España era un país conquistado por la PlayStation. Lo normal por estos lares en los últimos años era tener una PS3 o una PS4. La paliza fue especialmente notable en la batalla entre la PS4 y la Xbox One, que aquí poca gente quiso al menos al principio por aquel lanzamiento desastroso que sobre todo obligaba a comprar la consola con Kinect (y pagar los 100 euros de diferencia con la PS4).
Yo fui de los que aún así compré esa Xbox One. Nunca me arrepentí, y de hecho al año de hacerlo estaba igual de encantado que cuando acabé dejando de usarla para jugar en mi flamante Xbox Series X. Pero claro, el panorama pronto se definió en nuestro país: por cada Xbox One se vendían siete PS4.
La cosa acabó equilibrándose un poco, y nuestro caso era un poco extremo: según VGChartz la Xbox One ha vendido 50,42 millones de unidades, por 116,57 de la PS4: el ratio es de algo más de 2 a 1 a favor de la consola de Sony, una diferencia notable en ventas que no obstante es muy distinto del ratio en España.
Si solo nos fijamos en Europa veréis que la cosa sigue un poco el patrón español: en el viejo continente se han vendido 12,45 millones de Xbox One por 48,63 millones de PS4: el ratio es de 4 a 1, palizón de Sony. Solo en Estados Unidos la Xbox One se acercó realmente a la PS4 (32,35 millones por 38,42), pero como digo, la guerra, al menos en el apartado del hardware, la ganó Sony por goleada.
Supongo que Microsoft supo ver que por ese camino lo tenía chungo, así que tuvieron una brillante idea: no intentar ganar la guerra del hardware (vender más consolas) sino la de los servicios, que obviamente se traducía en una cosa: vender suscripciones a Game Pass.
En esas está Microsoft, que no solo está convenciendo a usuarios de la propia Xbox, sino a los que juegan en el PC, que son unos cuantos. Si a eso le sumas el creciente atractivo de xCloud (aunque a mí no me convenciera en móvil por mi presbicia) tenemos el resultado final: el vendeconsolas de la Xbox no es un juego, sino ese servicio llamado Game Pass.
El éxito parece ser notable: se estima que los suscriptores a Game Pass invierten un 20% más de tiempo jugando que los no suscriptores (y compran más juegos). La gente juega más, que es justo lo que parecen querer en Microsoft. Así lo indicaba al menos Phil Spencer hace meses cuando decía que «la métrica número que observamos para ver si nuestro negocio está creciendo es que la gente juega más en la plataforma».
De hecho y como decían algunos, Game Pass es demasiado bueno para ser verdad. Daniel Ahmad, célebre analista, decía en ese tema de Eurogamer que el servicio «está básicamente en fase de adquisición [de suscriptores]», y desde luego el crecimiento está siendo notable, sobre todo estos últimos meses en los que la cifra ya ha alcanzado los 30 millones de usuarios, de nuevo según VGChartz:
Ese analista añadía además que «una vez tienes ese catálogo, es muy poco probable que se den de baja en el servicio, y van a mantener su suscripción en los próximos años para mantener su videoteca y el acceso a los juegos a los que quieren jugar».
Tiene más razón que un santo. Yo no soy el usuario tipo de Game Pass Ultimate, ya lo dije. Pruebo pocos juegos y suelo viciarme con un puñado de ellos. Y sin embargo, saber que tengo la opción de probar tantos me priva. De cuando en cuando veo alguna recomendación y le doy alguna oportunidad a algún que otro juego.
Y luego está lo otro: lo de que el servicio es tan bueno que está siendo una poderosa razón para que los usuarios de la Play de toda la vida estén considerando comprar una Xbox Series S/X en lugar de una PS5 (o además de ella).
Eso es precisamente lo que contaba hace un par de días Juan Sanmartín en VidaExtra, publicación hermana de Xataka. Su valoración era potente y dejaba claro que para él Game Pass era la clave de la victoria. Había otros factores, claro, pero a pesar de tener su PS5, la Xbox Series X que se compró y la suscripción a Game Pass Ultimate le han convencido de que la propuesta de Microsoft es sobresaliente. No necesariamente mejor que la de la PS5, pero sí estupenda para quienes disfrutan de los videojuegos. Justo a raíz de este post un fiel lector me contaba esto en Twitter:
Blanco y en botella, como suele decirse.
El caso es que si te gustan los videojuegos, difícil no sentirte atraído por Xbox Game Pass. Y por eso a Microsoft probablemente no le importa tanto cuántas consolas se están vendiendo: tienen un caramelo llamado Game Pass, y es un caramelazo para convencer a la gente de que se a lo mejor comprar una Xbox (aun teniendo una PS5 o una Switch) tiene su aquel.