¿Por favor, me puede decir la hora, señor?
Esa frase aparentemente educada e inocente define el fin de una era personal. Cuando la oyes por primera vez de algún enano te das cuenta de que por mucho que tú te veas como un chavalote, ya no lo eres. Al menos no en apariencia, porque ese y otros infantes te ven como eso tan temible. Como un señor.
Y claro, algunos seguimos resistiéndonos. Da igual que te compares con los padres del cole y pienses “Joder, ése sí que está acabao“, porque los años pasan más o menos igual por todos y el salto generacional es cada vez más evidente. Lo ves por todas partes, pero sobre todo lo ves en Internet.
A mi la frasecita de marras me la soltaron ya hace tiempo, pero me resistí a aceptar que ya era un señor hasta que comenzó la fiebre YouTuber. Porque sinceramente, se me escapa el interés o la gracia que pueden tener los vídeos de elrubius -inevitable citarle, lo de enlazarle me ha costado más- o su análogo a nivel global, PewDiePie. De éste último ya enlacé un artículo en The Wall Street Journal en el que contaban que, entre otras cosas, ganaba 4 millones de dólares al año básicamente por hacer el gañán mientras jugaba a juegos de ordenador. Que ojo, es una forma totalmente legal -no he dicho respetable– de ganarse la vida. Es entretenimiento, puro y duro.
La cosa se pone aún más interesante cuando asisto a los vídeos que eligen mis hijos (2 y 4 añitos) cuando aparecen las sugerencias de YouTube. Yo les pongo alguna canción de El Rey León o de Rapunzel (Enredados), y de repente aparecen vídeos como éste que tiene más de 9 millones de reproducciones o, atención, éste otro, con más de 19 millones de reproducciones y cuya gracia está en ver cómo un tipo va abriendo huevos Kinder. Os aseguro que mis canijos se quedan anonadados con esas megaproducciones, algo que a mi me hace llorar cuando compruebo que un vídeo con mucho más trabajo detrás -como los análisis en vídeo que hacen los compis en Xataka- tiene 10 o 20.000 visitas de media, aunque obviamente el público objetivo no sean mis pequeños minifrikis.
Trato de no pensar mucho en ello, aunque si lo hago llego a la misma conclusión que en otros ámbitos. Tenemos la televisión el YouTube que nos merecemos. Si eso es lo que piden los usuarios, eso es lo que tendrán. Y en esas están los responsables del servicio, que por lo visto están tratando de retener a sus youtubers estrella (dios mío, cómo suena eso) con jugosos contratos de exclusividad. En ese artículo de The Wall Street Journal hablan por ejemplo de Michelle Phan, una jovencita que ha aprovechado un filón interesante: el de los vídeos con tutoriales de maquillaje y trucos de belleza. El negociete (que desde luego no es nuevo) que se ha montado la chica va más allá de los vídeos, porque se ha convertido en una marca con su línea de cosméticos y complementos. Brillante. Tanto que ahora le han tentado desde Vessel, una plataforma de vídeo que aún no está disponible pero que parece tener en mente tratar de restarle relevancia a YouTube (jarl).
Ese artículo es solo un pequeño aperitivo del reportaje ‘Hollywood and vine‘ de Tad Friend en The New Yorker. Comencé a leérmelo y cuando llegué a la mitad unos minutos después no pude más. Se me atragantó el éxito de pipiolos y pipiolas que han tenido el acierto de comprender a su generación y sacarle partido con contenidos que en la mayoría de los casos son, en mi opinión (y ojo, para gustos los colores), básicamente basura. Pero claro, cumplen con el citado objetivo de entretener a los millones de adolescentes que se los tragan sin ketchup ni mostaza. En el artículo se citaban las palabras de Jerry Katzenberg, un señor con todas las letras que a sus 63 años es el CEO de DreamWorks Animation, y que lo tenía claro:
Within five years, YouTube will be the biggest media platform of any, by far, in the entire world.
Yo diría que Katzenberg tiene toda la razón, pero si el futuro de la mayor plataforma de contenidos del mundo se rige por las tendencias actuales, tendremos ante nosotros no solo a la mayor plataforma de contenidos del mundo, sino a la mayor plataforma de contenidos basura del mundo. Que ¿afortunadamente?, será telebasura bajo demanda. Que tiemblen los fans de Telecinco. Salimos de Málaga para caer en Malagón.
Empiezo a sonar a viejo fuera de onda. Va a ser verdad. Me he convertido en un señor. Porras.
Bueno…yo me consuelo con el hecho de que por ejemplo el video oficial en Vevo de «November Rain» de Guns n’ Roses, tiene unos 310 millones de pases, que se dice pronto (y fíjate también que las recomendaciones de canciones de rock clásico que salen al visionarlo casi todas superan los 100 millones). Aunque claro, lo mismo visto desde otra perspectiva este contenido es algo así como unos melenudos toxicómanos haciendo música de los 70. No obstante yo creo que los criterios de calidad tienen que tener algo de objetivo, y por supuesto que valoro más una música a mi juicio con calidad técnica (que puede gustar más o menos, eso sí) que a un adolescente haciendo el petardo que por cierto, también parece que acaba de consumir algún tipo de substancia cuanto menos psicotrópica (he hecho el esfuerzo de ver el vídeo del tal «elrubius»).
Pero ahora me vienen las dudas. ¿De verdad estos adolescentes montan todo este tinglado solos? ¿No os parece que detrás de ellos hay una producción siquiera mínima que se puede dudar que salga de ellos en solitario? ¿No es sospechoso que las miniaturas de los vídeos de este tipo comparten un mismo diseño que se repite religiosamente en casi todos? ¿No es raro que Youtube (la parte más interesada en que se vean) los promociona hasta en la sopa y venga a cuento o no con lo que se está viendo en ese momento? ¿No sorprende que no se les agoten las temáticas, y que por muy tontas que sean estén ahí todos los días con algo nuevo? Vamos, que no me extrañaría que el fenómeno tenga mucho de artificial, porque insisto, hay cosas que no acaban de cuadrarme, porque si son tan tontainas como aparecen en los vídeos no me cuadra su habilidad para alcanzar tanta difusión, cosa que ni siquiera consiguen expertos grupos de comunicación de todo el mundo. O lo mismo son unos genios que se hacen los «capullos» para vender, cosas más raras se han visto.
Curiosa esa teoría de la conspiración tuya, Antonio. Igual tienes razón, aunque yo creo que ese diseño unificado simplemente funciona y todos copian de todos. En cuanto a las ideas para publicar vídeos, cualquier chorrada es válida, aquí no veo muy necesario un equipo de guionistas.
Pero como dices al final, igual simplemente son genios que hacen de capullos (hayan tomado alguna sustancia previamente o no, que efectivamente lo parece en algunos casos). Y no les va nada mal.
Entiendo tu razonamiento y que haya que dudar de teorías «conspiranoicas». Aunque tampoco serían tales, al fin y al cabo dice expresamente que esos vídeos sean hechos en solitario por quien los publica, ni nadie supongo que se pregunta por eso al verlos.
Pero, ¿no te resulta extraño que grandes grupos de comunicación y empresas que se dedican a ello profesionalmente (como Weblogs SL, sin ir más lejos) con grandes presupuestos y con muchos recursos no sean capaces de conseguir los resultados que consigue un niñato con un muñeco de Picachu en las manos? ¿Y no crees que a Youtube le interesaría crear nuevos «géneros» que no pueden ser contrarrestados fácilmente por los medios «tradicionales»?
Es que si no, no me explico como los demás medios no están ya manos a la obra de rodar vídeos chorra en esa línea, y ya está, nos ahorramos el presupuesto, los medios materiales, los profesionales, y ¡ala! a ganar millones de euros en una tarde. Que no le vendría bien al grupo PRISA, por ejemplo tener algo que le hiciera ingresar 50 millones al año, como el gato cabreado ese, que al final ha fichado por Friskies, y oye, que no creo que los gastos de producción de sus vídeos sean de superproducción de Hollywood, precisamente.
Pues ahí le has dado de nuevo, Antonio. Va a ser que hay que montar un sarao de estos para ver si nos forramos.
El problema es que a mi no me sale, qué perecita. Dale tú, anda 😉
Ya en serio: buen argumento, sí señor. Quizás no tardemos en ver este tipo de cosas «patrocinadas» por alguna de las grandes. Uhm.
Comprendo y coincido con mucho de lo que dices, tal vez tenemos una edad parecida.
Están apareciendo también una serie de youtubers que están haciéndose famosos y contando sus suscriptores por cientos de miles a base de reirse de otros youtubers, comentar y criticar de manera cáustica o incluso insultar. A mí me sorprendió uno llamado AuronPlay, que reconozco que me ha arrancado alguna que otra sonrisa a pesar de saber que es un mindundi.
Esta es la gente que hoy en día premia internet, gente que se diferencia, gente arriesgada y con huevos, aunque con un talento más que cuestionable desde el más tradicional punto de vista de la palabra.
No sé, se me escapa un poco todo. Tal vez finalmente es cierto que el gilipollas soy yo.
Gracias y felicidades por tu blog.
Me niego a pensar que el que piensa que esto es una gilipollez es gilipollas. Lo digo en serio.
Gracias a ti por el comentario Juan Carlos. Evidentemente la gente que está triunfando lo ha logrado por algo distinto. O al menos, por algo que era distinto al principio. No es que yo le tenga mucho respeto a esa gente, pero oye, ole con ole, que como decía han comprendido mucho mejor a las audiciencias de lo que yo lo hago en mi trabajo. (Qué triste).
Y de gilipollas, como dice Antonio, nada. Me temo que estamos igual.
El éxito de los YouTubers –que lo hacen muy bien, si nos paramos a pensar en ello– me recuerda el éxito de las primeras televisiones privadas. Telebasura, sí. Pioneros, sí. Falta de criterio: sin duda.
YouTube todavía es joven. En cuestión de unos años, dado un mejor ancho de banda y mejores equipos de grabación y edición de vídeo (y un software de edición mejor), la cosa se democratizará para bien.
Y quien tiene algo interesante que contar, lo contará en vídeo. Que demasiado miedo hay hacia el fotograma y demasiado poco hacia la palabra escrita, que es bastante menos gratificante. 🙂
Eres un tío sensato, sí señor. No diría yo que lo hacen bien (al menos no algunos de los citados), pero está claro que por algo hay que empezar. Veremos a donde llega esto y si me/nos tenemos que pasar a formato vídeo 🙂
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Respondiendo a Antonio, no sé como será el caso de todos los «youtubers» pero yo he vivido en primera persona el nacimiento de uno de ellos y que actualmente tiene más de un millón de suscriptores (sí, lo he tenido que mirar). Fue compañero mío de universidad, y de mi novia desde el instituto. Recuerdo sus inicios con menos de 100 visitas y cómo nos contaba que perdía una tarde entera contestando emails de gente que le pedía consejo tras ver sus vídeos. O el día que nos contó como estaba en el aula de informática de la facultad imprimiendo unos apuntes y un chico delante suyo estaba viendo uno de sus vídeos sin saber que lo había hecho él. Con esto quiero decir que su popularidad creció porque a parte de trabajar sin saber que en un futuro cobraría por ello (si no me equivoco en ese momento YouTube no pagaba a nadie o si lo hacía debía estar comenzando a hacerlo), supo estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado y desde luego no hubo una empresa detrás que se encargara de promocionarle (al menos en su caso). Personalmente lo que más me preocupa de todo este fenómeno de YouTube son los adolescentes que creen que haciéndose vídeos jugando a un videojuego se harán ricos y famosos como elrubius o el ejemplo del chico que os digo.
Saludos.