No tengo nada en contra de Ibai Llanos. Tampoco nada especialmente a favor. Soy medio apático. Indiferente. Me ocurre como con toda esa nueva generación de influencers: sus contenidos no me dicen nada. En la mayoría de los casos, o no los entiendo, o no me hacen gracia.
Aquí hay un claro problema generacional. Seguro que habéis tenido esa sensación. La de estar con gente más joven y no pillar por qué se están riendo de algo. Para ellos es súper gracioso, pero tú te quedas mirándolos sin comprender nada. Pues con estos chavales —elRubius, AuronPlay, o Ibai— me pasa eso: no entiendo sus vídeos. Ni me río, ni me entretienen.
Esa es una poderosa razón para envidiarles, claro. ¿Cómo es posible que esta gente gane los dinerales que gana? ¿Por poner caras absurdas al abrir un sobre de cromos virtuales? ¿Por verles «reaccionar»? ¿Por darle un susto a sus colegas? ¿Por enseñar su nuevo y flamante cochazo? Es lo que decía del escaparate de las vanidades, pero nivel Dios. Y es también envidia pura, claro: ya me gustaría a mí, pero es que no me sale.
Con el fenómeno Ibai me pasa algo parecido. No entiendo qué tiene de especial este chico. Parece rápido y ocurrente —y ciertamente trata de ser más racional y responsable que muchos de sus colegas de profesión—, pero no sé si eso es tan importante. Lo es probablemente cuando retransmites un evento, pero ¿es tan bueno como para convertir en oro todo lo que toca? De retransmitir partidas de videojuegos ha pasado a retransmitirlo todo en Twitch y ser colega de mucha gente importante. Fue uno de los privilegiados que pudo entrevistar a Messi cuando llegó al PSG (o comprar los derechos para retransmitir en Twitch su partido de debut), y de repente es tratado como un rey allá donde va. Aunque aparezca con sus colegas en chándal en uno de los mejores restaurantes del mundo. Son gente maja.
El caso es que a mí, como supongo que a mucha otra gente, me asombra este fenómeno. La influencia que han logrado todos estos chicos es alucinante, y entiendo que con la cantidad de seguidores que tienen —aunque la media edad de dichos seguidores sea normalmente baja— es difícil que marcas, empresas u otros famosos no les sigan el rollo. No hacerlo es ir a contracorriente. En cierto modo, es como luchar contra molinos de viento.
El caso es que esta mañana los compis de trabajo hablábamos un poco del tema en Slack. Ibai ha anunciado un MasterChef de influencers («Disaster Chefs», lo llama) y en el debate nos preguntábamos si lo de hacer este programa no era más que la demostración de que al final los viejos formatos y programas de la tele no están tan viejos.
Ibai de hecho ha acabado haciendo muchas de las cosas que se hacían en la tele tradicional: retransmisiones de fútbol, retransmisiones de las campanadas, su propia versión de Eurovisión (Ibaivisión), su propio programa de entrevistas tipo ‘El Hormiguero’ —se llamaba «Charlando tranquilamente«— y ahora ese Master Chef.
Ha hecho otras muchas cosas, y algunas bastante sorprendentes (por no decir otra cosa) como el torneo mundial de globos, pero al final lo que vende Ibai, como sus colegas de profesión y el mundo de la tele —o al menos, parte de ese mundo— es entretenimiento, ni más ni menos. El tema es que lo que hace Ibai no es distinto de lo que han hecho los famosos, los comentaristas o los presentadores de televisión durante años.
Con los compañeros teníamos diferencia de opinión. Para mí ocurría eso: Ibai estaba haciendo básicamente lo mismo en Twitch o en YouTube que lo que antes (y ahora) se hacía en la tele. La diferencia, claro, era la audicencia. La tele la ve quien la ve (y cada vez menos gente) y Twitch o YouTube lo ve mucha gente. Cada vez más, y no necesariamente joven, aunque a estos chicos les ven otros chicos aún más chicos —valga el juego de palabras—. ¿Qué han logrado Ibai y el resto de influencers?
Entender a esas audiencias y adaptarse a ellas. Hablar como lo harían con los colegas, pero diría que algo exagerada. Teatral. Sobreactuada. Con (normalmente) muchas palabrotas, con muchos aspavientos, con inflexiones de voz raras, con gritos, con zooms locos hacia dentro y hacia afuera, con risas constantes. Es la antítesis de la habitual monotonía y formalidad del formato televisivo: uno que está muy encorsetado, y que precisamente siempre ha premiado a quien se salía del guión —se me ocurre Risto Mejide, por ejemplo—. Solo Telecinco ha explotado el esperpento, y de hecho es algo así como un híbrido de estos influencers y la vieja televisión: yo no entiendo Telecinco, eliminaría esa cadena de la faz de la Tierra. No me entretiene y creo que sus programas eliminan neuronas, pero oye, ahí están, con su lenguaje y sus programas soeces, con ese culto a lo vulgar. Inmortales, cosechando buenos datos de audiencia porque entretienen a mucha gente.
Pues con los influencers como Ibai, lo mismo. Han encontrado una audiencia que no sabíamos que existía —anda, si hay millones—, y la han sabido aprovechar. Una audiencia además que es muy rentable a la hora de compartir contenidos y encumbrar a sus ídolos. La cultura de los likes, los retuits, los chats y los memes es poderosa. No sé si estarán orgullosos de lo que hacen, pero lo que está claro es que el truco les funciona. Es lo que decía a mis compis esta mañana en Slack, y me cito:
«No veo que hagan nada nuevo: están usando Twitch para lo que ya se hacía en la tele. Lo que no es copia, insisto, son temas derivados de la telebasura: la gente mayor la ve por los cotilleos, la gente joven lo ve para ver las caras (falsas) que ponen estos pollos al abrir sobres o al gastarle una broma al colega de turno. Enseñan sus casas, sus coches, sus cenas en restaurantes con estrellas michelín (corazón corazón), hacen galas de navidad, retransmiten partidos, opinan sobre cualquier cosa (rollo ARV) y lo hacen igual que lo hacían en la tele, pero con muchos tacos y bromas soeces. Que igual yo estoy mayor, pero no veo nada especialmente fresco. Es aprovechar el lenguaje de los chavales. Yo no creo que vea Twitch (o a los influencers) en plan abuelo. Soy súper pragmático: hay cosas que no son para mí y lo acepto, pero no veo tanta frescura. Veo simplemente otro lenguaje y desde luego algunos recursos a los que dan acceso las nuevas plataformas (por ahí se adaptan a las audiencias».
Al final, insisto, ese es el truco. Adaptarse a la audiencia y a su lenguaje. Tienes que tener talento para ello, pero si te sale natural y te gusta —como a Ibai— eso se nota, y conectas con el chaval del otro lado de la pantalla. Que alguien logre captar la atención de otra persona es oro en estos tiempos. Así que bien por estos influencers, que han sabido dar con la tecla y nos han dejado a los maduritos anclados en nuestra televisión, nuestra radio y, en plan súper moderno, en Twitter o en blogs como este. Intentando captar esa misma atención, pero con formatos y lenguajes que igual se están quedando atrás.
O quizás no. Quizás simplemente cada uno tenemos nuestras audiencias, y las que venden ahora a lo bestia son las de estos chicos. Al final (casi) todo es entretenimiento.
Este blog, por cierto, también.
Joder Javi, no esperaba de ti este post con olor a boomer y lloreria…
Igual es que soy un boomer. Y no hay lloro aquí, solo opinión.
Hombreee boomer tal vez, pero realmente lo que dice es que lo que hacen es televisión que al fin y al cabo es cierto. No por ser televisión no obstante, no deja de ser novedoso. La gracia es que es televisión DIY y más cercana. Es el equivalente a comparar a los primeros blogueros con los columnistas de la prensa. No es algo nuevo, como tal, pero en cierto modo sí. EMHO
Sí, iba sobre todo de eso. Lo viejo vuelve a ser nuevo, parece.
Estoy de acuerdo que igualar el contenido online a la tele, es como igualar los blogs a la prensa, como ha comentado Jher, ambas se basan en juntar letras pero cada uno tiene un lenguaje, un contenido, un formato diferente. Y que la clave precisamente es que está haciendo esos mismos formatos, pero adaptados al medio y a la audiencia donde se encuentra.
Y esto lo escribo, siendo espéctador bastante habitual de Twitch, no veo programas de entrevistas en la tele porque los entrevistados pocas veces me interesan, pero si Ibai trae a jugadores que suelen salir poco en medios (hablar de por qué esos jugadores no van a medios, pero si a Ibai sería otro tema, relacionado con cómo lo trata y cómo quieren exponerse cada uno de ellos).
Cuando Masterchef iba de cocina, lo veía, cuando los programas empezaron a durar 2 horas y traer celebrities de dudosa relevancia que por mi edad (26) apenas reconozco, dejé de verlo. Si me pilla , pues veré a Ibai en su Master Chef, porque reconozco a los que van, y al menos me sirve para tener de fondo y soltar una sonrisilla con algún chascarillo.
Y otros tantos ejemplos.
Y viendo no ya como espectador, si no como posible anunciante, o una marca que quisiera «caer bien» a estos streamers, añado números: el otro día el streamer TheGrefg hizo «su versión de los Goya» pero con premios para Youtubers, streamers, etc. Un teatro alquilado, con cámaras, equipo, producción, su correspondiente catering, … Comentó que le había costado medio millón de euros, ¿cuánto cuesta un formato similar en TV? El hecho de que abaraten el producto, permite que sea mas rápido, más fugaz, que es lo que se demanda en la era de las redes sociales, nos guste o no, cada «gran evento» de este tipo, provoca que se copen las tendecias de Twitter, tenga cientos de miles de reacciones en Instagram, con su correspondiente product placement. Pues todos contentos en la ecuación, los streamers tienen dinero y contenido, los anunciantes donde conseguir exposición y los espectadores conteniendo para entretenerse.
Lo adaptas un poco, claro. Yo no hablo aquí a los que me leéis como a los que me leen en Xataka, y si escribiera en el País probablemente estaría aún más encorsetado (o quizás no). Lo que comentas de TheGrefg es precisamente lo que yo decía: están aprovechando viejas ideas y las hacen con su lenguaje.
O lo que es lo mismo: básicamente están haciendo refritos. Unos que parecen más frescos con estos poniendo caras, diciendo palabrotas, estando de risas y con un rollo muy desenfadado, pero es al final un poco lo mismo. Pero oye, les funciona y entretienen a su audiencia. Bien por dar con la tecla, insisto.
Yo diría que en este fenómeno aparecen diferentes circunstancias:
Primera: cambio generacional. Ortega lo establecía en 15 años. En tu caso, clavado. (Recuerdo a mi abuelo entristecido por que ya no entendía las pelis que a mí me parecían obvias.
Segunda: la bajada de nivel intelectual, y no me queda más remedio que recurrir de nuevo a Ortega y su famosa rebelión.
Tercera: la brusquedad de los cambios. Hasta el punto de dejar marginadas a generaciones completas como los no iniciados digitales.
…… seguiría con más circunstancias, es un gran asunto para reflexionar.
¿Ortega es… Ortega y Gasset? No lo he leído, pero si ya habló de esto desde luego merece la pena echarle un vistazo. Lo de la bajada del nivel intelectual no lo he dicho yo, ¿eh? ¿Por esa regla de tres los que ven Telecinco tienen menos nivel intelectual que yo?
Peligrosa afirmación: diría que tienen otra forma de entretenerse, sin más, aunque desde luego parece contradictorio que alguien formado se apunte a ese tipo de entretenimiento. Teóricamente deberían ver la 2, por ejemplo.
Buenas JaviPas,
¿Porqué crees que es contradictorio? Yo me considero una persona formada, he estudiado una ingeniería superior, diferentes certificaciones técnicas (de Oracle, Microsoft y AWS concretamente), he vivido en el extranjero, hablo inglés perfectamente…. Y veo T5 porque me entretiene, sin más. Veo la isla de las tentaciones y me engancha mogollón….
¿Me tengo que avergonzar por ello? Yo creo que ni mucho menos, he tenido muchas veces esta conversación con amigos y compañeros de trabajo, con formación similar a la mía y que opinan que ver T5 es poco menos que para gente que no sabe ni leer ni escribir. ¿Por ser una persona formada he de ver documentales en mi tiempo libre? ¿Eso es lo que me tiene que entretener? No entiendo la relación en tener una serie de capacidades intelectuales/inquietudes y que para entrenerme tenga que ver según qué contenidos.
Y lo de asociar lo que uno ve en la TV al nivel intelectual de la persona ya sin comentarios… sé que no lo has dicho tú (es más, afirmas que es peligroso decir eso, cosa con la que no puedo estar más de acuerdo, yo aun lo calificaría con otras palabras). Quizás es al revés, yo considero que el nivel educacional en general ha bajado en los últimos años (a consecuencia probablemente de decisiones políticas, yo soy de las primeras generaciones de la ESO, así que me considero relativamente cercano al bajo nivel de educación actual) y, en consecuencia no sólo la TV, sino todo el entretenimiento en general, se ha adaptado a ello para “sobrevivir”. Pero es una consecuencia, no una causa, que es muy distinto.
Todo esto IMHO, por supuesto! Que quien generalice, se llame Ortega o se llame Pepito, seguramente se equivoca 🙂
A mí me choca pero entiendo que T5 juega con emociones primarias. Me llama la atención ‘La Isla de las Tentaciones’, por ejemplo, pero porque a todos nos gusta que nos alegren la vista. Es entretenimento como cualquier otro —jugando con la delgada línea del porno, como hacen tantas chicas y mujeres en sus redes— así que el que quiera entrar ahí, sea astronauta o trabaje en profesiones más modestas (e igualmente dignas, cuidado), que lo haga.
No sé yo si la educación será especialmente responsable. Puede que sí, pero supongo que es la sociedad en general. Nos gusta no pensar (o pensar poco), las gratificaciones instantáneas y los chutes de endorfina continuos. Eso no es precisamente lo que vendían en el programa ‘La clave’ en la 2, por ejemplo. Afortunadamente hay más de todo para todos, aunque ciertamente los contenidos de entretenimiento soez o choni son en mi opinión peligrosamente predominantes.
¿Somos lo que vemos en televisión? Argh.
Otra cosa de Ibai es que es bastante amable con quiénes entrevista, y en general tiene un tono lúdico con todo. Nunca le verás ser ácido en demasía.
De todos modos, lo esperado es que han ido derivando gran parte de la web visible en algo similar a la televisión, para gran parte de la población. Los que crecimos en los 90 y tempranos 2000s , aquello era una sopa de letras, pero muy viva y llena de información poco filtrada.
Este fenómeno de los influencers, es la adaptación de algo viejo a un medio nuevo, con sus matices 🙂
También lo es Evolé. Al final al entrevistado le gustan las entrevistas facilonas, y si alguien se gana otra reputación diría que prefieren declinar.
Como dices y como decía, lo viejo vuelve a ser nuevo, también en esto de la tele. Que sí, que hay nuevos formatos (TikTok ha entendido perfectamente cómo funciona ahora el mundo, en dosis de 10 segundos), pero lo curioso es que esta gente está haciendo lo de siempre, solo que en Twitch en lugar de en La Sexta o en La 1.
A mí me parece contenido basura, como bien indicas, el mismo que había en la televisión, chismes, bromas burdas, comentarios sarcásticos, muchas veces sin venir a cuento, etc. Lo que si me da mucho gusto es que ahora ya no me tengo que fumar lo que emite el canal de turno, veo lo que quiero cuando y cómo quiero y eso es lo genial de está época, hay contenido para todos los gustos.
Ahora respecto al éxito de los influencers es por el público al que van dirigidos y porque muestran el estilo de vida que todos quisiéramos tener (incluidos los más adultos), con viajes, coches de lujo, casa de ensueño, la vida de las estrellas deportivas y ahora los niños y jóvenes idealizan esas «profesiones» pues es el vehículo para vivir «el sueño».
+1M