No esperaba demasiado de «The Social Network» («La red social»), pero desde su estreno varios amigos y conocidos iban recomendándola más y más, así que ayer hice algo inaudito: me fui al cine a verla 🙂 Cada vez voy menos al cine -de hecho, ya hablaré de esto en otro post más adelante-, primero porque no tengo demasiado tiempo libre, y segundo porque mi cine en casa me ofrece más comodidad y opciones que cualquier cine actual, pero esta vez hice una excepción.

Así pues, a las 19:00 estabamos sentaditos en la sala 16 de Kinépolis. Gracias a una promo que es válida hasta el jueves pagamos solo una entrada. El precio: 7,20 euros + 1 euro por disfrutar de la versión digital. No comments. A eso añadimos otros 8 euros para comprar palomitas, y refrescos, así que lo que nos ahorrarnos en el 2×1 lo invertimos en merendar. Eso sí, a precio de Sánchez Romero. Y una vez sentados, y tras haber pagado, atención, lo mejor de todo: 10 minutos de anuncios. ¿Por qué me tengo que tragar publi cuando he pagado una entrada?

Tras esos 10 minutos cayeron un par de trailers («Tron Legacy» tiene una pinta brutal, aunque el doblaje no parece demasiado prometedor, intentaré ir a verla en inglés) y, por fin, a eso de las 19:15, empezó la película. No sé si sois un poco como yo: sabéis si una peli os va a gustar casi desde los títulos de crédito. Pocas me sorprenden con una mejora «in crescendo» o decepcionan demasiado de la mitad hacia el final, y desde luego la peli dirigida por David Fincher no necesitó más que 5 minutos para convencerme de que la cosa iba a triunfar.

Cualquiera que haya usado un ordenador en los últimos años sabe qué es Facebook. Y probablemente también lo sepan incluso parte de quienes no han usado un ordenador en su vida. Pero no muchos saben de dónde vino, cómo triunfó, cómo se fraguó.

Eso es lo que nos cuenta «La red social», una peli producida por Kevin Spacey de la que oí hablar hace un año y de la que creí entender en aquel primer artículo que leí que se trataría de un documental. Y desde luego, no es un documental, aunque en cierta forma si tome prestados elementos de ese género, con un desarrollo basado en flashbacks constantes que van entrelazando los recuerdos de los dos principales protagonistas, Jesse Eisenberg y Andrew Garfield, que encarnan respectivamente a Mark Zuckerberg y a Eduardo Saverin.

Todos los personajes lo bordan, pero yo destacaría el papel de Eisenberg, que nos deja a un Zuckerberg que parece incluso algo autista y que tiene muchas dificultades para relacionarse con los demás. Sus limitadas apariciones en la vida real no descartan esa posibilidad, como tampoco el hecho de que, como el personaje de la peli, a Zuckerberg no le importen demasiado el dinero o los amigos. Solo quería -al menos, según la película- dejar huella.  Y desde luego, lo ha conseguido.

Me gustó prácticamente todo de la película. Como buen friki, también me fijé en detalles técnicos. Por ejemplo, el hecho de que en 2003 las clases de Harvard ya estuvieran plagadas de pantallas planas me pareció curioso -que yo sepa, incluso en esa época una TFT era bastante cara- pero por lo demás lo poco que pude ver en temas como entornos gráficos y términos técnicos (como cuando se pone a recolectar imágenes de chicas para su Facemash original con el imprescindible wget) estuvo súper bien cubierto.

También me gustó el propio enfoque de la historia, que no deja a Zuckerberg necesariamente como una persona malvada, egoista o diabólica. Lo mejor de todo es que expone los hechos como considera oportunos -ni Zuckerberg ni nadie que trabaje ahora en Facebook contribuyó a la producción-, y que nos deja decidir a nosotros. Y creo que la historia y su desarrollo son súper creíbles y sinceros.

Una peli imprescindible.