Tecnología

Un solo Windows para dominarlos a todos

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Siento insistir una y otra vez con este tema, pero me he encontrado con un artículo en Ars Technica en el que Peter Bright hacía una reflexión sobre el tema de la convergencia en Microsoft. Para alguien que como yo lleva leyendo –y admirando– a Ars Technica en su forma y en su fondo, ya solo el título elegido («Why Microsoft needs three –or more– operating systems«) resultaba chocante.

El texto de Bright es, yo diría, inconsistente. Comienza aclarando las diferencias entre los sistemas operativos de Microsoft, y destacando que mientras Windows Phone es un sistema operativo claramente diferenciado –con sus propias APIs y un kernel que hasta no hace mucho se basaba en el legendario Windows CE–, Windows y Windows RT son dos caras de la misma moneda –y lo son, como detallaba el propio Bright en un artículo mucho mejor que este hace meses–. He aquí el párrafo destacado de esa primera parte:

Microsoft isn’t developing two competing, incompatible, inconsistent platforms in parallel with Windows and Windows RT. It’s developing one operating system and compiling it twice. Software that runs on Windows RT will run on Windows 8 at best unaltered (for software written using .NET or HTML/JavaScript) and at worst with a recompile (for software written using C++).

Efectiviwonder, así es. Bright menciona por supuesto las declaraciones de Larson-Green de hace unos días con aquella famosa cita del «No vamos a tener tres sistemas operativos«. Seguramente le den el tostón a Larson-Green con la frasecita de marras durante bastantes meses (¿años?) de aquí en adelante, pero se lo tiene merecido, por adelantarnos el futuro. El caso es que el autor de Ars Technica insiste una y otra vez sobre la diferencia de esas tres plataformas –aunque dos de ellas se parezcan como gotitas de agua —  e incluso argumenta «que querremos que el teléfono y el tablet sean diferentes«.

Gilipolladas.

Me voy a arriesgar y voy hablar en plural mayestático. No queremos que sean diferentes. Queremos precisamente lo contrario. Que sean iguales, pero que ese sistema operativo se adapte a esos formatos. Me da igual que sea un teléfono, un tablet, un portátil, un PC, una consola (atentos a esto último), un reloj inteligente o un puñetero dron de Amazon. La base debe ser la misma. Simplicidad = eficiencia.

Solo al final Bright parece ceder a lo evidente, y dedica todo un ladillo a borrar todo lo que había dicho anteriormente para abrirnos la puerta a ese futuro en el que precisamente explica lo que yo tengo claro desde hace ya cierto tiempo. Vamos con esos dos gloriosos párrafos que salvan el artículo:

With this kind of smartphone, your tablet might not be a tablet any more. It could just be a dumb wireless screen with a battery that’s driven by the phone in your pocket. Your laptop, likewise, may be a clamshell keyboard, screen, and battery, again powered by the phone. Even your desktop PC may not be a PC. Drop the phone on a wireless charging pad and let it seamlessly reconnect to your Bluetooth mouse and keyboard and your Miracast big-screen monitor.

While there will still be a role for «conventional» systems, primarily driven by thermal and power constraints (a laptop or desktop PC can simply afford to burn much more power to get the job done than a smartphone), they’ll be needed by an ever-shrinking niche group of users. For everyone else, one compute device could power whatever form factor they cared to use, from a 4-inch phone to an 85-inch TV.

Aleluya, amigo Bright, por fin te has dado cuenta. Por favor, cambia el «needs» del título de tu artículo por un «doesn’t need» y, para otra vez, revisa antes de publicar. Que estás escribiendo para Ars Technica, por amor de dios.

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