Tecnología

Las Roomba son solo el principio. China se lo va a comer todo

Antes de escribir esto estaba tratando de documentarme y de comprender qué ha podido pasar. Y cuando más leía, más cuenta me daba de que lo que ha ocurrido con iRobot y sus Roomba es tan solo un ejemplo de lo que está por venir. No sé si eso es bueno o malo —la visión occidental de China no es precisamente buena—, pero lo que sí es es inquietante. Sobre todo, por la incertidumbre.

La historia de las Roomba comienza en 1990. Fue entonces cuando Rodney Brooks, Helen Greiner y Colin Angle, tres científicos del Massachusetts Institute of Technology (siempre tengo que mirar dónde están las eses y las tes dobles en Massachusetts), unieron fuerzas para fundar iRobot (entonces IS Robotics).

Brooks (n. 1967), el más veterano de los tres, llevaba años trabajando en la llamada programación basada en el comportamiento aplicada a la robótica. En lugar del enfoque clásico —el robot crea un modelo del mundo, planifica lo que va a hacer y ejecuta el plan—, el sistema de Brooks planteaba que los robots no necesitaban entender el mundo, sino sobrevivir en él. O lo que es lo mismo: tenían que aprender a evitar obstáculos, a seeguir una pared o a no caerse por un escalón.

Aquellas ideas fueron el pilar de iRobot, que curiosamente no empezó haciendo robots aspiradoras, sino robots para las industrias de defensa y aeroespacial. El PackBot, por ejemplo, se usó tras los ataques del 11-S, se desplegó en Afganistán y acabó también usándose tras el desastre de Fukushima.

Aquello no estaba mal, pero por alguna razón —que no he encontrado— decidieron dar el salto al sector civil y se les ocurrió que con la tecnología que habían desarrollado podían crear un robot aspirador. No era el primer intento —Electrolux tuvo un robot llamado Trilobite que era realmente prometedor—, pero Roomba se llevó la palma y pronto se convirtió en un verdadero éxito. Joe Jones, que contribuyó a su desarrollo y luego ha escrito varios libros —uno de ellos sobre la historia de las Roomba— narraba parte de esos inicios en Nautilus.

Entre sus claves estaba su precio (200 dólares) y sus buenas prestaciones. En 2004 ya habían vendido un millón de unidades y a partir de ahí no pararon de crecer. Yo conocí la marca bastante más tarde, y llegué a tener un modelo nada más casarme. En realidad fue un pequeño fracaso, pero probablemente por nuestra casa —pequeñita y bastante llena de cosas— y no por la máquina en sí, que acababamos vendiendo a los pocos meses.

Pero me estoy desviando. En iRobot consiguieron algo inaudito: convertir un nombre propio (Roomba) en el nombre común con el qeu todos llamábamos a los robots aspiradora. Fuera de la marca que fuera, tú decías «me he comprado una Roomba». Pocos logran eso, y parecía que en iRobot no se podían equivocar.

Pero entonces ocurrió algo: los fabricantes chinos se dieron cuenta de que fabricar un robot aspirador era algo que estaba a su alcance. De alguna forma obtuvieron los conocimientos necesarios, y aquí viene una de las primeras partes inquietantes, porque China es conocida por copiarlo todo a destajo. Todos copian, pero en China lo de copiar no solo es un arte: tienen una visión absolutamente positiva de ello. En iRobot no tienen esa visión, claro, y de hecho demandaron a varias empresas por violación de propiedad intelectual. Dio igual.

Lo lograran como lo lograran, los fabricantes chinos comenzaron a hacer lo que mejor saben hacer. Coger una tecnología y partir de ella para superar a la competencia. No solo con productos buenos, bonitos y baratos —mirad a Xiaomi—, sino con una ambición espectacular que les hizo superar técnicamente a los modelos de iRobot y de otros competidores occidentales.

De ahí salieron los primeros modelos con LiDAR y con sistemas de navegación avanzada por IA, y también fueron los primeros en lograr robots que aspiraban y pasaban la mopa: iRobot tenía robots separados para eso. Y como la tecnología era mejor y ya tenían resuelta la fabricación —y a saber si también recibían subvenciones gubernamentales— las marcas chinas fueron creciendo más y más hasta convertirse en lo que son hoy. iRobot era hasta no hace mucho el fabricante que más cuota de mercado tenía. Hoy es el quinto por detrás de cuatro marcas chinas (Roborock, Ecovacs, Dreame y Xiaomi). Es, como comenté en Xataka, la revolución más limpia y silenciosa de la historia.

A iRobot además le han crecido los enanos. Entre los aranceles —fabrican en Vietnam, allí son del 47%— y las dificultades añadidas de competir con esa apisonadora llamada China, han acabado sacando la banderita blanca. Nos rendimos, chicos. Tiramos la toalla. La empresa ha declarado la bancarrota técnica y «le regala» todos sus activos y propiedad intelectual a Picea, el fabricante chino que se había encargado de fabricar también parte de sus modelos. ¿Qué recibe a cambio? No deber más dinero: entre pitos y flautas, debía unos 260 millones de dólares que al menos no tendrá que pagar.

Es una pena, pero también una peligrosa visión de lo que puede pasar en otros mercados. Occidente se frotó las manos durante muchos años beneficiándose de la mano de obra barata china. Ahora China está aprovechando esa ventaja: la capacidad de fabricación en Europa y Estados Unidos es muy inferior, y China ha logrado no solo saber cómo se fabrica lo de empresas extranjeras, sino cómo fabricar lo suyo propio. Está pasando con móviles —Apple y Samsung aguantan con dificultad—, está pasando con coches eléctricos, y lo que le ha pasado a Rooma es un signo de los tiempos. Veremos en otros muchos campos de futuro como la IA o la robótica, pero ahí ya parecen estar a la par o incluso por delante. Y se han puesto las pilas en un suspiro. Es alucinante.

China primero te acoge. Luego aprende. Luego te copia. Luego mejora lo copiado. Luego lo vende más barato.

Y luego conquista.

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3 comentarios en “Las Roomba son solo el principio. China se lo va a comer todo

  1. Fede dice:

    Yo creo que es una estrategia China,
    Primero revienta el mercado luego sube los precios.

    Por lo menos es lo que ocurre en los chinos de mi barrio, que ya tienen cosas más caras que en otras tiendas.

    Respecto a la Roomba, tuve una Conga y a los pocos meses la vendí.

    Para pisos pequeños y lleno de cosas es un sin sentido.
    Lo que tardaba en `preparar’ la casa para que no se atascara en ningún sitio, era poco menos de lo que tardaba en pasar yo la aspiradora.

    Para mi, un invento que sólo sirve para casas muy diáfanas.

  2. Pedro Salguera dice:

    Es malo. Es muy malo

    La política de la dictadura china es depredadora. Fomenta el robo industrial y la copia, obliga a joint ventura para adquirir el conocimiento y a continuación hundir a las empresas en su tierra. A continuación sobreproducción subvencionada de manera brutal por el estado (y facilitada por la explotación de la mano de obra y el nulo caso a la contaminación ambiental) y salida a hundir al resto de industrias en otros países con dumping. Y por supuesto, sus empresas a comprar todo lo que puedan en esos otros países y solo a embalar si se instalan allí, sin transmitir conocimiento alguno, solo embalaje. Por eso cada vez más países ponen aranceles a esta política de la dictadura china, porque es depredadora y va a hundir a los demás para imponerse. En Europa se está tardando demasiado en reaccionar, no aprendimos con los paneles solares y lo están haciendo con todo

    Únelo a su expansión militarista con bases militares en aguas internacionales, invasión de los espacios de otros países, intimidación a pesqueros de otros países.. investiga sobre la expansión de su flota pesquera reventando los ecosistemas de otros países…

    Es malo, es muy malo. Muy, muy, muy malo