Tres historias.
I.
Sábado, 16 de noviembre de 2024. 12.00 de la mañana.
Llego en mi batmóvil al sitio en el que había quedado con un chico para cerrar un trato de Wallapop.
El chico en cuestión se llama Yeyo. Poco después de contar por aquí que el Mac mini M4 era (casi) mío, me contactó «como fiel seguidor tuyo, dijo, para plantearme una idea. Quizás le interesaría mi anterior Mac mini M1, si es que iba a venderlo, porque se fiaba más de mí que de alguien random que lo vendiese. «Claro», le dije, «si te parece cuando compruebe que todo va bien con el M4, pongo el anuncio en Wallapop y te aviso». Fuimos hablándolo y, efectivamente, acabamos quedando.
Prosigo. Llego al sitio. Allí estaba Yeyo. Nos saludamos y nada más saludarme, yo creo que ilusionado, me dice «es que para mí eres casi como alguien famoso». Yo, ruborizado, le digo que qué va. Me cuenta que además hay bastantes paralelismos en nuestras vidas en esa parte de formación y afición a la tecnología, y hablamos un poco de lo que hace y lo que hago. Comentamos alguna cosita friqui más, y tras ese ratito nos despedimos amigablemente. Qué tipo más majo. Yo, ¿famoso? Ays.
II.
Martes, 19 de noviembre de 2024. 10.30 de la noche.
Acaba de terminar la gala de los Premios Xataka 2024. Los editores que trabajamos en este y el resto de medios de Webedia estamos repartidos por toda españita, así que este es un día chulo. Es casi el único día del año en el que tenemos la oportunidad de reunirnos.
Así que cuando llegas y te vas encontrando con la gente es como si detrás sonara la canción de «Vuelve a casa vuelve por Navidad» de turrones el Almendro. Todo son abrazos, sonrisas y quétales. Los reencuentros de hecho van más allá, porque allí sueles cruzarte con excompañeros y con gente del sector a la que le tienes cariño. En mi caso, con unos cuantos años ya dándole a la tecla, la cosa es hasta emotiva. No voy a citar nombres porque no hace falta, pero hubo varios encuentros de esos que me tocaron la patatita. Como este.
Pero hubo otro fantástico. Fue, como digo, tras acabar la gala de los premios. En la pequeña fiesta que se montó en un local cercano me puse a hablar con un par de conocidos. Todo muy animado. De repente, alguien me toca en la espalda.
—Hola —me dice un chico, sonriendo.
—Hola —respondo.
—Mira, quería saludarte, te sigo desde hace mucho en Incognitosis, allí soy El Kazu, aunque no comento mucho. También estoy apuntado a tu Patreon.
—¡Anda! Muchas gracias Kazu —le digo—. Y más aún por estar en Patreon, caray, qué pasada ¡Encantado!
—¡Y yo, y yo! Bueno, no te quería molestar. Solo quería decirte gracias.
Ahí me quede un poco de piedra. Me considero una persona súper normal y que alguien se acerque para saludarme como si fuera famoso me da un poco de vergüenza. Es más o menos lo que le dije a Kazu, con el que pude hablar un poco de lo que hacía y también del blog. Me felicitó por haber escrito un libro, y claro, me dijo que el que realmente espera es uno de historias a lo Harry & Sally. Le encantan esos posts, y me pedía que tirara más por allí.
Yo le expliqué que lo cierto es que me gustaba escribir esas historias, pero casi nunca recibía demasiados comentarios que parecieran apreciarlas. «Quienes las aprecian, las aprecian mucho», le dije, pero para la mayoría de lectores parecen algo accesorio. Como cuando Harry le va a cantar las cuarenta al Sr. Cook alguna que otra vez, por ejemplo. Los comentarios son desde luego estupendos, pero nunca sé si Harry & Sally son solo un recurso que la gente soporta más por lo que cuento que por cómo lo cuento.
El caso es que Kazu es de los primeros. De los que aprecian mucho esas historias. Le sugerí que se animase a escribir algún comentario de vez en cuando —eso siempre alegra—, y le prometí que habría más historias de Harry& Sally —ya tengo una próxima pensada, a ver si me animo pronto—. Poco después se despidió repitiendo nuevamente ese «Gracias». Yo le dije que me daba un poco de vergüenza que me lo dijera, que no era nadie famoso, que gracias a él por leerme y seguirme tanto tiempo. Eso sí que me parece una pasada. Me recordó un poco aquello que me pasó una vez con Pérez-Reverte, pero a la inversa.
Y así quedó la cosa.
III.
O no, porque un rato después, cuando ya me iba con mi amigo Juanky a casa, nos cruzamos en la salida con un lector, esta vez de Xataka. «Soy Miguel», me dijo. Me lo repitió, pero yo no le recordaba. Hay mucha gente comentando en Xataka, y mi memoria es terrible para eso.
Había estado hablando un buen rato con Juanky primero, y nos contó que había venido desde bastante lejos a los premios solo para poder hablar con nosotros un rato. Me recordó que habíamos tenido un pequeño rifi-rafe cuando yo publiqué mi tema del Apple M1, y aunque no lo recordaba bien, sí me sonaba aquello. Total, que nos pusimos a hablar de chips. Sobre todo él, que sabía mucho más que yo de eso, al menos. Es lo normal: hay muchos lectores que saben mucho que tú de según qué temas. Pasamos un ratito hablando los tres, pero era algo tarde para nosotros y nos tuvimos que despedir. Miguel, súper correcto, nos agradeció la atención y se marchó por su lado. «Gracias», nos dijo a los dos.
¿Gracias? ¿A mí?
No. Gracias a ti, Yeyo. Y a ti, Kazu. Y a ti, Miguel. Por leerme y seguirme tras todo este tiempo. Por hacer que pasen cosas como esta o como algunas otras especiales.
Y gracias a todos vosotros, queridos lectores.
Imagen | Priscilla Du Preez
El último día de las JPOD2017 en Alicante, se me acerco una pareja.
El se presentó y me dijo que era oyente, nada extraño en unas jornadas de podcasting, lo que me dejo con la sensación que tu dices es que un domingo por la mañana, había conducido casi 200km, y otros tantos de vuelta, con su mujer, según el, solo para conocerme.
El esfuerzo de llevar un blog o hacer un podcasting, se ve ampliamente recompensado por la magnifica gente que los sigue.
¡Enhorabuena!