Últimamente se oye hablar mucho de Bitcoin, una moneda virtual que fue creada en 2009 por parte de Satoshi Nakamoto -no se sabe si eso es un alias o un nombre real-. La idea tras la cual está este singular desarrollo es la de crear un sistema descentralizado y con algunas de las ideas de otras redes P2P.

Lo explican en la Wikipedia, donde señalan que entre otras cosas Bitcoin es una moneda que proporciona una función muy interesante: el anonimato. Mientras uno tenga una «dirección Bitcoin» podrá enviar y recibir monedas, pero la seguridad y cifrado de las transacciones hacen que estas sean imposibles (bueno, vamos a dejarlo en muy chungas) de trazar.

Ese es precisamente uno de los puntos que destaca en un reciente artículo Jason Calacanis, que llama a este proyecto «el más peligroso que ha visto nunca». Por ejemplo, porque algunos las están usando ya para comprar drogas de forma anónima. La exposición de Calacanis es interesante, pero quizás algo negativa, demasiado rollo SGAE.

Era normal que poco después apareciese una respuesta (o más bien, unas cuantas) que tratasen de rebatir los argumentos de Calacanis. Este otro post precisamente pone en un pedestal, en el que indican que la gran ventaja de Bitcoin es que «no puede ser controlada o inflada artificialmente por un gobierno o banco central«.

Eso tiene una serie de consecuencias importantes que el autor de ese post explica en el texto, pero ahora nos encontramos con una versión un poco perrofláutica de un desarrollo que yo creo que aún está demasiado verde como para poder servir para algo práctico hasta dentro de bastante. Hay quien está especulando ya con Bitcoins para tratar de lograr moneda virtual a buen precio y luego vender para ganar pasta (algo parecido a un mercado bursátil, pero con moneda virtual), así que si os animáis, ya nos contaréis qué tal la experiencia. De momento, me quedo a la expectativa.