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Malditas notas de voz

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Iba a escribir un poco sobre la Guerra de Ucrania, pero creo que estamos bastante saturados. La cosa está muy complicada, y me sorprende que Putin siga adelante con el mundo entero (o casi) convirtiendo a Rusia en un estado paria. Esto es malo para ellos y también para nosotros, pero el tipo parece no querer darse cuenta. Me llama la atención cómo todos están repudiando a Rusia y convirtiendo al matón de la clase en alguien a quien debería darle palo pasearse por los pasillos del cole, y solo espero que todas esas medidas acaben haciéndole entrar en razón. Ojalá que sí.

Vaya, al final sí he acabado escribiendo un poco sobre esto. Cambio de tercio.

Seguro que os pasa lo mismo: vuestros amigos y familiares cada vez os envían más mensajes de voz en WhatsApp. Uno va por la calle y ve a la gente sosteniendo el móvil no como un teléfono, sino como una bandejita pegada a la boca. Como si fueran a pegarle un mordisco. Pero no. Lo que hacen es hablar al micrófono en esa posición, algo que me choca porque podrían hacerlo igualmente con la forma tradicional de hablar por teléfono.

Es, diría, una seña más de que los tiempos cambian. De eso de ‘No molesten, estoy en mi mundo‘. De que llamar no mola —no lo hace desde hace tiempo— y lo que mola realmente es la comunicación asíncrona. Ya sabes: tú me dices algo y no te tengo que contestar inmediatamente, como sí ocurre al teléfono. Lo leo u oigo (o no) y ya te contestaré cuando me apetezca (o no).

En The Guardian hablaban del tema la semana pasada con un post bastante estupendo y que hacía algo que a mí me encanta: abrir un poco la mente. Yo odio los mensajes de voz, y de hecho escribí un poco sobre ello en mi post de 2017, ‘Tres historias sobre el futuro de la voz‘. Me parecen un recurso egoísta: el que los graba no quiere perder el tiempo escribiendo, así que hace lo más rápido, que es grabarlos con la voz.

¿Y yo por qué tengo que tirarme un rato escuchándolos, cuando los leo mucho más rápido? Es cierto que WhatsApp introdujo el botón para escucharlos a 1,5x o 2x, pero aún así, no me gustan. Entre otras cosas, porque no puedes «buscarlos»: en WhatsApp puedo encontrar el mensaje de texto en el que hablaba con un amigo de un viaje. Intentadlo con el audio. Meh.

El caso es que en The Guardian había posturas encontradas. A las desventajas evidentes de los mensajes de voz —como las que yo encuentro— estaban las ventajas que otros sí valoran. Por ejemplo: los mensajes de texto no comunican emociones tan bien como la voz. Los emojis y los GIFs han aliviado mucho eso, pero en cierta medida es cierto. Pero es que luego está el recurso eterno para parecer alegre y animado en WhatsApp: conozco a una persona que añade una admiración al final para todo lo que escribe, aunque diga «He comprado patatas!» o «Mi hijo tiene coronavirus!». Es genial: todo es emocionante y todo parecen buenas noticias aunque sean malas.

Otros dicen que está el problema del superpoder de los mensajes de voz. Es un poco lo que yo decía antes del egoísmo. El que manda el mensaje de voz tiene el poder: quiere que su voz sea escuchada, y puede estar minutos y minutos enrollándose sin que tú puedas hacer nada. En una conversación de teléfono o en la vida real puedes interrumpir a la otra persona y hacer algún apunte. Aquí no. Como mucho, claro, puedes dejar de escuchar el mensaje.

Para mí, como decía otra persona, es inevitable pensar que si envío un mensaje de voz le estoy haciendo perder tiempo a la otra persona. La gente tiende a enrollarse si le dejan, y los mensajes de voz son una herramienta estupenda para hacerlo. Los argumentos que exponían en The Guardian son interesantes a la hora de defender estos mensajes de voz, pero yo, la verdad, no me los trago.

Una chica que los usaba de forma frecuente decía que esos mensajes le acercan más a las personas con las que está en contacto, y a mí me hubiera gustado contestarle dos cosas. La primera, que se lea esa columna maravillosa y visionaria de Elvira Lindo escrita en 2011 y titulada ‘No me quieras tanto‘. Y la segunda, algo que va a entender aunque no se lo mande con otro mensaje de voz o con un mensaje de texto con emojis, GIFs o signo de admiración al final:

Si quieres acercarte más a las personas con las que estás en contacto, no seas hipócrita. Llámalas. Mejor aún: queda con ellas y tómate un café o una caña.

El que quiere, puede.

He dicho.

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25 comentarios en “Malditas notas de voz

  1. Manuel dice:

    Efectivamente, con texto encuentras algo anterior con cierta facilidad, si es voz olvidate, no vas a escucharte tropecientos mensajes…
    Cuando alguien envia muchos mensajes de voz, habría que recordarle que si quiere decir algo importante que se deba hacer, mejor con texto.

  2. Overcorp dice:

    Los mensajes de voz se graban por un único propósito, es más rápido que escribir mensajes, sobretodo largos. En mi caso los odio con todo mi ser pero en mayor medida cuando son de trabajo.

    • Es algo que tengo recomprobado. Evidentemente es difícil decirle a la peña «es que no me apetece llamarte/verte/quedar ahora», así que uno busca excusas cuando realmente podría. Y esas excusas, para que duelan menos, pueden ir con emojis. Cuando no son del tipo «Tengo que comprar patatas!».

      Lamentable. Lo dicho. El que quiere, puede.

  3. Miguel Angel Rivero dice:

    «Ya sabes: tú me dices algo y no te tengo que contestar inmediatamente, como sí ocurre al teléfono. Lo leo u oigo (o no) y ya te contestaré cuando me apetezca (o no).»

    Como odio esto que comentas… Sobre todo con mis hijas, que dicen que no se usar el whatsap. Dicen que si yo les pregunto algo, no tienen por qué leerlo o si lo leen no tienen por qué contestarme en ese momento. (Eso sí, si es algo que les interesa a ellas, no te demores un minuto!)
    Yo lo considero una falta de educación. Si estamos cruzando mensajes (y se dispone de tiempo) hay que seguir haciéndolo hasta que se zanje el tema y se despida uno como es debido.
    Luego está el tema de los mensajes de voz… Si no es de mis padres, no leo ni uno

    • Sobre todo cuando efectivamente alguien te escribe, le contestas inmediatamente y la conversación queda abierta, pero la otra parte tarda horas o días en contestar. No lo soporto y hay mogollón de gente que lo hace. ¿No habías empezado tú con tu mensaje?

  4. Yllelder dice:

    Siempre queda la venganza. Contestar tú con un mensaje de voz lleno de «pueeees», «así queeeee», «entonceeees», y cualquier palabra que no aporte ninguna información.

    Hay que pensar que quien manda mensajes de voz, lo último que piensa es que te molestan.

  5. He revisado vuestro sitio, encuentro muchos artículos muy buenos y, sobre todo, la narrativa en el estilo que usan. Me agrada e ilustra, así que tomo la decisión de convertirme en un suscritor. @Zavala_Ra

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