No presté demasiada atención a WhatsApp la primera vez que escuché algo sobre esta aplicación. Tampoco ayudaba que quien me la recomendó era alguien teóricamente profano en este segmento. Aún así su comentario («oye, ¿no usáis WhatsApp? La tiene todo el mundo«) parecía premonitorio. Era 2010 y no la tenía —ni mucho menos— todo el mundo.

Hoy sí es así. o casi. Ayer salía la noticia de que WhatsApp es la segunda aplicación que no es de Google en pasar de los 5.000 millones de instalaciones en Google Play. Ojo al dato: 5.000 millones de dispositivos en los que esta aplicación de mensajería está activa. Lo difícil hoy en día es encontrar a alguien que no tenga WhatsApp, no lo contrario.

La evolución de la herramienta ha sido errática. No ha ayudado mucho que fuera comprada por Facebook, pero al menos la introducción del cifrado de extremo a extremo en las conversaciones ha añadido ese teórico punto de privacidad que nos hace sentir algo más tranquilos sobre ese apartado. Desde entonces ha sido algo más difícil criticar a WhatsApp.

Y sin embargo hay muchos defectos en esta herramienta. En julio de 2014 echaba pestes por aquí del servicio en aquel post titulado «Maldito WhatsApp«, y allí además hacía mi particular lista de la compra para características que deberían llegar a WhatsApp. Había siete peticiones de las que tras todos estos años se nos concedieron tres. La más relevante para mí es ese cliente web que suelo usar en una pestaña anclada en el navegador y que aunque es fuente de distracciones, mejora mucho su gestión: de otro modo tendría que estar viéndolas y contestándolas en el móvil.

Pero claro, los seis años que han pasado desde entonces son un mundo en el ámbito de la tecnología. Las aplicaciones de mensajería se han convertido en una extensión más de nuestra vida, y aunque no tengo mucha estima a WhatsApp en algunos apartados, reconozco que se ha convertido en una herramienta prodigiosa en otros muchos.

Y sin embargo, está muy lejos de ser perfecta. Como sé que Zuck lee Incognitosis voy a darle unas cuantas ideas que le permitirán dominar el mundo un poco más y hacer que WhatsApp se convierta en una aplicación de mensajería mucho mejor. Dedicado a ti, pequeño Mark. Y cambia de peluquero, por Dios.

• Reacciones: opción inspirada claramente en Slack, donde cada mensaje puede generar reacciones que son emoticonos convencionales. Eso aliviaría las conversaciones en esos grupos infernales del cole, por ejemplo. Cuando una madre pone aquello de «Pepito hoy no va, está malo» y las otras 29 madres ponen aquello de «¡Que se mejore!» sería sustituido por un contador con corazones o incluso con un emoticono personalizado. Algo tipo esto en Slack, pero en lugar de un corazón habría 29, claro):

• Te han invitado a este grupo, ¿quieres aceptar la invitación?: qué cosa tan maravillosa sería que antes de que alguien te metiera en un grupo WhatsApp te preguntase si quieres unirte o no. En conversaciones 1-1 no pasa nada si le das esquinazo al otro tipo, pero en grupos la cosa es más delicada. Con esta opción evitaríamos esos malos rollos de buenas a primeras. Que también podemos irnos del grupo nada más nos invitan, pero insisto, como que queda mal. Maldita presión social.
• Recordatorios: poder crear recordatorios a partir de mensajes de WhatsApp tampoco estaría mal, del tipo de lo que se puede hacer con correos de Gmail.
• Encuestas: la opción quizás se usaría menos, pero seguramente sería útil en diversas situaciones. En Twitter es una de esas características que siempre mola tener a mano, y creo que en WhatsApp sería muy bienvenida. Algo tipo así, pero con emacs ganando, claro:

• Doodles: organizas un evento con toda la gente de un grupo y al final para fijar fecha y hora acabas creando (con suerte) un Doodle para que cada uno vote a la opción que mejor le viene. Tener algo así integrado en WhatsApp molaría bastante.

• Conversaciones anidadas: la forma de gestionar conversaciones de WhatsApp es demasiado plana: anidar conversaciones para poder responder a un mensaje en particular estaría genial, y aunque puedes citar un mensaje y responder a ese mensaje, la ocpión está pensada para una sola respuesta, no para que a partir de ese mensaje se cree un hilo paralelo de la conversación. Algo muy habitual por ejemplo en blogs y que permite hacer cosas como esta:

• Barra de búsqueda directa y permanentemente en la parte superior: puede que esto no sea crucial, pero facilitaría el acceso a esas búsquedas en lugar de ofrecerlas como una opción en el menú.

• Búsquedas más potentes: que permitan por ejemplo que cuando busques el nombre de alguien te muestre la lista de grupos que tienes en común con él, o la opción de ver su perfil, o su estado. Diferentes tipos de resultado en la misma búsqueda, muy rollo Slack de nuevo.
• Posponer mensajes: la primera opción está un poco relacionada con los recordatorios, y permitiría que como hace Gmail atendieses a cierta conversación en un plazo futuro que tú determinas. El mensaje te llegaría, pero al posponerlo desaparecería de WhatsApp hasta la fecha y hora que fijases. Es una de las opciones más milagrosas que he visto en Gmail en los últimos tiempos, y aunque en WhatsApp no es tan necesaria vendría bien, yo creo.

• Programar mensajes: de nuevo otra opción reciente de Gmail que también puede tener sentido en ciertas situaciones en WhatsApp. Se me ocurre por ejemplo programar el mensaje de ¡Felicidades! (con unos emoticonos o un GIF, claro). Ya sabéis, así cumplís y no tenéis que llamar. Las llamadas a la gente que os importa están sobrevaloradas.
• Proteger chats con contraseña o huella: aunque el cifrado de extremo a extremo está bien, puede que tengáis chats individuales o de grupo que queráis mantener a salvo de cotillas. Quizás tener la opción de protegerlos con una contraseña, un PIN o la huella dactilar no estaría de más.
• Silenciar (de verdad) un grupo: una de las cosas que no entiendo de WhatsApp es que aunque silencies un grupo la burbujita con el número de mensajes sigue dejando claro que el grupo está teniendo actividad y te quedan chorrocientos mensajes por leer. Si lo pongo en silencio quiero precisamente eso, silencio: que el grupo sea invisible para mí, que no haya actualizaciones de ningún tipo. Cuando le quite el silencio ya se actualizará con los chorrocientos mensajes pendientes. ¿Por qué WhatsApp no aplica este sencillo cambio? Ni idea, pero así es imposible aislarse de esos grupos con gente tóxica de los que no te quitas para mantener las apariencias.
• Modo Incognito: quizás no estaría de más este tipo de funcionamiento del chat en el que los otros usuarios no puedan ver cuándo has accedido a WhatsApp o cotilleen tu estado.
• Abandonar un grupo sin notificar al resto de miembros: otra solución interesante para la gestión de grupos en los que no quieres estar: que no se note que te has ido. Podría ser una alternativa a lo de que WhatsApp te pidiese permiso para que te unieras al grupo.
• Etiquetar a gente específica: otra opción interesante de Slack es la de mencionar a una persona específica («@javipas, ¿qué tal te va?«) para que a esa persona le llegue una notificación (que no tiene por qué llegar con mensajes genéricos, yo lo tengo así en Slack). Así te enteras cuando te mencionan y puedes lidiar con el resto de mensajes más tarde. La arrobita de Slack o de Twitter es idónea para esto. Resulta que esta opción ya existe y yo sin enterarme 🙂

• Pagos de whatsapp a whatsapp: no entiendo cómo Zuck no hace algo así. Bueno, supongo que lo habrán hablado y de hecho parece que Libra podría plantear esta plataforma de pagos vía WhatsApp, pero como su salida al mercado se complica, quizás puedan pensar en un plan B. Mira la gente de WeChat, que lo hace todo con esta aplicación de mensajería que en esto (y en otras cosas) va como 10 años por delante de WhatsApp y otras alternativas similares.
• Mensajes que se autodestruyen: una de las peticiones de hace unos años que sigue siendo válida ahora. Tener un apartado de mensajería efímera en WhatsApp también molaría para según qué cosas. Aquí incluyo el tema de evitar poder sacar capturas a ciertos mensajes, por ejemplo, para evitar temas de acoso, por ejemplo.

Ale Mark, ahí lo tienes. A ver cómo te portas. E insisto: cambia de peluquero, majo.