‘Black Mirror’ es una serie imprescindible para los amantes de la ciencia-ficción y las distopías. Ya sabéis, esa palabra que se ha puesto tan de moda y que describe hipotéticos futuros de pesadilla que se derivan de cómo nos lo estamos montando actualmente.
La serie es estupenda porque no fantasea demasiado. De hecho la mayoría de esos posibles futuros distópicos que pinta son factibles en un plazo relativamente corto, y ya hablé de hecho de cómo en algún caso lo que cuenta ‘Black Mirror’ no va tanto del futuro como de nuestro -en algunos ámbitos- terrible presente.
El caso es que ayer creí que estaba viendo un episodio de ‘Black Mirror’ cuando me enteré del lanzamiento de Amazon Halo, el nuevo producto-plataforma con el que este gigante entra en el cada vez más lucrativo segmento de los wearables y la monitorización de la actividad física.
En The Verge contaban bastante bien de qué va el tema, y lo cierto es que de primeras el producto sorprende: una pulsera cuantificadora diferencial porque, atención, no tiene pantalla. Solo tiene sensores para registrar un buen montón de cosas, pero curiosamente cede el protagonismo de la consulta de datos al móvil. Por no dar no da ni la hora, algo que es llamativo y que permite por ejemplo que pueda presumir de una autonomía de una semana, que por cierto, no parece tanto si vemos que dispositivos básicos como el Amazfit Bip con pantalla rondan también esa cifra.
Los problemas y las distopías llegan cuando nos enteramos de que este wearable no solo monitoriza tu actividad, sino que además te invita a que lo conviertas en un Pepito Grillo de la actividad física y emocional. En el primer caso puedes sacarte unas fotos en gallumbeles (chicos) o ropa interior femenina (chicas) y esas imágenes acabarán en los servidores de Amazon, donde su plataforma construirá un modelo 3D de tu cuerpo que te permitirá saber tu porcentaje de grasa corporal así, a base de fotos. En Amazon dicen que lo calculan mejor que las típicas básculas con impedancias bioeléctricas, pero yo, la verdad, no me lo creo.
En el segundo caso (la monitorización emocional) podrás dejar a la pulsera que registre tu voz para luego indicarte según el tono si estás teniendo un día bueno o malo y registrando esas grabaciones para que puedas categorizarlas y -creo haber entendido- generar una especie de diario emocional. Bueno, para eso y para «entender cómo les suenas a otros, ayudándote a mejorar tu comunicación y forma de relacionarte».
Dejemos por un momento aparte el tema de la privacidad: Amazon no solo te cobra por la pulsera (además un pastizal, 99,99 dólares en precio promocional), sino que además te cobra otros 3,99 dólares al mes para acceder a las funciones súper top del servicio y aprovecharse de esa inteligencia artificial rollo el citado Pepito Grillo que como digo teóricamente permitirá que tu vida sea mejor. Suscríbete y Amazon te dirá cuando suenas enfadado (por si no lo sabías) o cuándo estás gordito (por si no te miras al espejo).
A mí la idea me parece absurda y peligrosa. De hecho este producto me parece una pesadilla hecha realidad. Un dispositivo hecho por y para registrar buena parte de lo que hacemos y nuestro estado emocional cuando nosotros ya sabemos qué hacemos y cuál es nuestro estado emocional. Para lo primero creo que es mucho más inocuo comprarse una báscula que mida estas cosas -se me ocurre la Mi Body Composition Scale, que está a 19,99 euros en Amazon-. Para lo segundo creo que es mucho mejor hacer un poco de introspección y solucionarlo hablándolo con tu pareja, tu familia o los amigos. Y si es con unas pipas y una cañita, mejor que mejor.
Pero volvamos al tema de la privacidad que habíamos aparcado. Amazon de repente quiere convertirse en compañera inseparable de nuestro estado físico y anímico, y aseguran -como todas- que tú tienes el control sobre tus datos y que la inmensa mayoría de las cosas que registras no salen de tu teléfono. Además, puedes borrarlas cuando quieras, explican al hablar de este delicado apartado de su Amazon Halo.
Yo, una vez más, no me lo trago. Entiendo lo valiosos que son esos datos para quien quiere vender productos y servicios que hagan mejor nuestra vida, así que me resulta incompresible que Amazon quiera o pueda renunciar a ellos al vendernos un producto y un servicio como este.
A mí Amazon Halo me parece un producto chivato y traidor. Un cotilla hecho wearable que no entiendo porque creo que hay alternativas mucho mejores a la hora de mantenerse más sano o más animado. Los circulitos de los Apple Watch y sistemas equivalentes de sus rivales en el terreno de los wearables han demostrado que ese problema ya está resuelto sin pagar suscripciones -aunque las suspicacias con la privacidad estén también presentes en todos ellos-, y lo que temo aquí es que se inicie otra peligrosa tendencia para copiar a un Amazon Halo que ya no cuenta pasos: cuenta decepciones o alegrías escuchándonos hablar.
No seré yo el que compre o recomiende este producto. De hecho, espero que fracase de forma aplastante y absoluta. Amazon hace muchas cosas muy bien, pero este tipo de ideas y productos hacen que nos demos cuenta (de nuevo) que esto es una empresa, y que las empresas están ahí para ganar dinero vendiéndonos cosas.
Eso está bien, pero no a toda costa. El fin no siempre justifica los medios.
«…no parece tanto si vemos que dispositivos básicos como el Amazfit Bip con pantalla rondan también esa cifra…»
El Bip ronda entre las 2 semanas y el mes dependiendo de las actividades que grabes y ese gasto de batería al registrar actividades viene más porque activa el GPS que por el «seguimiento» de constantes. Por lo que el cacharrillo de Amazon además de caro y levantar suspicacias (e intentar clavarte una suscripción), falla en lo que debería ser su punto fuerte al no tener pantalla: la autonomía.
Además.