Hoy asistíamos asombrados al lanzamiento de la televisión enrollable de LG. Un hito tecnológico sin igual que, atentos todos, tiene por ahora un mérito claro: lograr ser protagonista un año después de haber sido presentada por primera vez. ¿No os gustó la presentación de CES 2018? No os preocupéis que os la volvemos a presentar otra vez este año, chicos.

¿Qué hace la tele enrollable? A ver si lo adivináis por el nombre: se enrolla. Las pantallas flexibles muestran aquí su primera gran aplicación, y lo único que se me ocurre pensar a mí, que me dedico a hablar de tecnología, es que esto es una soberana estupidez. Es un «lo hacemos porque podemos hacerlo». Hay quien desde luego le encuentra aplicaciones, pero por ahora las que me han comentado creo que se solucionan igual (y con menos pasta) con un proyector. A lo que vamos, que este invento es un gimmick.

Es una solución buscando un problema.

Esa es la condena de muchos de los lanzamientos actuales, sobre todo en el marco de la feria CES en la que con tal de ganar un poquito de prensa las marcas hacen de todo. Pensaba en ello esta mañana al leer el tema de The Verge ‘The best tech of CES 2018: what happened next‘. La idea es fantástica —porras, no se nos ocurrió a nosotros, pensé justo después—, porque lo que han hecho es coger todo aquello que fue especialmente llamativo de la feria del año pasado y han contado cómo les va a esos inventos un año después. Hay de todo, pero en la mayoría de los casos esos productos presentados no han llegado a cuajar demasiado. El perro robótico resucitado (Sony Aibo), el armario que doblaba la ropa, el Project Linda de Razer o las pantallas gigantes BFGD de NVIDIA están en una especie de limbo en el que o no se les espera, se les espera ya sin demasiadas expectativas o su presencia en el mercado es muy limitada.

Diría que en casi todos los casos estamos hablando de soluciones a problemas que no tenemos. Cubren necesidades que no teníamos (bueno, el armario que dobla la ropa tiene su aquel) o más bien que ya teníamos resueltas de formas válidas. Y esas soluciones son o (con frecuencia) más caras, o más aparatosas, o más de nicho y por tanto perfectas para generar titulares y luego pasar al olvido con total tranquilidad.

El CES es un prodigioso escaparate de soluciones buscando problemas. De productos que no llegarán a nada porque no tienen que hacerlo. Como el espejito, espejito de Simplehuman, la absurda y letal pantalla de 49 pulgadas de este coche eléctrico, la cámara Insta360 —hay quien no se entera de que los vídeos 360 no funcionan—, el horno de Whirpool con realidad aumentada (tela), o el Petcube 2, un alucinante emisor de luces que los dueños de las mascotas pueden controlar remotamente para volverles locos. Maravilloso, maravilloso.

Luego están otras ideas que se aplican a productos que ya estaban solucionados para ver si así les pueden dar una vuelta. La intención es buena (supongo), pero en la mayoría de los casos reinventar la rueda no suele funcionar. Esta mañana veía esto del Asus RoG Mothership y me quedaba asombrado ante tal despliegue inútil de ingeniería. Asombroso. Que luego los medios nos creamos el mensaje —en este caso, que con ese invento la refrigeración de este portátil es estupenda— es cosa nuestra, claro, pero manda narices que a menudo lo hagamos.

Pero claro, también hay ideas interesantes, porque de todo este maremágnum de empresas con ganas de sorprendernos salen algunas curiosidades. A mí me ha gustado la nueva cuchilla de Gillette que se calienta para el afeitado (brillante, diría yo) y hasta ese espejo que te deja probarte peinados y tintes antes de aplicártelos, una idea que creo que es bastante molona para peluquerías.

De todo afortunadamente hay en una feria como el CES, que este año está siendo bastante curiosa para gamers y que como siempre es el evento perfecto para presentar nuevos catálogos de teles que a mí personalmente siempre me parecen iguales que las anteriores (porque sé muy poco de teles).

Uy, perdón. Que ahora se enrollan.