Durante las navidades os hablé un poco de dos cacharritos nuevos que habían entrado a formar parte de mi vida. Uno era el LG Watch Urbane que finalmente me llegó más tarde de lo que esperaba y del que por cierto tengo análisis pendiente con Harry como gran protagonista.
El otro, del que no di detalles, era una cámara de aventura que Papá Noel (o más bien Mamá Noel) me trajo por navidad y a la que entre unas cosas y otras no le había sacado demasiado partido. Se trata de la SJCAM SJ5000+.
Tras algunas pruebas caseras acabé estrenándola de verdad en un viaje de esquí a principios de año, pero después no hubo demasiadas emociones y la cámara cogió un poco de polvo porque, la verdad sea dicha, no soy precisamente Indiana Jones.
Que es lo que supongo (o más bien, espero) que le pase a todo el mundo que tiene una de estas cámaras de acción. GoPro -ahora un poco de capa caída- nos pintó un mundo de color de rosa en el que de repente todos podríamos grabarnos haciendo el cabra con la bici, la tabla de surf o la de snowboard, pero la realidad es que esa alocada vida solo la llevan unos pocos zumbaos que desde luego cuando graban vídeos con estas cámaras le dejan a uno llorando. “Qué hago tecleando esto y no subido a una bici en Australia para luego hacer un poco de salto base“, dirán muchos.
Pues cuidar de tu familia, alma de cántaro. Qué vas a hacer.
Pero cuidado. Que uno sea un ejemplar profesional y padre de familia no quiere decir que no pueda sacarle algo de partido a estos cacharritos, claro. Como digo le di un tiento en aquel viaje de esquí, y allí me di cuenta de dos cosas. O más bien, de tres.
- Colocarse bien la cámara es fundamental: no quise andar aprovechando la conexión WiFi que tiene la cámara para ver por el móvil lo que se iba grabando -por no perder tiempo- y la tontería me salió cara, porque todos los vídeos salen mirando demasiado hacia abajo.
- De estabilización de imagen, nada: aunque hay algún modelo por ahí con estabilización óptica de imagen, en la mayoría de GoPro y en las SJCAM -si no en todas- no existe esta opción, así que las vibraciones se notan bastante tirando a mucho. Eso hace que los vídeos no tengan la calidad que uno espera en algunas ocasiones, aunque para esto hay algún que otro remedio.
- A los esquiadores profesionales les quedan mejor estas cosas: ya lo suponía, pero lo confirmé. Como que luce más la cosa si pegas un par de botes importantes con otro locoplaya amigo tuyo haciendo esos dos botes en paralelo. No es mi caso, ni supongo (espero) el de la mayoría de vosotros.
Ese primer experimento me permitió comprobar que efectivamente lo de las cámaras de aventura tenía su gracia, y además experimenté con el tema de la estabilización óptica de imagen, que se puede apañar bastante gracias a Microsoft Hyperlapse, el programita que suaviza toda la grabación y que puedes usar gratis siempre y cuando aceptes el hecho de que una gigantesca mosca aparecerá en la parte inferior derecha del vídeo. En la breve prueba que incluyo aquí se me ve deslizándome raudo y veloz en el primer vídeo. En el segundo se me ve deslizándome suavemente raudo y veloz, que mola más. Las diferencias están ahí, aunque lo de Hyperlapse curiosamente funciona cuando aumentas la velocidad de reproducción a 2x o 4x.
La cosa se había quedado más o menos ahí hasta hace unos días. La apertura de las piscinas hizo que de nuevo la cámara tuviera su oportunidad. Aquí le copiamos la idea a unos grandes amigos (¡twin-family!) y tras un aviso hace unos días me pillé un kit de complementos de Neewer que ahora está a 9,50 € en Amazon y que entre otras cosas incluye un mango-boya -la cámara no se hunde- y el soporte-cinta de pecho que quiero probar la temporada de esquí que viene.
Ya armado hasta los dientes con los cacharritos tocaba probar una de las opciones más chulas seas o no aventurero: lo de sumergir la cámara y sacar fotos y vídeos debajo del agua. ¿Funciona bien?
Pues sí. Funciona de coña. No voy a publicar ninguno de esos vídeos porque salen mis enanos y ya sabéis que soy un poco tiquismiquis con eso de publicar fotos o vídeos suyas, pero lo cierto es que grabar en la pisci -y en la playa, supongo- es una chulada. Los vídeos quedan súper simpáticos y con un poco de práctica es fácil sacar tomas que podrían formar parte de cualquier vídeo de GoPro (o Apple) con una musiquita veraniega y un eslogan para vendemotos. Pero lo mejor es que también valen para tener recuerdos imborrables, que es de lo que se trata.
¿Y qué hay del tema especificaciones técnicas? ¿Qué pasa, JaviPas, que no haces pruebas de rendimiento y calidad de imagen?
Pues la verdad es que este no era un post dirigido a eso, pero sí que quería hacer algunos apuntes básicos. La SJCAM SJ5000+ es un modelo especialmente interesante de estas cámaras porque graba a 1080p50 (PAL), pero sobre todo tiene un modo 720p100 que es genial para grabaciones a cámara lenta. Creedme: grabar saltos del tigre con caída en el agua a cámara lenta y grabar saltos (del tigre o no) de tus niños (con caída en el agua también, mis pobrecitos) no tiene precio. De verdad, no lo tiene.
La otra característica curiosa del dispositivo es la conectividad WiFi. La SJCAM SJ5000+ crea una conexión WiFi ad-hoc que permite que te conectes con el móvil para dos cosas. La primera, controlar la cámara remotamente y ver lo que ve el objetivo, además de iniciar/parar la grabación o sacar fotos. Y la segunda, poder pasar las fotos y vídeos por WiFi, algo que a no ser que estés en un apuro no sale mucho a cuenta porque tarda y porque gastas batería de forma importante. La conexión WiFi es para mí algo anecdótica, pero oye, bien por las opciones.
¿Qué tal la calidad del vídeo? Pues yo diría que decente, pero no espectacular. Es lógico: el sensor (un Panasonic MN34120PA de 1/2.33? y 16,37 Mpíxeles) es bastante majo, pero no es la pera, como tampoco lo es el objetivo, que es un f/2.8 con un campo de visión de 153° que se acerca al ojo de pez y que es la norma en este tipo de dispositivos. Aquí la luz es determinante: si tienes día soleado, tanto las fotos como los vídeos lucirán más. Si no es así, la cosa pierde bastante, y es algo que se nota especialmente en las fotos. Cualquier móvil decente -y mi OnePlus One lo es- saca fotos bastante mejores, y para según qué cosas desde luego grabaría vídeo con el móvil y no con la cámara. Por ejemplo, hace poco tuvimos función de los niños y grabé con la SJ5000+, que por cierto, tiene micrófono integrado. Fue un error, porque aunque el angular y ese objetivo dan vidilla en ciertos escenarios, no es el más apropiado para grabaciones estáticas. No he trasteado mucho con firmwares -tengo el v3.2 y ya van por el 3.3.6, que entre otras cosas incluye ajustes del FoV y también un modo 2K a 30 fps- pero es bueno saber que hay una comunidad bastante activa que va moviendo el tema.
La cámara es un pequeño capricho cuesta 156 euros en Amazon ahora mismo, y es inevitable pensar en alguna GoPro como alternativa -más caras aún- o, cómo no, en las Xiaomi Yi que cuesta la mitad (72,88 euros en Amazon, pero creo que tienes que comprar la carcasa para sumergirla a parte, esta ronda los 17 euros) aunque tiene una diferencia que puede ser fundamental para muchos: que no tiene pantalla LCD detrás.
¿Recomendable? Si os digo la verdad yo era un poco reacio a tener un cacharrito de estos: lo de tener una cámara de aventura no parece tener mucho sentido para gente más bien tranquilita o para los que no son unos zumbaos de deportes extremo, pero lo del modo piscina le ha dado otro sentido a mi vida. Si sois de los que queréis tener recuerdos simpáticos de vuestros niños (o vuestros amigos/as, que también sirve) lo de los vídeos debajo del agua es alucinante, de verdad. Muy propio de vídeos de felicidad familiar total, desde luego.
Para mí, un acierto. Y si se me ocurre hacer el bestia y grabarlo, ya tengo los medios. Ele.
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Javi, con el Vídeo Editor de YouTube también se puede estabilizar la imagen cuando la detecta movida. Básicamente va pillando la parte común de cada frame. Por eso quedan unos vídeos un poco más encastados. Pruebalo y ya comentaras qué tal…