Mi primer recuerdo de un Mac es bastante tardío. En 1991 comenzaba a estudiar en la Facultad de Informática de la UPM, y en aquel Centro de Cálculo que sería mi particular patio de recreo durante unos años había un Mac Classic que ya mostraba claros signos de pertenecer a otra época. Era como un pequeño homenaje a una plataforma que en esa época era muy de nicho . El Mac, decían, era para diseñadores, maquetadores, o músicos. Y ya.
Probablemente por eso no tenga recuerdos conscientes de la existencia (que supongo que sí) o relevancia de esta plataforma que en Estados Unidos sí tenía su aquel pero que en la España ochentera yo creo que pasó totalmente desapercibida. Bastante –demasiado, diría yo– teníamos con los 8 bits y con aquel paso de finales de esa década a los 16 bits. El Amiga 500 era para mi la verdadera maravilla del sector, y aquello de «trabajar» en esos sectores de mercado carecía de importancia. Lo que molaba eran los juegos, claro.
Aquellos primeros años de facultad coincidieron con el peor periodo histórico de Apple, y sí recuerdo comentar de vez en cuando lo complicado que lo tenían con un compañero que sí tenía o había tenido uno de esos equipos. La cosa no cambiaría hasta la vuelta de Jobs en el 96 y sobre todo hasta la llegada de los iMac originales del 98, unos equipos divertidos y originales en formato que comenzarían a sentar las bases de la verdadera relevancia de esa familia. De hecho, las cosas mejorarían casi de forma sostenida durante varios años. Primero con esos diseños en los que el plasticucho era protagonista absoluto, y luego con equipos –sobre todo portátiles– que eran una verdadera declaración de intenciones, como los Powerbook G4 que ya sí pude tocar de refilón en PC Actual y que ciertamente estaban muy curiosos.
Yo diría que de esos 30 años del Mac solo los últimos 15 (quizás menos) han tenido relevancia. El verdadero punto de inflexión no lo marcaría el hardware de esos equipos. Aquí seguro que muchos me machacan, pero en mi opinión, y siempre desde esa capacidad que hablar a toro pasado y desde la distancia, en esos primeros 15 años el hardware (con honrosas excepciones) era más bien mediocre. Por supuesto, nada de eso importó demasiado cuando en Apple se centraron en solucionar su primer gran problema: el sistema operativo.
La llegada de Mac OS X (hoy solo OS X) fue absolutamente crucial para el despegue de una plataforma que estaba anclada en un sistema operativo obsoleto y limitado. En aquella época había margen de maniobra, desde luego: Microsoft había logrado un sistema operativo bastante más decente (comparativamente con la versión de Mac de ese año) ya en 1995, y otras plataformas aparentemente mejores (Amiga OS, OS/2) habían muerto por el camino. Apple lograría darle la vuelta a la tortilla, y lo cierto es que este sistema operativo –con 12 años ya a sus espaldas y versiones que al fin y al cabo solo han consolidado la idea original– es una joyita por su interfaz de uso y por sus muchos aciertos. Que ojo, no le libran de unos cuantos defectos clásicos de todo desarrollo made in Cupertino.
El segundo gran responsable de la relevancia fue, desde luego, la adopción de micros Intel de enero de 2006. Ese salto cualitativo fue el que le dio verdadero sentido a unos equipos que han terminado madurando realmente bien gracias a ese componente de diseño diferencial que siempre estuvo en el mantra de la empresa. Yo mismo acabé formando parte del redil –con reservas– al comprar aquel primer Macbook Air en diciembre de 2010, y quedé encantado, como se puede ver en mi súper-análisis de aquel primer modelo. No creo que mi relación personal con el Mac dure mucho más, pero hay que reconocer que un mundo sin Macs hubiera sido un mundo un poquito más triste. Por cierto, de las celebraciones –el vídeo conmemorativo de Apple es muy de la casa– destacaría sin lugar a dudas una muy friqui: la de iFixit, que ha destripado un Mac 128K con todo lujo de detalles.
No me digas! estudiamos en el mismo sitio Yo era un b94, un poco más joven que tu… Que cosas.
Sólo tengo un pequeño desacuerdo contigo y es que realmente el acierto de pasar a Intel era poder correr Windows en el Mac. Por lo demás, la tecnología POWER es notablemente mejor que la Intel. Así que yo no lo llamaría salto cualitativo, sino estratégico aunque fuera un paso atrás en tecnología. Según benchmarks de la propia SuSE el rendimiento por core en POWER es hasta 5 veces superior que en Xeon.
Saludos
Discrepo,, por lo menos en el día a día, el rendimiento de programas como ffmpeg, handbrake y demás era bastante mejor en mi Intel que en mi iMac G5 a igualdad de memoria y velocidad de CPU
Qué gracia. coincidiríamos seguro 🙂 En cuanto al salto a Intel, desde luego estratégico era, pero otras cosas pesaron, creo yo. Por ejemplo, la capacidad de Intel a la hora de fabricar.
«No creo que mi relación personal con el Mac dure mucho más»
¿Ya no piensas gastar tanto en una lap/compu de escritorio? ¿o por que lo mencionas?