Tecnología

Réquiem por bq

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Durísimo el tema de Javier Lacort de hace un rato en Xataka. Allí cuenta como «no hay nadie al volante en bq«, y como la empresa que otrora fue orgullo patrio -con sus luces y sus sombras, que hubo de todo- es ahora una mueca incómoda de lo que fue.

Qué penita.

La historia de bq se parece sorprendentemente a la de esas startups yanquis que tanto nos llaman la atención. Seis amigos y compañeros de estudios en la Politécnica de Madrid se juntaron para montar una empresa que primero se centró en la fabricación y venta de memorias USB -la empresa se llamaba justo así, MemoriasUSB– y que luego dio el salto a la fabricación de lectores de libros electrónicos bajo la que sería MundoReader.

Jaime Novoa contaba la historia de esos primeros años de bq en Xataka en mayo de 2013, pero ciertamente a bq no se la conoce por sus memorias USB o sus lectores, sino por sus móviles y tabletas, que durante un tiempo lograron plantar cara a los grandes de la industria mundial. Al menos en España, donde sus smartphones se convirtieron en una alternativa muy válida para muchos usuarios que buscaban alternativas buenas, bonitas y baratas.

En la imagen, los fundadores de bq.

Bq se convirtió así en nuestra pequeña Xiaomi. Como bien rezaba el titular de Jaime en aquel tema, la empresa no lo hacía todo en España: diseñaba en las Rozas y fabricaba en China. Muchos criticarán que aquello fuera también una media verdad, porque los diseños de bq estaban condicionados por los diseños de referencia que ofrecían los fabricantes chinos: de otro modo fabricar a bajo coste y en volumen era inasumible: hacer un producto totalmente original requiere unos recursos económicos que solo las grandes pueden afrontar.

Aún así la firma estuvo años batallando en el terreno de la gama baja y la gama media, y en Xataka dimos buena cuenta de esa trayectoria en la que recuerdo especialmente el papel de Rodrigo del Prado –aquí entrevistado por Antonio Ortiz a finales de 2014-, al que veía de año en año en los premios Xataka y siempre fue súper cordial conmigo.

Hubo dispositivos curiosos que a mí nunca me atrajeron demasiado porque eran demasiado modestos, pero está claro que había nicho de mercado para ellos y pelearon durante bastante tiempo por lograr hacerse con un hueco en las tiendas de telefonía que eran por entonces claras ‘influencers’ del sector: para la gente -sobre todo menos cómoda con internet- que no sabía mucho de móviles lo normal era irse a una tienda y preguntarle al dependiente, «Oye, ¿qué móvil me recomiendas?».

Durante un tiempo bq llegó a hacer cosas importantes. Para mí la más destacable fue aquella alianza con Canonical para lograr poner en marcha su proyecto de convergencia. Ubuntu Touch eligió terminales de bq para esos primeros pasos, pero lamentablemente aquella plataforma nunca cumplió con lo prometido. Yo quería creer en el milagro, pero claro, aquello era demasiado creer.

Recuerdo perfectamente ir a las oficinas de bq en Las Rozas con Jesús Maturana y grabar aquella toma de contacto con una plataforma que pintaba muy bien pero que era bastante desastrosa. Ubuntu no estaba preparada para conquistar el móvil.

El problema de bq no fue ese fracaso con Ubuntu o que sus móviles tampoco fueran la pera limonera: el problema fueron los chinos. Xiaomi asomaba la patita desde hacía años, pero su llegada definitiva a España en 2017 hizo que el futuro de bq y de otras empresas del ramo se complicara a lo bestia. Lo comenté aquí entonces, y aunque daba la bienvenida a «Chomi», también avisaba del peligro que eso planteaba para bq.

Las dudas quedaron disipadas a finales de 2018, cuando Javier Lacort precisamente contaba cómo el 51% de su división de móviles había acabado siendo comprada por una empresa vietnamita que llegó a lanzar algunos terminales pero que ha acabado difuminándose con la crisis provocada por la pandemia. Los terminales de bq desaparecían para siempre, y la empresa aseguraba mantener cierta parte del negocio, sobre todo en el ámbito de la educación -donde tuvieron cierta relevancia gracias a sus impresoras 3D y a esfuerzos como el simpático Zowi-.

La realidad era algo distinta, y durante meses bq parece estar sufriendo una lenta y dolorosa desaparición que tiene a algunos empleados aguantando sin cobrar -para intentar obtener lo que les corresponde cuando se produzca el inevitable final- y de la que han desaparecido ya la mayor parte de los trabajadores. Los que han hablado con Javier Lacort pintan un cuadro realmente triste de una empresa sin rumbo y abocada a desaparecer más temprano que tarde.

Es algo terrible. No tanto para nosotros, los usuarios que simplemente disfrutamos (o sufrimos, que de todo hubo, insisto) sus productos, sino para todos quienes ayudaron a crear y levantar una empresa que llegó a facturar cerca de 250 millones de euros en 2015 y que está acabando sus días de una manera dolorosa.

Qué penita.

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2 comentarios en “Réquiem por bq

  1. Una pena, aunque la verdad no recuerdo nunca haber visto esos teléfonos aquí en Colombia. Quizás solo se vendieran en España y Europa. Lo recuerdo casi exclusivamente por ser de los pocos teléfonos que venían con Ubuntu. Lo más llamativo era esa esperada promesa de que Ubuntu era el sistema operativo del futuro. Con tantas promesas en el escritorio, los teléfonos y las Steam Machines, el año de Linux parecía cercano.

    • Sí que empezó fuerte la década sí. Al final Linux ha triunfado por otro lado, un poco más de forma indirecta, pero sí, lo de Ubuntu fue una penita también. El proyecto sigue en marcha a pesar de todo así que no está todo dicho, pero me temo que se quedará como algo de nicho para usuarios con ganas de trastear.

Comentarios cerrados.