Tengo claro que cada medio tiene su posición ideológica y sus preferencias. Siempre ha sido así y siempre así será, pero curiosamente no es algo que a mí me tire para atrás al leer unos u otros. No al menos si el tono es moderado, y diría que normalmente lo es porque oye, lo que importa es que te lean todos, aunque no sean necesariamente de tu palo.
No es que yo sea un lector frecuente de medios generalistas. La mayor parte del día me la paso leyendo (o escribiendo) sobre tecnología, pero me gusta de cuando en cuando saber qué pasa por el mundo en otros ámbitos, y ahí siempre he sido bastante fiel a El País. Probablemente por herencia: en casa lo comprábamos los domingos —el resto de los días no— y supongo que el tono e incluso «la interfaz» —primero el diseño del periódico impreso, luego su diseño web— me convencieron.
Es de hecho curioso cómo al menos en mi caso el diseño me tira para atrás. No soy nada fan de las «baldosas» o «tarjetas» con las que El Mundo segmenta las noticias —tampoco ayuda que siempre salte la versión AMP de sus noticias en mi Firefox— y tampoco me acaba de convencer elDiario.es —¿fuente Sans en un generalista? naino—, por ejemplo. Sí me gustan los diseños de El Confidencial o El Español, que leo con cierta frecuencia —sobre todo el primero, pero por Teknautas—, pero como digo, al final mi generalista más visitado es, sin duda, El País.
El caso es que llevaba muchos años haciéndolo en modo gratis. Esto es, sin pagar nada y con el bloqueador de anuncios de turno que me permitía tener una experiencia más o menos decente. El muro de pago lo complicó todo un poco, pero aún así seguía disfrutando de El País con cierta (aunque menor) asiduidad.
Y claro, tenía una deuda pendiente.
Ya sabéis que yo soy mucho de invertir en lo que uso. Aquí no se cumplía tanto esa máxima, porque no leo tanto El País como para que me compense suscribirme. Y sin embargo ayer me convertía (por fin) en suscriptor de pago. Lo hacía por dos razones: la primera, por esa deuda pendiente. Llevaba muchos años como lector pasivo que solo tenía que soportar (si acaso) la publicidad, así que siempre tenía esa sensación un poco de traidor a mis propios principios. Si algo te gusta, deberías pagar algo por ello.
Pero claro, la suscripción a El País no es precisamente barata. El precio habitual de la suscripción anual es de 96 euros, que a mí me parece excesivo. Tengo un ejemplo notable: el precio de The New York Times es de 60 euros al año, que es razonable sobre todo porque la gente gana bastante más pasta allí de media. Esos 60 euros son para ellos menos que para nosotros, eso es así, y el NYT es el NYT, caray. Siempre me daba la impresión de que en El País eran careros.
Pero estos días, leyendo una de las noticias, vi que había una promoción para la suscripción anual. Ya no estaba a 96 euros, sino a 60. El precio, insisto, es excesivo para lo que leo El País, pero llevaba demasiado tiempo no pasando por caja. He estado suscrito a otros medios de forma intermitente (Wired, Ars Technica, el propio The New York Times), aunque es cierto que siempre aprovechaba promociones que sí me compensaban. En este caso la cosa no lo hace tanto, pero dudo que aguante más de un año.
Y sentiré que en cierto modo habré saldado una deuda pendiente. Que no está mal.
PD. Haciendo este artículo veo que justo ahora The New York Times también tiene una promoción en su suscripción anual. Una rompedora: 20 euros al año, así que si os interesa, ahí queda eso.
PD 2. Qué bien me quedó aquello de ‘Donuts y muros de pago‘, por cierto. Lo quería enlazar en medio del artículo porque hablo precisamente de uno de mis temas favoritos —modelos de suscripción en medios—, pero aprovecho y me dedico parrafito y autobombo. Me lo merezco.
Imagen | Paolo Pizzimenti
Pues gracias por el aviso al NY Times, que voy a suscribirme ya. Yo estoy suscrito a El Confidencial y muy contento, es de lejos mi medio favorito.
Genial 🙂