Me encantaba ir al cine. Era una experiencia que era imposible replicar en casa y que permitía que disfrutaras de la película (o la sufrieras) a lo grande. No había mejor forma de disfrutar del séptimo arte. Y hablo en tiempos pretéritos porque ninguna de esas cosas es verdad ya.
Lo he comentado en alguna otra ocasión. Ya no me encanta ir al cine. Por un lado me sigue flipando, claro, pero por otro no llevo nada bien los precios desorbitados de entradas o de las palomitas para que luego tengas que tragarte publicidad durante 15 minutos. Tampoco creo que sea ya una experiencia tan distinta de la que puedes tener en el salón de casa, donde una buena tele (a ser posible, gigante) o un proyector y un buen sistema de sonido ofrecen muchas de las ventajas del cine tradicional.
Pero es que a todo esto se le añade el hecho de que el cine está cambiando incluso para quienes lo hacen. Lo comentaban hace unos días en IndieWire al hablar de cómo los grandes estudios de Hollywood de toda la vida están cada vez más contr las cuerdas. Y cito:
«Hemos llegado a un punto en el que hablar de un ‘gran estudio de cine’ ha comenzado a sonar como un anacronismo. Ciertamente Warner, Universal y Paramount y Disney y Sony siguen siendo proveedores globales de primer nivel en películas que generan miles de millones de dólares, pero los jefes de esos estudios ocupan una posición más baja en los esquemas de poder porque la industria ya no la mueven los estudios de cine.»
Me parece un buena reflexión. Una que se une al hecho de que todas las grandes del streaming no paran de lanzar nuevas plataformas (Disney+, Apple TV+, HBO Max, Paramount+, Discovery+, Peacok) y que las ventanas de distribución están cambiando a lo bestia. Antes los estudios se reservaban 90 días para la distribución en cines, pero ahora esa cifra es en el mejor de los casos de 45 días, y estamos viendo cómo Disney está experimentando con estrenos globales en Disney+: ocurrió con ‘Mulan’ y con ‘Raya y el último dragón’, dos pelis simpáticas que parece que no fueron mal del todo con ese enfoque.
La cosa es aún peor si tenemos en cuenta que Netlifx ha hecho el movimiento inverso y por ejemplo estrenó ‘Ejécito de los muertos’ (Zack Snyder, 2021) en cines una semana antes de ofrecerla en su plataforma. Amazon, dicen, pagará 9.000 millones de dólares por MGM y su catálogo (que incluye las pelis de James Bond y aún más importante, las de ‘Rocky’). (Actualización (26/05): acaban de comprarla).
La cosa está tan mal en cines —la pandemia ha sido la gota que colmaba el vaso— que los estudios acaban cediendo rápidamente sus producciones a las plataformas de streaming cuando éstas se comportan de forma floja en la gran pantalla o cuando, como en este caso, ni se pudieron estrenar por el cierre de las salas durante semanas. Ocurrió con ‘La mujer en la ventana’ hace poco. Se iba a estrenar en mayo de 2020, pero Disney acabó vendiéndole la peli a Netflix, que la estrenó hace unos días con una recepción bastante fría. Por cierto, Netflix necesita taquillazos, dicen por aquí, porque se está convirtiendo en un cantidad sobre calidad y eso puede llegar a ser peligroso.
Puede que todo mejore ahora que vemos la luz al final de ese túnel llamado COVID-19. Igual las salas vuelven a lo de antes, pero diría que Hollywood está dejando de ser lo que era. Yo ya no tengo especial ilusión por estrenos de pelis de cine —a excepción de ‘Top Gun 2’ y, quizás, de ‘Dune’— pero estoy esperando como agua de mayo series que llegarán a las plataformas de streaming, y entre ellas, una destacada: ‘Fundación’, que llevo diciendo que era perfecta para adaptar al cine (entonces, ahora ya al mundo del streaming) desde hace años.
Esa es en realidad la gran conclusión de este post. Ya no desespero con los estrenos en cine. Ahora desespero con los estrenos de las plataformas de streaming.
Mal síntoma para el cine de toda la vida.
El cine comercial lleva haciéndose un harakiri larrrgo de cojones desde hace tiempo ya. Igual para alguna cosilla indie estilo Sundance (tengo cerca un cine que pone pelis de autor) pero vamos, está fea la cosa. Peor aún, el aspecto social del cine se quedó muerto desde antes de la pandemia, así que… No le auguro recuperación.
Lo tienen complicado, sí. Y no ayuda que quieran exprimir a los pocos usuarios que siguen yendo.