Tecnología

Ruido

·

Me llama hace un rato un amigo.

—Oye, que queríamos invitaros a venir a casa este sábado.

Me quedo un poco estupefacto. Espero unos instantes. Tras una pequeña pausa, mi amigo continúa hablando.

—Sí, bueno, ya sabes. Así podemos daros unos besos y abrazos. Queríamos hacer una fondue para comer.

Fiu, me digo. Sonrío y le sigo la broma.

—Y luego botellón. Calimochos en el mismo vaso de mini, litronas de Mahou a morro.

—Eso es. Justo —concluye él.

Luego, claro, empezamos a contarnos la situación. Hacía tiempo que no hablaba con él, pero con los amigos ocurre que eso da un poco igual. Al poco compartimos impresiones. Qué días tan difíciles, decimos los dos. Qué chungo todo, y lo que queda para mucha gente. Quienes llevamos teletrabajando tantos años (como este amigo y yo) llevamos esta reclusión con bastante soltura por ahora —veremos los niños, que son además un reto para la productividad—, pero supongo que para mucha gente esto es una situación difícil de sobrellevar. Por aquí, como por todos lados, parece haber dos bandos: los que creemos que esto es preocupante, y los que creen que no es para tanto.

Los datos, yo diría, nos dan la razón a los primeros, pero tal y como yo lo veo la inacción de los segundos —esto son vacaciones, vayamos de terracitas, de copas o al parque a que se junten los niños— no ayuda a la situación. Al menos eso es lo que parecen decir los datos.

Y ahí está uno de los problemas. Saber qué datos son buenos. A quién creer.

Lo comentaba también con mi madre ayer. Está en grupos de WhatsApp con amigas y lo habitual es que reciba una cantidad tal de desinformación que cualquiera podría acabar tarumba si hiciese caso. Le llegan mensajes de lo más curiosos desde hace tiempo, y aunque muchos son fácilmente identificables como fraudes o mentiras, otros no están tan claros. De cuando en cuando me comparte alguno, y yo asisto asombrado a las cosas que se difunden y que acaban siendo creídas por gente educada y formada como mi madre. Y le digo a ella que no se fíe. Que trate de contrastar esa información. Que se lo cuestione todo.

Con el coronavirus está pasando eso a niveles brutales. Hoy mismo aparecía un artículo muy curioso titulado ‘Why your government isn’t acting on the Corona/COVID-19 threat‘. Por qué tu gobierno no hace nada para contrarrestar el coronavirus, vaya. El tipo daba dos versiones de esa gráfica que se está haciendo tan famosa. Ya sabéis, la de aplanar la curva.

La primera, la que muchos conocemos. Hay una capacidad de asistencia sanitaria en cada país, así que en lugar de que mucha gente se infecte de repente y no puedan ser tratados todos, la idea es la de aplanar la curva: que los casos no crezcan tanto aunque la presencia de los contagios dure más tiempo. De ahí lo de recluir a la gente: ralentiza los contagios y hace la situación algo más asumible.

Exponential virus spread

Tiene sentido, desde luego. O eso parece. Pero luego está su versión de los hechos. Los ejes cambian.

Exponential virus spread - economic cost

De repente se añade una perspectiva conspiranoica muy loca. Los gobiernos no hacen nada, pero no por no colapsar la capacidad médica, sino por el coste en euros de esta pandemia. Si muere mucha gente rápido, el coste en euros es muy alto al principio, pero decrece rápidamente. Aplanando la curva el coste es notable durante demasiado tiempo. Así pues, mejor no hacer nada (o no hacer mucho), apunta la curva. Mejor dejar que la gente palme, que los hospitales se saturen y que todo siga funcionando en la sociedad. O sea, que vayas a trabajar, a estudiar o a la compra como siempre. Con que te laves un poco las manos, vale.

En Hacker News comentaban ese artículo con perspectivas curiosas. Se quejaban por ejemplo, de que la ni OMS ni las agencias gubernamentales hayan sido capaces de explicar cómo están evaluando la situación. Qué datos manejan, qué modelos, cuáles son sus predicciones. Toman las decisiones pero no explican demasiado el porqué. Fiaros de nosotros, hagamos lo que hagamos, parecen decirnos.

Y claro, nos fiamos. Cómo no vamos a hacerlo. Pero no hay datos Open Source. No hay una trazabilidad o un proyecto en GitHub que permita a cualquiera auditar esos datos y modelos con los que la OMS y los gobiernos toman decisiones. Que oye, para eso están los tipos allí. Los expertos, los gestores, los que teóricament están mejor preparados para esa toma de decisiones. La cosa es, ¿seguro que son esas decisiones las adecuadas? Sin conocer ese proceso de toma de decisiones, es imposible saberlo.

Y luego está cómo y quién da la información. Hay tantos datos por tantos lados —tenemos datos en demasía, que diría aquel— que uno no puede estar casi nunca seguro de cuáles son buenos y cuáles malos, cuáles reales (hasta qué punto) y cuáles inventados (y hasta qué punto también). Yo le digo a mi madre que acuda a medios de referencia, a periódicos conocidos, que aun teniendo sus intereses tienen mucho que perder si meten la pata en algo como esto. Pueden tratar de aprovechar esos datos para influir en la opinión pública de una forma u otra, pero con cosas como esta diría que tienen mucho cuidado de hacerlo.

Pero en Twitter, en WhatsApp, en redes sociales y en medios menos conocidos la cosa es tremenda. Me decía el otro día un lector que igual yo no debería añadir ruido a la conversación, pero ¿cómo no hacerlo? ¿Quedarse callado ayuda? ¿No preguntar y tratar de buscar respuestas por los canales a tu disposición no ayuda?

Y luego, eso. Los Google, Facebook y Twitter de turno tampoco ayudan tanto como uno pensaría. En Google son capaces de darte los resultados y estadísticas del partido de la NBA de turno en tiempo real (bueno, ahora que se ha suspendido no), pero no son capaces de ofrecer un panel decente más allá de algunas noticias destacadas y unos enlaces a la OMS. Facebook y Twitter te bombardean con noticias relacionadas con el coronavirus que publica la gente a la que sigues o con la que tienes contacto, pero eso no significa que esa información sea necesariamente veraz. Y como tú eliges seguir a esa gente, probablemente te fíes de lo que dicen aunque en realidad a ellos les haya llegado por otra vía de la que quizás no te fías. Es imposible controlar esa carga de información, así que a saber de qué fiarse y de qué no.

Ahora bien, siempre puedes ir a lo básico. A la web coronavirus.com —que resulta que redirige a la OMS— a intentar enterarse de cómo está la cosa, qué tienes que hacer y qué no. Dejarte de tanto Twitter, tanto WhatsApp y tanto Facebook e ir a lo básico.

Pero claro, entonces se pierde uno el ruido. Da igual que sea bueno o malo. Se lo pierde.

El fantástico, maravilloso y adictivo ruido.

Y eso sí que no. A ver qué voy a hacer en Twitter, WhatsApp o Facebook si no. Qué compartir sin ese ruido.

Que viva el ruido.

¿No?

Suscríbete a Incognitosis

¡Recibe en tu correo las nuevas entradas!

Standard

7 comentarios en “Ruido

  1. Jher dice:

    Entiendo que es opinión y que todos tenemos derecho a darla. Faltaría más! Peroo… El que ha promulgado esa teoría conspiranoica no es un experto en Salud Pública. No es médico. No es economista. Es… desarrollador web. ¿Debemos en una crisis de salud pública ponernos a discutir teorías conspiranoicas? No lo tengo claro. Yo creo que la discusión debe centrarse en la prevención y en cómo dotar de medios adecuados al Sistema Nacional de Salud. Cuando pase todo esto, ya nos ponemos a discutir de lo que quieras. De momento, este post y el que se enlaza sólo añaden… Ruido. Un abrazo Javi de un lector empedernido tuyo. Cuidate mucho!

  2. Lambda dice:

    Si la cosa se tornara tan grave como en China, ya diría yo que el trancazo desde el Gobierno sería de aúpa. Desde el Gobierno supongo que todavía se confía en las Autonomías y su capacidad de cooperar entre sí, en caso de una crisis sanitaria. Eso, y que por alguna razón, parecen no esperar algo tan bestia como en Italia, aún.

    De momento, sólo tenemos ruido en las redes sociales, la tibia información oficial desde el Gobierno y los «mass media» añadiendo gasolina al fuego del ruido. Si la cosa fuese gravísima para el estado de la Nación, yo creo que el cerrojazo al «ruido» sería rápido y «silencioso».

    De momento, desde mi perspectiva, sólo queda ver como evolucionan los próximos meses y qué tal aguanta nuestro SNS el golpe (lo que llamaríamos el «pico» de la enfermedad). Está el tema económico, pero ahí ya dejo de hacer conjeturas…

    Saludos desde las Afortunadas…

    • Pakillo dice:

      Es gravísimo, no tengas duda.
      Muy pocas PYMES pueden sobrevivir siquiera a un mes sin ventas. En dos meses no sé si quedaría alguna.
      Cuando publicaste tu respuesta el IBEX ya había cerrado con la mayor caída de su historia (-14%).
      Telefónica o Santander están a precio de OPA…

    • Como dice Pakillo, en temas económicos las consecuencisa son brutales. Mucha gente va justita y casi a crédito para seguir funcionando. Es terrible. No sabía que vivías por allí Lambda, que sepas que yo soy medio chicharrero (por mi madre, aunque voy muy poco) 😉

  3. Trufeitor dice:

    Mira, mi mujer es sanitario en la pública, así que tengo información de primera mano. No soy amigo de conspiranoias y creo, y el ejemplo italiano apoya mis impresiones, que los gobiernos han intentado nadar y guardar la ropa, es decir, sabiendo el tremendo impacto que iba a tener esto en la economía han hecho lo posible por mantener la normalidad económica sin colapsar el sistema de salud. Por desgracia ya está claro que eso no es posible y eso ha provocado que las medidas lleguen en muchos casos tarde, pero como te decía, ahí está Italia, que ante la evidencia ha cerrado todo lo prescindible y tiene a la policía en la calle parando a cualquiera que no tenga autorización para estar fuera de su casa. Si las muertes dieran igual la reacción hubiera sido otra.

    En España se han cometido errores e imprudencias: el día 8 ya se tenía que haber cerrado todo, incluyendo eventos deportivos y la manifestación de marras, y hasta entonces se ha pensado en clave política, porque parece que era más importante la foto de morado que la crisis sanitaria. Esto es grave y es un problema, pero de ahí a decir que se quieren provocar muertes a sabiendas hay un gran salto.

    En el polo opuesto tenemos a UK, cuyo presidente ya ha dicho que hay que estar preparado para asumir bajas porque no van a parar el país, pero bueno, que los promotores del Brexit destacan por su inteligencia, empatía y humanidad es algo que ya sabíamos.

    Y para los que quieran ejercer la responsabilidad individual, que espero que seamos mayoría, las recomendaciones ya sabidas: higiene y restricción extrema de las salidas y la socialización, cada uno en la medida de sus posibilidades.

Comentarios cerrados.