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Un merecido siete y medio

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‘Beautiful Girls’ es una de esas películas que podría ver 1.000 veces sin problemas. Hay muchos grandes momentazos, pero uno en especial me viene al pelo para el post de hoy. Puede que lo recordéis: Timothy Hutton regresa a su pueblo natal, se reúne con sus colegas de la niñez, y éstos le preguntan por su novia.”¿Está buena?“, le pregunta uno de ellos. “Es guapa“, contesta Hutton. “Ponle una puntuación. Cara, cuerpo, personalidad“. Nuestro prota remolonea y hace como que no quiere, pero como buen macho (sea ibérico o no) se apunta al reto, y tras coger unas referencias de algunas conocida de todos ellos, puntúa a su novia. “Cara, un merecido… siete y medio. Cuerpo, un merecido… siete y medio. Personalidad, un merecido… siete y medio“. La escena, a continuación: 

La escena es en mi opinión una pasada porque refleja dos grandes realidades de nuestro mundo. La primera, que nos encanta puntuarlo todo. Y la segunda, que eso no significa que esas puntuaciones tengan sentido alguno. Al tema.

Fabrizio compartía ayer (seguidle, es un valor seguro) en Twitter un artículo de Joystiq que no me he leído hasta hace unos minutos. En él los responsables de esta venerable publicación dedicada al mundo de los videojuegos anunciaban su intención de abandonar esa costumbre de ofrecer una puntuación final en cada uno de los análisis que hacían. Adiós a las estrellitas al final del artículo. Bravo, como decía Fabrizio. Toma decisión editorial valiente y comprometida. 

Y lo es porque buena parte de los usuarios consumen (consumimos: confieso que yo también lo hago de cuando en cuando) esos análisis con trampas: pasan directamente a las conclusiones o incluso se leen solo los pros, contras y puntuación. Esa puntuación es lo realmente importante para ellos, lo que define su decisión de compra. El resto, el contexto, no les sirve para nada. 

Pero precisamente ese contexto es lo que da sentido a la puntuación. Sin toda la parrafada anterior lo de darle tres estrellas de cinco -o un 6 sobre 10, que es lo mismo- a un juego no tiene mucho sentido, porque como dicen, esas puntuaciones no pueden captar buena parte de la valoración que un redactor le puede dar a un juego y, por extensión, a cualquier otra cosa. 

Me ha ocurrido toda mi vida profesional con productos que he tenido que puntuar, una tarea que es en sí un pequeño desafío porque si tu opinión sobre un producto y sus características ya es subjetiva, la puntuación que le das lo es aún más. A mi me puede gustar más o menos el diseño de un móvil, por ejemplo, pero también hay que tener en cuenta que para mi el diseño puede no ser lo más importante de cualquier móvil. Y tanto en el primer caso como en el segundo, puedo estar totalmente en contra de la opinión de otra persona a la que le guste menos o más ese diseño, pero que crea que el diseño es pilar fundamental de ese móvil que lleva todo el día encima. Fabrizio también reflexionaba sobre ello hace ya unos meses en ese “Os estáis puntuando a vosotros mismos” en el que decía aquello de que

Puntuar una obra significa reducirla a una dimensión

Y no puedo estar más de acuerdo. Ocurre en juegos, pero como decía también en análisis de productos hardware y en aplicaciones, o, si salimos del mundo de la tecnología, en la valoración que podamos encontrar en las críticas de cine, de música, de moda, o de comida. Por poner algunos ejemplos, vaya. ¿Me resuelve algo que IMDb me diga que la puntuación media de Fury es de un 7,8 sobre 10? Pues no. Absolutamente nada. Ayer por la noche la vi, y mi puntuación hubiera sido de un merecido seis. ¿Le sirve mi puntuación a alguien de algo? Lo dudo, porque si no hay un contexto detrás -contar que para mi la peli tiene buenas actuaciones pero un argumento trillado y predecible- no se puede comprender qué valoro yo en una película.

De hecho, las puntuaciones no suelen ser nada sin una referencia. A “Salvar al soldado Ryan” -misma temática, perfecta peli relacionada-,  por ejemplo, le daría un merecido nueve y medio, y esa probablemente podría ser una buena forma de comprender qué me puede gustar (a mí) y qué no. Diría más: mucho más importante que la puntuación es la persona que la realiza. Si conozco a esa persona y conozco sus gustos sabré si esa puntuación se ajusta a lo que yo puedo esperar de una peli (o de cualquier otra cosa) y lo que no. Y ahí está buena parte de la magia de esos motores de recomendación que funcionan en todo tipo de servicios (Amazon para las compras, YouTube para los vídeos, Last.fm para la música) y que merecerían un artúculo aparte.

Sea como fuere, eso es lo que suele pasar con las puntuaciones que uno da en sus análisis o que encuentra en análisis de los demás. Que difícilmente tienen sentido si no conoces la trayectoria del que lo ha realizado. Y aún así, las puntuaciones son un tema supérfluo en un análisis. El contexto -todo lo que cuente de un análisis, y quién lo cuenta- lo es todo. Ahora os toca puntuar, claro. ¿Qué le daríais a este post?

Un merecido…

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7 comentarios en “Un merecido siete y medio

  1. Bardolobo dice:

    Usando un viejo chiste de un numero antiguo de Xmen: 10, 10, 10 de los rusos.

    Al final lo de las puntuaciones es tan subjetivo y limitado que de poco vale. Y ya cuando lees el texto entero y ves que la puntuación no tiene nada que ver porque hay que hacerla en base a criterios muy estrictos que no dejan lugar a sutilezas. Así que las puntuaciones para la gimnasia artística :p

  2. Pingback: Enlaces de ayer y hoy (edición nº 29) | Iván Lasso

  3. Modiglian dice:

    Esto me recuerda a los que valoran smartphones en gb de ram, megapixels de cámara, número de núcleos y ghz… aunque luego al usarlos sean una bosta de vaca XD

    O la publicidad del Yonosoytonto, portátil de 300€ con tropocientos gb de gráfica… ya, sí, vale, todo para tí.

    Por cierto, hace unos meses viendo Salvar al soldado Ryan de nuevo… «anda, coño, ¡si sale Castle de crío!» XD

    La serie Hermanos de Sangre / Band of Brothers, es mejor que SasR, 9/10 😉

  4. Modiglian dice:

    Ah, me olvidaba, Beautiful Girls es LA PELICULA de referencia para comparar cualquier otra que se publicite como «película feminista».

    Y la excepción que confirma la regla, las películas pro-algo, suelen ser tan malas que no cumplen su propósito, que nos importe ese «algo».

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