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Cocinar tiene un ROI muy bajo

Yo sé que podría ser un grand chef. Lo que pasa es que no quiero. Lo huelo en mi ser. Lo saboreo en mis carnes. Acudo a barbacoas de amigos, que parecen tener afición a calcinar la carne, y los observo impertérrito, conteniendo las lágrimas. Como mucho suelto un tímido «ese corte del chuletón sácamelo ya, anda, que me gusta poco hecho» si hay confianza. Prefiero no comentar porque en esto de las barbacoas o en lo de las paellas pasa como en el fútbol: en España tenemos 40 millones de maestros barbacoeros, inventores de paella y entrenadores de Champions. Así que yo como voy invitado no digo casi ni pío. Disfruto de la compañía, de las chuletas calcinadas y del arroz crudito y crujiente.

Exagero, claro. Hay amigos que lo hacen bastante bien, pero en mis adentros sé que podría superarles. Que podría ser como esos 40 millones de entrenadores. El qué más sabe de parrishas, el master chef de los arroces. Y quien dice de barbacoas y paellas, dice de todo lo demás. Podría liarme la manta a la cabeza y hacer unos platos de flipar. Estoy seguro, pero es que hay un problema.

Que el ROI es muy bajo.

Para los que no conozcan el término, el ROI es el Return Of Investment o retorno de la inversión. Dicho en cristiano: cocinar no compensa. Al menos no me compensa a mí. No me siento guay cuando cocino. Lo único que siento es que tardo cinco veces más en cocinar algo de lo que tardo en comérmelo. No solo eso: es que además cuando te lo curras cocinando manchas. Un huevo —guiño, guiño—. Así que comer algo rico que has cocinado seguro que es la mar de satisfactorio, pero es que insisto, el ROI es súper bajo. No solo eso: ya sabemos dónde acaba todo lo que comes. ¿Y todo ese esfuerzo para hacer una visita al Sr. Roca? Uf. Qué desperdicio.

Así que en casa cocino poco. Sally es hasta más vaga que yo en eso —que ya es decir—, y salvo ocasiones especiales somos de pin-pan-pun-fuera. Ensaladas, carnes y pescados a la plancha, cosas así. Súper sencillas, que resuelven y suben un poco el ROI.

De vez en cuando nos crecemos, eso sí. Yo por ejemplo tenía una especial fijación con lograr hacer una buena tortilla de patatas. Tras pasar por la etapa de tortillas de patatas con patatas fritas —recuerdo aquello con una sonrisa y también con cierto pavor— una conocida nos dio una clase magistral que no lo fue tanto, porque no nos dijo el verdadero truco de la tortilla de patatas. Yo tampoco os lo voy a decir, pero os aseguro que ahora mismo soy el campeón de mi barrio de hacer tortilla de patatas. Me sale que te cagas —guiño, guiño II—, de verdad de la buena. Poco cuajadita, como debe ser, porque si queréis un bizcocho mejor id a la panadería. El problema es que es un rollo hacerlas. Dan mucho trabajo, y encima a mis niños les encantan y claro, hay que compartirlas con ellos porque son tus hijos y estaría feo que no lo hiciéramos.

Y luego están los cocidos. Recuerdo que cuando mi madre hacía el cocido en la olla exprés yo veía aquello como algo mágico y súper complicado. Ya casado le pregunté a mi madre cómo se hacía, y me dijo riendo «¿un cocido? ¡Pero si es lo más fácil del mundo! Tú echa todo a la olla y listo». Yo no me lo creí, pero claro, me lo decía mi madre. Tenía que creerla, ella no me engañaría en algo tan serio. Así que un buen día eché todo a la olla y, milagro de los milagros, salió un cocido espectacular. Hoy en día, por cierto, soy el campeón de mi barrio en hacer cocidos. De hecho he tenido una idea brillante que algún día comercializaré: como me encanta el olor a cocido que se queda en la cocina y en casa cuando hago uno, algún día patentaré y comercializaré un ambientador para la casa olor cocido. No me robéis la idea, cabrones.

El caso es que les digo a mis amigos lo de la tortilla y el cocido y claro, siempre surgen miradas suspicaces. No te creen porque ellos se creen también los campeones de su barrio. Te empiezan a contar que ellos hacen dos ollas distintas de cocido, que empiezan el día anterior y hacen guardia a fuego lento durante la noche, o que echan los garbanzos pedrosillano, o morcillo de la tienda de Paco que me lo guarda solo a mí porque oye, soy una clienta del copón. O que para la tortilla usan huevos de gallinas ecológicas, patatas soprano o Monalisa y aceite virgen extra cinturón negro quinto dan, sal del himalaya y están pochando durante una semana. Y a mí me entra por una oreja y me sale por la otra porque, les digo, sus cocidos y tortillas no solo son peores sin lugar a dudas. Es que además tienen un ROI muy bajo. Y Sally me mira y me hace una ligera seña asintiendo en silencio, como diciendo «Harry, estos no tienen ni idea».

Que seguro que no me creéis, pero es que es así. No sabré hacer más que tres cosas, pero qué tres cosas, queridos lectores. Para el resto, insisto, busco la mejor relación tiempo/prestaciones. Eso hace que peque a menudo y tire de procesados más de lo que debería —menos mal que el pádel y las 300 flexiones diarias compensan algo—, pero es que insisto, busco maximizar el ROI.

¿Que todo esta parrafada por qué? Pues porque veía hoy que mi colegui Miguel Ayuso publicaba en DAP las declaraciones de Paco Roig, CEO de Mercadona, que presume de estar ganando un dineral con los platos de comida preparada de su cadena. «Lo dije y lo mantengo, a mitad del siglo XXI no habrá cocinas», asegura.

Exagera, claro. Habrá pocas, pero habrá.

Y eso ocurrirá porque cocinar es muy cansao, mancha mucho y te comes lo que cocinas en 5 minutos.

Lo que decía. ROI bajo.

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2 comentarios en “Cocinar tiene un ROI muy bajo

  1. David Folch dice:

    Pues a mí me pasa algo parecido: no cocino prácticamente nada de los platos de diario, es decir, la verdura cocida y los filetes a la plancha los suele cocinar mi mujer. Ahora, cuando llega el día especial de turno o el fin de semana, me pongo un vinito y soy de los que envasa al vacío y tiene 56 horas las carrilleras a 60° o hago un tartar de atún, marinado con jengibre, miel y soja de quitar el sentido, pero para los platos de diario, casi que paso.

  2. Fede dice:

    Por mi parte añado mi lema:
    ‘Si para hacer un plato tengo que estar más de una hora en la cocina, no vuelvo a realizar ese plato’.

    Así voy añadiendo a mi lista comidas rápidas de hacer y que gusten a todos. Además intento hacer cantidad para congelar.

    El cocido, por ejemplo, me hace estar en la cocina media mañana, pero me sale cocido para 3 ó 4 días, con lo cual ya merece la pena. Tengo una gran olla y un gran congelador.
    Hago el cocido, reparto las raciones, separo los garbanzos, la carne, y lo guardo.

    Y al igual que a ti, no me gusta cocinar porque pienso lo mismo, el ROI es muy bajo.