Hace doce años publiqué un post por aquí titulado ‘La consola que puede cambiarlo todo no es de Sony, Nintendo o Microsoft‘. Valve anunciaba entonces su proyecto Steam Machines, una familia de PCs basados en Steam OS y que no estarían directamente fabricados por la empresa, sino por partners que aplicarían distintas configuraciones.
La idea, aunque interesante, no cuajó. El problema no fue tanto el hardware —al final cada usuario se monta su propio PC gaming y no pasa nada— sino el software. El catálogo de juegos compatibles con Linux en Steam era muy limitado, y estaba claro que Nintendo, Sony y Microsoft estaban en un momento dulce: era muy difícil robarles cuota de mercado.

Pero algo más de una década después, el cuento ha cambiado. Y mucho. Valve ha presentado su Steam Machine, que no es un diseño de referencia, sino una consola de sobremesa propia. La hermana mayor de la Steam Deck en todos los sentidos. Unas siete veces más potente en GPU que la Deck, y mucho mejor preparada para competir con las Xbox y las PlayStation en términos de experiencia de juego en el salón (o la habitación). Al parecer la GPU tiene una potencia similar a una RTX 4060, nada mal si tenemos en cuenta que en ese miniPC no hay espacio para mucho más.
El hardware es importante, sin duda, pero lo realmente importante es que tras todos estos años, Valve ha conseguido darle la vuelta a la tortilla. El problema era el catálogo de videojuegos disponibles, y ahora resulta que el catálogo disponible para Steam OS es inmenso y consta de más 20.000 juegos ya confirmados como compatibles, aunque la cifra no oficial ronda los 100.000.
Antes jugar en Linux era un problema, pero ese milagro llamado Proton ha permitido que no solo no puedas jugar bien, sino que puedas hasta jugar mejor de lo que lo hacías en Windows, al menos en algunos casos. Es alucinante, y aquí parece que se juntan varios factores que de repente convierten a Valve y su Steam Machine en caballo ganador.
De hecho, no es solo que el hardware sea solvente —cercano al de la PS5, dicen en Digital Foundry—, sino que esta consola tendrá integrada la tienda de videojuegos más importante del mundo: Steam Store. El formato es atractivo —compacto, silencioso, relativamente eficiente— y por fin lo de tener todo lo mejor del PC y la consola fusionados en una consola de sobremesa para el salón (o la habitación) será una realidad. Ya solo por eso la Steam Machine tiene opciones, pero es que hay otro factor más para que triunfe. Uno que no depende de ella.
La Xbox se hunde.
Al menos, esa es mi sensación. Con Microsoft desmontando estudios de desarrollo, poniendo la consola más cara que nunca y poniendo también Game Pass más caro que nunca a los jugadores de esa consola probablemente les atraiga mucho la alternativa que plantea Valve. Es cierto que no podrán aprovechar sus videojuegos de Xbox nativos en la Steam Machine, pero la transición de una a otra plataforma parece sencilla. Yo mismo estoy pensando en dar ese paso por la sencilla razón de que ya casi nunca juego con mi Xbox Series X. Solo lo hago cuando pillo por banda algún juego que puedo jugar en modo historia —como me pasó hace poco con el ‘Assassin’s Creed: Shadows’—, porque no pienso pagar Game Pass solo para poder jugar online. Se dice que van a quitar ese requisito, pero fíjate que aun así me atrae casi más invertir en la Steam Machine. Y recordemos: Steam Deck 1 – Jardines amurallados 0.

Mención aparte merecen tanto el nuevo Steam Controller —que tiene una pinta estupenda— como sobre todo las Steam Frame, las nuevas gafas de realidad virtual que son una potencial amenaza para las Quest 3 de Meta. Quizás publique algo sobre ellas en el futuro, pero desde luego el producto parece una buena oportunidad de darle un inesperado empujón a un nicho que estaba algo estancado desde hace tiempo. No me interesa tanto la realidad virtual como la realidad mixta, pero cuidado, porque estas gafas también se pueden usar como monitor externo y para ejecutar aplicaciones Android, así que cuidadito que parece que van bastante más allá de las Quest.
Lo crucial para saber si la Steam Machine y las Steam Frame tienen una oportunidad será por supuesto su precio. Yo aquí soy bastante optimista. Cuando Valve lanzó hace unos años la Steam Deck lo hizo perdiendo dinero con cada consola. La pusieron a 399 dólares porque esperaban recuperar esa inversión con la venta de videojuegos. Gabe Newell, fundador y CEO de Valve, explicó entonces que la decisión fue «dolorosa» pero «crítica», y su apuesta salió bien.
La gente se volvió loca con la Steam Deck —yo mismo compré una, aunque la tengo súper infrautilizada—, y para mí tiene sentido que esa misma filosofía se aplique a la Steam Machine e incluso a las Steam Frames. Teniendo en cuenta que pueden amortizar el hardware con la venta de videojuegos, mis apuestas son las siguientes:
- Steam Machine: 499/599 dólares
- Steam Frame: 599/699 dólares
Tiraría más hacia la primera cifra que hacia la segunda, pero igual me estoy pasando, sobre todo con las Steam Frame, que no me sorprendería que se fueran a los 900 dólares. Pero eso haría que tuvieran muy difícil competir con las Quest 3, así que… ahí lo dejo.
Si venden la Steam Machine a 500 dólares tendremos ante nosotros una consola que prácticamente se venderá sola. Y si se vende sola, Microsoft tendrá un problema gigantesco, porque su tradicional dominio del gaming en PC se verá totalmente amenazado por una consola que le robará no solo ingresos de la Xbox, sino también de licencias Windows. Veremos cómo reaccionan en Redmond, pero estoy seguro que no tardarán en mover ficha. Con Sony y su PlayStation no veo tanto problema, pero ojo, porque si la Steam Machine al final se comporta tan bien como parece, hasta esa consola estará amenazada.
Puede que después de todo mi titular de hace 12 años fuera cierto y simplemente estuviera (muy) adelantado a su tiempo. Puede que la consola que podría cambiarlo todo no sea de Sony, Nintendo o Microsoft.
Y ya puestos, qué narices.

Puede que por fin tengamos el año de Linux en el escritorio.
Muy loco todo.
