De cuando en cuando la periodista Laura Blanco me invita a participar en su programa Mercado Abierto, en Capital Radio los viernes por la tarde. Hoy el tema se centraba en un informe que salió ayer sobre los países y empresas que más patentan en materia de tecnología en todo el mundo y que dejaba claro que en Estados Unidos, como decía en Xataka, lo de patentar es casi deporte nacional. Mi participación, a partir del minuto 35:
El tema de las patentes ya ha sido motivo de algún que otro post en Incognitosis, y aquí mi opinión es bastante clara: salvo en casos muy específicos en los que la innovación sea real y concreta, de patentes nada. La cosa se agrava con las patentes software que han generado mucho debate aquí y fuera de aquí y que por el momento parecen relativamente a salvo de este fenómeno que tiene seguidores y detractores a partes iguales.
Antes del programa dediqué un rato a refrescar el tema y me encontré con argumentos muy a favor y muy en contra de las patentes. Este tipo de protección de la innovación fue vital –dicen– para que Estados Unidos se convirtiese en la potencia tecnológica e industrial que es a día de hoy, y otros países como China o Japón se dieron cuenta de las ventajas que ofrecían esas recompensas a la innovación y las implantaron en sus sistemas.
Pero claro, está el otro punto de vista. Como digo en el programa, muchas patentes frenan la innovación y eso es algo que vemos constantemente en tecnología donde conceptos generalistas (doble click, forma rectangular de los móviles, arrastrar para desbloquear) han sido patentados y han causado muchos quebraderos de cabeza a las empresas que los crearon, pero sobre todo a quienes tratan de avanzar iterando y mejorando algunas de esas invenciones. Los ejemplos son aún más claros en otras industrias como la farmacéutica, pero lo cierto es que la posición de algunas empresas en torno a las patentes ralla en lo absurdo. Google compró a Motorola para hacerse con su catálogo de patentes -y eso que Motorola tenía un valor inmenso per se como fabricante-, y la inversión monetaria fue enorme para lo que era básicamente una compra de propiedad intelectual.
Y así estamos: viendo cómo seguramente muchos innovadores no lo hacen (o no publican) porque sus creaciones se basan en obras anteriores aun mejorándolas. Las patentes deberían servir para proteger las inversiones de quienes crean e innovan, desde luego, pero solo de los que lo hacen de verdad. Porque copiar, lo que se dice copiar, copian todos.
La verdad yo si creo que no deberían haber patentes de ninguna clase. No hay patentes que funcionen, y otras que si funcionen, y ya explico por que.
A través del sistema de patentes, el Estado crea un monopolio legal para la empresa de la patente, es decir, solo aquella empresa podrá explotar la idea o producto que ha patentado. Esto frena el desarrollo sin lugar a dudas, porque la empresa monopolística, al no tener competencia, no tiene incentivos para mejorar su producto patentado. Por lo tanto, no sería de extrañar que hayan productos que no hayan evolucionado con el paso de los años, y cuyo precio tampoco baje demasiado.
¿Y si ocurre al revés que en tu planteamiento? Es decir, el hecho de que una patente pertenezca a una empresa sirve de acicate para que otros se devanen los sesos y desarrollen productos competitivos.
Entonces no se trataría del mismo producto, y la empresa tendría que desarrollar un producto/servicio diferente. Obviamente dicha solución no es viable, ni moralmente aprobable. Tener una idea no te hace dueño exclusivo de dicha idea.
¿Qué pinta la moral aquí? :-S
» muchos innovadores no lo hacen (o no publican) porque sus creaciones se basan en obras anteriores aun mejorándolas»
Eso es patentable; se puede patentar, incluso, algo patentado pero aplicándolo a otro campo, porque cuando patentas algo patentas el como y su ámbito de aplicación y si alguien lo aplica a otro campo se queda puede patentarlo (es el ejemplo de dyson y sus aspiradoras).
Las patentes no son malas (hablo de las normales, no las de software) pero exigen tener un buen musculo financiero para defenderlas en los tribunales (y aún así con paises como China poco tienes que hacer) es un incentivom como dice @Yiso para que la competencia, al no poder hacer uso de tu innovación, tenga que buscar otro método para conseguir lo mismo o algo similar (recordemos la guerra de las cocinas de inducción o las siglas de los sistemas de inyección en automóviles); también hace, por el contrario, que una parte de la inversión por parte de las empresas sea para hacer ingenieria inversa de las patentes de la competencia para poder así mejorarlo o buscar alternativa.
El tema es muy interesante y es dificil defender categóricamente una opción siendo lo ideal un punto intermedio