Kote, que fue compañero de aventuras en Xataka durante muchos años, es una de esas personas con una cuenta en Twitter que en mi opinión todo el mundo debería seguir. Su pasión por la fotografía y el arte son refrescantes, y a menudo nos descubre imágenes y artistas fantásticos.
Entre esas imágenes —por cierto Kote, quizás vendría bien un hashtag en ellas para categorizarlas y agruparlas— hay unas que a mí me llaman siempre la atención. Son las de las casas que nos muestra a través de los ojos de fotógrafos y arquitectos. Son casas fantásticas, mágicas, originales. Casi imposibles. Incluyo algunas de ellas a través de sus tuits en este post, espero que a Kote no le importe. Babead como yo.
En casi todas ellas, no obstante, me surge una duda. Siempre me pregunto lo mismo: qué pasa con internet en esas maravillas, porque lo normal es que estén en medio del desierto, en un acantilado o en la montaña. Casas de gente que quiere huir (un poco o un mucho, a saber) de la civilización y que gracias a eso puede lograr espacios casi imposibles. como decía.
En todas esas chabolas prodigiosas me falta eso, una buena conexión a internet que me permita disfrutar de mi partidita al ‘Battlefield 1’ online y de poder seguir escribiendo por aquí o de ver Netflix. Y claro, la fibra de Telefónica probablemetne no llega a donde está esa cabaña venida a más, y lo de conectarme vía datos móviles también lo veo poco práctico.
La solución, claro, es una conexión satelital. Eso hace años no era tanto una solución como una condena. Hice un artículo hace años para PC Actual y me costó sangre, sudor y lágrimas lograr información sobre el tema. El satélite Hispasat proporcionaba este tipo de servicios entonces y lo sigue haciendo ahora a través de comercializadoras como Eurona, pero la conexión sale por un pico. 44,90 euros al mes y te dan 40 GB de cuota de datos (como en los móviles) a 30 Mbps de velocidad. La latencia no la publicitan, pero en los foros de bandancha hablaban hace años de que rondaba los 600 ms. Buf. La cifra es enorme (yo tengo 2 ms en mi línea de fibra de O2), y deja claro que esas conexiones, si alguien las contrata, son simplemente la única salida para quien las usa.
Eso se podría acabar pronto, porque Starlink, la red satelital de Elon Musk, está ya en marcha. Hablaba esta mañana de ello y de cómo los primeros en probarla están encantados. Aunque las velocidades medias de descarga rondan los 60 Mbps (subidas de 15-20 Mbps), hay casos en los que esa velocidad supera los 200 Mbps. Las latencias, por cierto, son aún más sorprendentes, apenas 18 ms en algunos casos, una cifra que permite jugar en juegos online competitivos (Fortnite, Battlefield y demás) sin aparentes problemas.
Eso, amigos míos, representa el fin de un problema que hasta ahora tenían todos los que vivían y trabajaban en el campo. Puede que ellos no tuvieran tampoco muchas necesidades en este ámbito, pero seguro que aún así acaba haciendo lo que decía Nokia. Ya sabéis, connecting people.
Yo ya me estoy viendo. Comprando un terruño con vistas al mar, montándome el casoplón de Tony Stark (con jardín y barbacoa, Sally, of course). Con una conexión satelital de Starlink estupendísima para seguir jugando mis partiditas o escribiendo estas cositas, y, cómo no, con un Tesla para moverme por ahí cuando lo necesite, claro. Rollo ermitaño 2.0.
Todo muy Musk, que me tiene ganao.
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