado sí planteaba un salto interesante tanto en prestaciones como en precio, pero este año se habla de que su segunda versión tendrá como gran novedad, atentos, un nuevo color titanio. Y ya.

Lo que está pasando con los relojes inteligentes es algo que llevamos años sufriendo en otros ámbitos importantes del ámbito tecnológico. Los móviles son el ejemplo más claro: la innovación en estos casos es limitada porque, hay que reconocerlo, el formato ha alcanzado la perfección. Son la solución al problema, sin más, y año tras año lo que vemos son casi las mismas soluciones al mismo problema. Los fabricantes se esfuerzan en darnos razones para comprar sus móviles: mejores cámaras, nos dicen, aunque sea un poco engañoso, y procesadores más potentes que necesitamos porque ahora la fotografía es cada vez menos fotografía y cada vez más inteligencia artificial. Los móviles cargan más rápido, tienen pantallas con mejores tasas de refresco y a veces nos intentan sorprender con chorreces como la de los LEDs de los Nothing Phone cuya utilidad práctica es discutible.

Pero es que algo tienen que hacer los fabricantes de móviles y de relojes inteligentes. Y no digamos ya los de los portátiles, que lo tienen especialmente crudo porque tanto ellos como los PCs de sobremesas, los móviles y los relojes inteligentes se han convertido en lo peor que pueden convertirse los productos tecnológicos:

Una commodity. Un producto básico.

Su adopción ha sido tan masiva —bueno, los relojes menos— que no hay ya apenas revoluciones que hacer, y cuando alguien llega con una idea curiosa la recibimos con expectación y alegría porque parecía que realmente estaba todo inventado. En la mayoría de los casos esas revoluciones no van a ningún lado (ejem, plegables, ejem), pero como digo, los fabricantes tienen que intentar algo para vender. Lo que sea. Aunque al final sus móviles/portátiles/relojes/PCs sean un másdelomismo™.

La gente, eso sí, parece ir dándose cuenta de cómo están las cosas. Ya no nos compramos el nuevo iPhone cada año. Tampoco cada dos años. No digamos ya con los portátiles o los PCs, con ciclos de renovación larguísimos de entre cinco y diez años en la mayoría de los casos: nos hemos dado cuenta de que nos apañamos con lo que teníamos, así que intentamos amortizarlo porque oye, lo nuevo es un másdelomismo™ (y la inflación no ayuda).

O quizás sea yo, pero como me paso la vida escribiendo de tecnología lo veo en el día a día. Todos copian lo que funciona porque innovar suele costar demasiado y no compensar a quienes lo intentan (mirad a la pobre LG). Es la ley de las mejoras iterativas que tan bien conoce Apple y, en cierto modo, del esfuerzo mínimo y el si funciona no lo toques. Reutilizar todo lo que se pueda —chasis, componentes, software— es una buena política para las empresas, que logran acotar costes y maximizar beneficios gracias a los másdelomismo™.

Hay, eso sí, innovaciones y momentos estupendos. Escasos, pero los hay. Los últimos que recuerdo, así a bote pronto, son ChatGPT y Midjourney—cómo no—, la Steam Deck y el Apple M1. Cosas que realmente plantean soluciones mejores a los problemas que ya creíamos resueltos y que no son un gimmick. El problema, como decía, es que son escasos, así que una y otra vez nos encontramos con una realidad.

La de que la tecnología se ha vuelto (bastante) aburrida. Al menos, en esos casos en los que los productos ya son demasiado maduros y están demasiado pulidos. La expectación que generaron cuando daban sus primeros pasos —todo mejoraba mucho más rápido— se convierte en inevitable tedio, así que cualquier pequeño detalle que trate de mejorar las cosas o de aportar algo mínimamente nuevo se recibe con una alegría especial.

Los fabricantes, claro, lo saben, y de ahí que fuercen la máquina con la maldición de la obsolescencia programada: no pueden hacer tampoco productos demasiado buenos y que duren toda la vida. De hacerlo se acabarían quedando sin negocio. Así que nos dan productos con fecha de caducidad y un poquito capados. Luego van desbloqueando mejoras (algunas las bloquean porque pueden hacerlo, estoy seguro) y nosotros celebramos esos hitos. No sé si os acordáis de algo que a mí me parecía absolutamente vergonzoso: los primeros iPhone no tenían copia y pega, y Apple tardó casi dos años en ofrecer dicha característica en sus móviles. Yo escribía entonces sobre ello en ‘iPhone 3.0, o cómo vivir del cuento‘. Es un triste ejemplo de cómo estamos en manos de empresas que nos tienen persiguiendo la zanahoria y permitiéndonos que le demos un mordisquito de cuando en cuando. Si nos la comiéramos toda, claro, se les acababa el chiringuito.

Así que ya sabéis, chicos. Tenemos mejoras iterativas para rato. Ajo y agua.

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7 comentarios en “La condena de las mejoras iterativas

  1. Federico Bustamante Gamboa dice:

    Pues si.

    Ya no es necesario cambiar de aparato electrónico cada año porque lo nuevo que ofrecen no merece la pana.

    Recientemente hicimos una encuesta en nuestro foro, que es minoritario, todo hay que decirlo, y salió que la mayoría de los ordenadores rondaban los 10 años, hasta los que se usan para jugar.

    A mí se me rompió el PC de ‘jugar’ y estoy dudando entre una Steam Deck enchufada a la tele, o uno de segunda mano.

    Esto ya lo he comentado: mi MacBook Air del trabajo y uso diario es del 2014, y lo que le queda.

    Los móviles los cambio cuando se rompen, y normalmente es por accidente.

    Y así con todo.

    Solución: si las ventas bajan, subo los precios y gano lo mismo, o más, con menos unidades. 🙂

    Da la impresión que ahora las empresas son sustentadas por los fanboys.

  2. Pablo dice:

    Detectar las tendencias es importante para un analista de la actualidad tecnológica. Hoy has cumplido como tal.
    La tecnología ha entrado en nuestra vida como una commodity, es importante pero ya no es rompedora.
    Ahora te toca detectar algo nuevo en el horizonte.

  3. Miguel Castillo dice:

    ¿Y por qué tiene que cambiar el hardware de un reloj todos los años? Antes los diseños de cosas duraban varios años y no pasaba nada. Es más los diseños eran cuidado y mejor pensados. A mi no me importa si un smartwatch tiene el mismo diseño 4 años. Si hay algo verdaderamente novedoso sacarán un modelo nuevo. Es lo que hace la compañía de mi SmartWatch que es Withings (durante una temporada fue propiedad de Nokia)

    Pero es que nos hemos metido en una «rat-race» para todos los años cambiar de dispositivos y los que no siguen el ritmo fuera, como le pasó a Siemens con los móviles que eran una castaña porque no sabian hacer diseños nuevos todos los años. Los alemanes diseñan bien y un modelo siguen a la venta 5 u 8 años y no pasa nada.

    La venta de hardware + software es que puedes seguir evolucionando el software. Mi smartwatch ahora tiene una experiencia mejor de usuario porque el software de la app es mejor.

    También es verdad en que temo el día en el cual el software ya no funcione. Un Rolex de hace 100 años funciona y tiene un valor. Mi SmartWatch tiene fecha de caducidad y no sé cual es-

    • Ana dice:

      El problema es que mejorar el software cuesta dinero, y no queremos pagar por las actualizaciones, así que las mejoras de software van al siguiente modelo en venta, quedando el del modelo antiguo funcional, pero sin integración con otro software y aplicaciones más reciente.

  4. Pingback: El iPhone que quería ser un PC | Incognitosis

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