Veo poco la tele: el telediario cuando como o cuando ceno, y poco más. La mayoría de películas que echan ya las he visto, así que suelo utilizar la tele como una pantalla en segundo plano mientras navego por Internet y leo cosas que sí me interesan. Y si quiero ver pelis o series suelo acudir a medios que me ofrecen lo que quiero y como lo quiero, y que además, cierto es, lo ofrecen a coste cero. No soy un hipocritilla que niegue descargar estos contenidos, pero creo sinceramente que acudo a esos medios porque lo que ofrece la industria me parece hoy en día abusivo para nosotros, los consumidores.

En TechDirt lo explicaba muy bien hoy Mike Masnick -su fundador, y toda una personalidad en este terreno de los medios digitales-, comentando que los grandes de la televisión están cometiendo los mismos errores que antes cometieron los grandes de la música o de los medios impresos. La frase clave de su reflexión es esta:

Execs in the legacy industry demanding that they can’t change until someone tells them how to make the same amount of money and spend the same amount of money as before.

Así es: las viejas glorias de esas industrias no quieren renunciar a los buenos tiempos, pero tendrán que hacerlo, y más pronto que tarde. Los grupos de presión funcionan por ahora bastante bien en Estados Unidos o en nuestro país y están logrando retrasar esa revolución digital que todos sentimos cercana, pero esas barreras -DRMs, leyes Sinde-Wert y demás mecanismos de represión- no parecen demasiado sólidas. De hecho parece que de cada servicio que cierran salen otros dos esperando cubrir esa demanda.

Ha pasado con Megaupload, un servicio que ha vuelto a demostrar la validez de protocolos distribuidos como BitTorrent, sobre los que se cimientan servicios realmente increíbles. El último ejemplo, sobre el que tuiteé hace unos días, es Movies.io, un buscador de torrents con un diseño sencillamente espectacular, a años luz de cualquier servicio comercial, y del que por ejemplo hablaban hace unos días en TorrentFreak, referente de todos los medios en ese oscuro segmento que rodea al protocolo BitTorrent.

Lo gracioso es que ninguno de los grandes de la industria se dé cuenta, con todos esos recursos económicos, de que webs como Movies.io las han hecho un grupito de amiguetes con curiosidad, tiempo y ganas. Y sin un duro, que es lo más gracioso. Probablemente acaben logrando cerrarla, pero mientras tanto no puedo hacer otra cosa que disfrutarla y tratar de que eso sirva para darles a los grandes un motivo más para que recapaciten.