El vídeo que encabeza este artículo es una verdadera obra de arte. No por la producción o los actores, que no lo hacen nada mal, sino por el tratamiento de un tema tristemente popular. Los móviles se han convertido en unos dispositivos bastante odiosos. Está muy bien que los smartphones nos permitan hacer casi de todo. Mola que, entre otras cosas, nos permitan mantenernos conectados con todos esos amigos y conocidos de pega que nos salen por doquier en las redes sociales. Construyéndonos esa vida tan chula sobre el papel (o más bien, pantalla) en la que vamos a sitios mil que compartimos en Foursquare, comemos platos de diseño que compartimos en Instagram, o subimos fotos a Facebook de básicamente cualquier cosa. Todo es compartible, y todo es compartido.
Pero estamos perdiendo la perspectiva, porque esa frenética actividad social y, sobre todo, virtual, está presente en las otras relaciones. Las reales. Mucha gente con la que quedas para comer o tomar una caña parece estar más pendiente del móvil que de disfrutar de ese rato contigo o con quien lo esté disfrutando. WhatsApp no puede esperar, como tampoco la foto del vaso de cerveza o, ya puestos, el comentario en Facebook que ha puesto un antiguo compi del cole al que no ves desde hace 25 años pero que de repente parece que es uña y carne.
No es mi caso, afortunadamente (creo). Tengo, o más bien, tenía, un problema con mi cámara de fotos. Como un tic en la mano. Sacaba fotos de todo, y era de esos que, orgullosos, contaban que se habían traído 4.000 fotos del viaje a Nueva York de una semana. En algunos de esos viajes me ocupé mucho más de tratar de sacar fotos (muchas, que es muy fácil, y buenas, algo mucho más complicado), y no tanto de disfrutarlo. Me abrió los ojos un conocido con el que salió el tema, sin que fuera algo dirigido a mi. Aprendí a sacar la cámara con bastante más mesura, y a apretar el botoncito con algo más de sentido común. Y ese mismo principio me lo acabé aplicando al tema del móvil, un poco copiando a la autora del vídeo, que se dio cuenta exactamente de lo mismo, como contaban en The New York Times.
I still have my phone with me, but I try to leave it in my purse. Now I find myself just taking in a moment, and I don’t have to post a picture about it.
Grande. Igual que aquella columna de Elvira Lindo de octubre de 2011 en la que esta escritora explicaba lo mismo de una forma igualmente fantástica en un texto con un título que, la verdad, es de los mejores que nunca he visto: No me quieras tanto. Pues eso. Que no lo hagáis. Ni a mi –que venidos al caso, no importo–, ni a los vuestros.
Yo he dado el paso mas radical, pase de un smartphone de las primeras generaciones a un «candy bar» que solo uso para llamadas y contados SMS.
La razón, simple, por mi trabajo me paso conectado a internet y a un ordenador el 60% de mi tiempo, no quiero pasarme el resto conectado a un teléfono. Ademas es un filtro cojonudo, solo recibo llamadas (y poquísimos SMS) por asuntos que merecen la pena, me libro de todas las chorradas y banalidades que se mueven por los Guasapss, esquipes, viboras y demás.
Igual que aparque la TV, aparque el smartphone y ahora también hago un uso más racional de la cámara y no uso redes sociales (a excepción de twitter y con uso racional). Me he dado cuenta de que no solo tengo más tiempo libre, si no de que me libra de ciertos estereotipos, cierto «pensamiento colectivo» y mucha «cultura pop» de usar y tirar.
Grande Joe. No es mala idea. Lo único que yo echaría en falta probablemente es poder sacar alguna foto de cuando en cuando a los enanos, pero me has dado que pensar 😉
Hola:
Esto no es nuevo (Si esta renovado) en los 90 nos llamaba la atención lo cargado de Tegnologia que venían los turistas japoneses a España y se trataba de una simple concepción del tiempo o del «Ser y Estar» ellos eran más felices contando y reviviendo lo que habían hecho que en sí mismo haciéndolo. Es algo que en nosotros los españoles también pasa con mucha frecuencia (Más de la cuenta según mi opinión) las nuevas tecnologías, las bautizadas como 2.0 ayudan y potencian esa «Actitud» seguro que luego eres más feliz contando que te has encontrado con alguien al que aprecias, que cuando te lo encontraste. Es síntoma de sociedades despersonalizadas y materialistas, e incluso egocéntricas. No podemos luchar contra eso por más que nos desagrade, salvo que queramos convertirnos en «Ermitaños» que por cierto también los hay (Rechazan la Tegnologia del momento de plano) el secreto esta en la difícil busquedad del punto intermedio (Familar esto verdad) Gracias y felicitarte por el título LO HAS CLAVADO. Espero que tarden y mejor si no llegan momentos difíciles a tu vida, ese será el momento clave para saber si estas solo o no. Un Saludo de uno que ya peina Cañas pero no rechaza lo que viene de nuevo. Gracias.
Hola, Javi.
Mi opinión es algo distinta. Más que solos, yo diría que jamás lo hemos tenido tan fácil para desconectar de lo que no nos interesa.
http://psicobicho.com/2013/08/25/yo-decido-cuando-prestar-atencion/
Saludos cordiales,
F.
Gracias por el comentario y por el post Fabrizio, está fantásticamente escrito. Como dices, no estamos de acuerdo, pero no pasa nada :/
Así y todo, debo decirte que compré un Nokia 100 hace dos días, para sentir otra vez esa sensación de estar desconectado cuando salgo de casa. Y es bastante agradable.
Puede que tenga que escribir una segunda parte, después de todo. :-))
Vaya, parece que Joe y tú vais a sentar precedentes. Igual acabo haciendo lo mismo 🙂 Gracias por la idea chicos 😉
Voy a ser escueto, no tengo cuenta en ninguna red social (bueno en google+ a la fuerza, leñe con esto de fusionarlo todo, yo con gmail ya tenía suficiente), soy ingeniero informático y cuando más disfruto(vivo) es cuando interactuo con la realidad (léase tomarse una cerveza, coger la MountainBike, etc.).
Sinceramente creo que es un remar contracorriente. Quizá no nos percatamos que ha llegado un cambia de paradigma en cuanto a las relaciones interpersonales. Nos afecta como siempre, somos «hijos de nuestro tiempo» y no podemos (pero necesitamos) luchar lo por nuestro. Al final quedará reducido a una minoría, lo cual no es malo. Dejad el paso al cambio, abrazad el futuro.
Yo también me veo la misma situación, aun me reúno con amigos y guitarreamos entre otras cosas, me reúno a conversar con algunos sobre temas triviales y temas profundos y muchas veces este es un tema que sale a tratarse.
Nos creemos lo suficientemente capaces de discernir lo mejor o lo peor. El titulo «Jamas hemos estado mas solos» es bastante acertado, pero esta situación es «buscada» por muchos, el mundo se ha dividido en tres grandes grupos con diversos matices pero fácilmente visibles.
A todo esto, ¿que es la soledad?, el concepto de la misma esta cambiando, no me sorprendería que en 10 años (o menos), soledad sea estar desconectado de la red.