Ayer me contactaron de RTVE para hacerme una entrevista en el Canal 24h. Intervine a eso de las 13.40 en el programa «Diario 24» presentado por la periodista Beatriz Pérez Arana, y el tema, como no, es el de las anteriores apariciones: Elon Musk. En este caso, por todo el escándalo que se ha montado con las suspensiones de cuentas. Os dejo el vídeo de YouTube por si queréis ver mi participación, de unos 12 minutos. Un pequeño apunte: aunque la periodista me presenta como director de Xatka y también sale ese cargo en los rótulos, no soy director, sino editor. Ya avisé del error, pero poco más puedo hacer.
Y ahora, el post.
Dicen que lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal. Igual eso es lo que está haciendo Elon. Ya lo hacía antes, sí, pero lo normal es que la gente hablara bien (o muy bien) de él. Era el Tony Stark de nuestra era, pero en la vida real.
Ahora ya no lo es tanto.
La culpa la tiene Twitter. No sé qué le está pasando desde que está allí, pero su desaforada personalidad está ídem. Desaforada. No para de dar noticias y tenernos entretenidos a los medios y a los usuarios de la plataforma, pero lo peor es que la mayoría de las cosas que están pasando en Twitter no tienen buena pinta.
No la tienen los despidos ni las dimisiones —aunque la infraestructura de Twitter parece aguantar de momento— y tampoco los cambios que ha hecho en cosas como Twitter Blue. La tienen mucho menos los acontecimientos de esta semana: a Elon Musk le ha dado por suspender cuentas diversas. Hay un argumento razonable —no publiques información privada de la gente, el llamado doxxing, eso no está bien y a mí también me molestaría si lo hicieran de mí— pero que aquí se aplica por la sencilla razón de que las cuentas suspendidas publicaban información privada de Elon Musk. En concreto, dónde está su jet o dónde estaba él.
Pero es que parece que ese argumento ha sido un poco llevado al límite con lo del jet —la información es pública según el responsable de ese seguimiento, pero no según Elon—. También con los periodistas de medios súper reputados cuyas cuentas han sido suspendidas por publicar temas sobre Elon Musk como estoy haciendo yo aquí y en Xataka y contar además que está en cierto lugar.
Eso es algo que se ha hecho siempre: los periodistas cuentan siempre si por ejemplo el presidente del Gobierno o algún famoso está en este restaurante o esta playa. Son personas públicas, y que yo sepa no es ilegal decir que están aquí o allá si alguien las ve.
Para Elon eso plantea amenazas a su seguridad y la de los suyos, y ese mismo riesgo existe en otros casos. Me temo que es el precio de la fama, y es difícilmente evitable a no ser que las leyes actúen de forma clara. Por lo que leído en España el artículo 18 de la Constitución otorga derecho al honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen de las personas. Pero el artículo 20 expone cómo esos derechos deben convivir con el derecho a la información y a la libertad de expresión. Total, que aquí no hay nada claro, y supongo que los periodistas son los que valoran si decir dónde está fulanito o menganito entra dentro de lo razonable.
Lo que es cierto es que Elon, que presumía mucho de defender la libertad de expresión, está defendiendo más bien su libertad de expresión. «Si se portan mal, les suspendemos la cuenta», explicaba en un tuit hace unas horas. El problema es que lo de portarse mal está muy cogido con pinzas, porque Elon reinstauró la cuenta de Donald Trump —que dijo bastantes burradas en su auge tuitero— y de miles de usuarios que habían sido baneados por violar los términos de Twitter. De la de antes, digo. Aquellos baneos sí parecían razonables —había mucho discurso de odio y mucha mala baba por ahí— pero por lo visto, como digo, ahora las va a volver a restablecer. Telita.
Yo no acabo de ver claro qué va a pasar con Twitter. Por un lado me parece imposible que desaparezca. Es demasiado relevante y demasiado útil para demasiada gente. Se ha convertido en la gran agencia de prensa universal: una en la que gente, empresas, entidades y organismos de todo tipo (y a menudo poderosos e influyentes) usan para exponer su opinión y hacerla pública y masivamente accesible.
¿España gana el mundial? No, pero si lo hiciera nuestro rey, Rafael Nadal o yo que sé, El Corte Inglés la felicitarían a través de Twitter. ¿Nombran a un nuevo presidente en Perú? Los gobernantes de diversos países lo felicitan públicamente en Twitter. O no, claro. Los medios de comunicación se han convertido en adictos a Twitter precisamente por eso: se ha convertido en esa fuente indispensable de comentarios y declaraciones que de otro modo sería (casi) imposible obtener.
Por eso me cuesta creer que Twitter pueda decirnos adiós. Y sin embargo, Elon Musk parece querer cargarse todo lo que más o menos funcionaba. Y sobre todo, parece que quiere cargarse algo especialmente delicado: la libertad de expresión. Las quejas sobre la toxicidad de Twitter son ya conocidas, pero esos problemas podrían multiplicarse si ahora se aplican esos dobles raseros de «voy a dejar que cualquiera diga cualquier burrada mientras a mí no me hagan daño ni doxxing».
Eso podría provocar verdaderos problemas entre los usuarios: yo mismo me planteé abrir cuenta en Mastodon ayer cuando preparaba este tema. Las suspensiones de cuentas de periodistas, del chico que monitorizaba su jet privado y sobre todo las de la cuenta @joinmastodon y bloqueo de cualquier tuit con enlaces a Mastodon me pareció una jugada sucia e innecesaria.
Todo esto ha hecho que la figura de Elon Musk esté empezando a flaquear entre quienes le teníamos en un pedestal. Ya era un tipo peculiar antes de todo lo que está pasando en Twitter, pero a menudo celebrábamos sus excentricidades. Ahora la cosa no está tan clara y es difícil ver una estrategia coherente en todos estos movimientos. Es como si Elon Musk tuviera juguete de piezas nuevo y estuviera desmontando el modelo de la caja para hacer cosas que teóricamente uno no debería hacer con él. A ver qué pasa.
Luego está la otra reflexión. La de que quizás Elon está haciéndolo mejor de lo que muchos pensamos. ¿Por qué? Pues porque algunas empresas estaban poniéndoselo demasiado fácil a los empleados. Con tal de retener talento, hacían de todo. Sueldos extraordinarios, comida gratis, oficinas que parecían parques de atracciones, etc.
Eso es lo que contaba Kevin Roose en The New York Times -lectura recomendada- al hablar de cómo Musk es considerado ahora como un genio del management entre algunos colegas. «Dice cosas que muchos CEOs desearían decir, y después sencillamente las hace», decía uno de los analistas citados en el artículo. Es un jefe de los de antes, que no se anda con tontadas, que exige mucho de la gente porque su empresa paga en consonacia con esa exigencia.
Algunos como John Ganz hablan del término ‘bossism’, algo así como «jefismo». O lo que es lo mismo: los jefes están en la cima, y ya está. No es algo que solo se diga porque es así -ciertamente los jefes están en lo más alto- sino porque ejercen como tal, un poco en plan dictadores. A Musk ya le hemos visto críticas contundentes a esa tendencia woke que lo inunda todo -una de ellas, muy reciente-, y a él parece que no le importa mucho eso de la igualdad o la diversidad en el puesto de trabajo: el que vale, vale. Para bien y para mal. Citando al NYT:
Estos jefistas creen que, durante la última década, el auge de la industria tecnológica y la escasez de talento obligaron a muchos directores ejecutivos a hacer concesiones poco razonables. Mimaron a los trabajadores con gratificaciones como comidas opíparas y kombucha de barril. Aceptaron utilizar aplicaciones de chat en el lugar de trabajo como Slack, que aplanó las jerarquías de la oficina y dio a los trabajadores subalternos una forma de desafiar directamente al liderazgo. Hicieron todo lo posible para satisfacer las demandas de los trabajadores -talleres D.E.I., políticas flexibles de trabajo a distancia, días de bienestar en la empresa- para mantenerlos contentos y evitar que se fueran a la competencia.
Como dice Roose, la forma de actuar de Elon Musk ha hecho que muchos CEOs, antes complacientes y buenistas con sus plantillas, se pregunten algo curioso: «¿Y si tratáramos peor a nuestros empleados?». Eso, claro, no es tan fácil en tiempos de crecimiento en los que había oportunidades para profesionales de todo tipo. Ahora que estamos en época de vacas flacas y despidos masivos por doquier, tratar peor a tus empleados y machacarles un poco es factible. Y si no, que se lo digan a Elon. Ahora, como dicen en el NYT, queda por ver si otros siguen la estela. Desde luego hay varias empresas que lo han hecho ya en el ámbito de los despidos (o que al menos han congelado contrataciones), y veremos si eso del movimiento bossism/bossist se acaba convirtiendo en tendencia.
Actualización (18/12/2022): Poco después de que yo publicara el tema, en Twitter reactivaban varias cuentas suspendidas y devolvían a varios periodistas el acceso a sus perfiles de Twitter.
Elon no ha inventado nada nunca, ha comprado empresas y les ha dado impulso financiero y el mercado compra su producto, me niego a creer que Tesla sea mayor que Volkswagen (sin mirar en internet, ¡pi! ¡pi!).
Los sueldos excesivos a trabajadores son una consecuencia de la burbuja digital que el propio Elon ha ayudado a crear, Además esa forma de trabajar basado en la extenuación de los trabajadores acaba cayendo por su propio peso, el talento huye porque puede y quien se ha anquilosado permanece.
Siempre he pensado que es un MUY niño rico con ganas de casito, en Twitter le ha fagotizado su personaje. En algún sitio leí, siempre es divertido meterse con famosos pero no se enteran, lo mejor de Elon es que sabes que le llega (porque se busca) y le molesta.
Y por cierto ¡felicidades por tu enésima aparición televisiva!
Ese comentario ya lo he leído en algún lado y que yo sepa no es del todo correcto. Creó Zip2, confundó PayPal, y aunque entró a Tesla como inversor y no como fundador de facto —pero sí es nombrado como tal tras un acuerdo con el resto de fundadores— , su labor en esa empresa ha sido enorme. Y sí fundó SpaceX, al menos que yo sepa, ahí no compró nada.
Que quiera casito no significa que no haya sido máximo responsable de que esas empresas estén donde están. No he leído nunca lo contrario, pero si tienes fuentes oye, encantado de perder la discusión. No soy muy fan de estas últimas extravagancias de Musk, pero creo que es una persona que ha hecho algo que la mayoría, aun teniendo muchos recursos, no hace: intentar cosas locas y demostrar que pueden ser factibles. Algunas son tontadas, pero otras… en fin. A la vista está lo que ha logrado.
¡Y gracias por las felicitaciones!
Zip2 y Paypal no me acordaba, perdón, sobre SpaceX aunque lo he leído multitud de veces que compró la idea a dos ingenieros, no he podido encontrarlo por falta de tiempo y que los buscadores cuando alguien genera mucho tráfico se hacen imposibles… Si algún día me lo vuelvo ha encontrar ¡volveré a este post!.
Perfe 😉