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Cuando veíamos DVDs

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El primer DVD que me compré fue, si no recuerdo mal, el montaje del director de ‘Blade Runner’. Aquella edición apareció en este formato en 1997, pero diría que yo la compré bastante después. ¿La razón? La adopción de los DVDs fue relativamente lenta, y diría que aquella peli llegó a casa en 2001 o 2002.

Luego compraría unas cuantas pelis más en este formato, pero mientras por aquí seguíamos anclados al modelo de negocio tradicional —comprabas en la Fnac, alquilabas en el videoclub de la esquina—, en EEUU una empresa de la que casi nadie había oído hablar se convertía en un gigante. Y todo, gracias al DVD.

Esa empresa, claro, era Netflix.

Yo me leí hace tiempo la historia de esa compañía gracias al libro de su olvidado cofundador, Marc Randolph. En ese fantástico volumen, titulado ‘That will never work‘ cuenta, entre otras cosas, cómo se gestó aquel negocio que se enfrentaba a un gigante llamado Blockbuster. Si queréis otra buena opción, el también fantástico documental ‘Netflix vs. the World’ (2020) está disponible en YouTube:

Al lío. Si querías alquilar una peli en EEUU, lo normal es que fueras a esos míticos videoclubs de Blockbuster, que eran estupendos por casi todo salvo por aquellas multas cuando te retrasabas al devolver las pelis. La gente de hecho odiaba a Blockbuster por aquello, y en Netflix idearon la forma de atacarles donde más les dolía: crearon un servicio ¡de suscripción! que permitía que la gente alquilase todos los DVDs que quisiesen al mes por 15,99 dólares. Solo tenían que recordar que recibirían un DVD nuevo cuando devolviesen otro que ya habían visto, y a tirar millas. Sin. Multas. Por. Retrasos. Era 1999.

Yo me enteré de aquello bastante tarde. Visité a mi hermana, que vivía en San Francisco, en 2005, y vi que en su casa tenía una especie de sobres cuadrados con un logotipo raro.

—¿Oye, qué es esto? —pregunté, con curiosidad.

—Ah, nada, las pelis de Netflix, tengo que acordarme de devolverlas —contestó mi hermana.

—¿Cómo que qué?

—Sí, te las mandan por correo y tu las devuelves y te mandan más.

—¿Pero cómo, en qué formato?

—En DVD, claro.

Ahí cortocircuité. Me parecía asombroso que un sistema así pudiera funcionar, pero el caso es que funcionaba. Ella lo usó durante años, y también lo hicieron millones de personas hasta hace poco. En 2015 Netflix ya era referente absoluto en la revolución del streaming, pero cuidado: seguía teniendo algo más de cinco millones de suscriptores a su negocio de envío de DVDs por correo. El pico, 20 millones, se había alcanzado en 2010.

Esta semana ese negocio morirá.

En The New York Times publicaban hoy un fantástico artículo de despedida a esos singulares «sobres rojos». La compañía dejará de enviarlos estos días, 25 años después de haber enviado aquel primer disco por correo. Luego he visto que han publicado otro tema en The Verge, pero este lo he encontrado curioso pero más prescindible —muy centrado en la tecnología que permitía dar ese servicio— y sobre todo menos emotivo. Y este es un tema que a mí al menos me parece emotivo, como reflejan los comentarios de quienes aún seguían dando ese servicio. Seis empleados supervivientes de la época dorada que lamentaban cómo ese trabajo «ha sido gran parte de nuestras vidas durante tanto tiempo».

Ahí la tenéis. Mi pequeña joyita. Qué tiempos.

Es el signo de los tiempos. De cualquier tiempo, en realidad. Cuando una cosa no funciona, acaba siendo abandonada. El alquiler de DVDs no tenía mucho sentido porque hoy el streaming arrasa con todo. Los formatos físicos parecen destinados al olvido —los libros, curiosamente, resisten con ferocidad— y lo digital toma el relevo porque suele ser, como decía Yoda, «más rápido, más fácil, más seductor».

Puede que lo sea, pero el fin de esa división de Netflix es una pequeña tragedia más de nuestro amor por la comodidad. Que sí, que el Blu-ray está ahí, pero ¿quién compra pelis en Blu-ray? Seguro que hay quien lo hace, pero yo, por ejemplo, no. El streaming me ha ganado.

Maldición. Hasta siempre, servicio de alquiler de DVDs de Netflix.

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8 comentarios en “Cuando veíamos DVDs

  1. Francisco Branch dice:

    Buenas,

    Yo sigo guardando como oro en paño los dvds, los blurays y el reproductor.
    Y más ahora que las plataformas están «haciendo limpieza» de algunas pelis.
    Igual de aquí a un tiempo se hace difícil encontrar algunos títulos.

    Larga vida al dvd, a los blogs, a la radio y al papel.

    Saludos

    PD-Y eso sin olvidar los «reductos de resistencia» donde aún se pueden encontrar dvds: las bibliotecas públicas. 😉

    • Bien dicho y bien hecho Francisco. Las plataformas están muy bien para entretenernos con lo que es «popular», pero cada vez es más difícil acceder a títulos algo más antiguos o simplemente menos populares. Conservar esos formatos puede acabar siendo más importante de lo que parece.

  2. Josè María dice:

    No os ha pasado sentir en algún momento aquel sentimiento/necesidad de ver aquella película (o serie: os acordáis de luz de luna ??) que tanto tilín te hizo en su momento o que desearías ver… pues bien a mí me ha pasado en varias ocasiones ( si. Soy así de sentimental), y rabia me dió ver que no estaba en ninguna plataforma de las que estoy suscrito (y son varias gracias a compartirlas con los amigos o familiares)…… y al final la encontraba o en Youtube (con mala calidad) o si tenía algo más de tiempo, con EMULE y torrent.

  3. Goyo dice:

    Yo aún recuerdo la ilusión con la que compré aquel DVD de The Matrix (1999) cuando aún no tenía reproductor doméstico y solo lo podía ver en el PC. Me parecía casi mágico poder seleccionar el idioma y los subtítulos para verla en VOSE.

    Lo de la selección de idioma y subtítulos fue determinante para probar mi suscripción a Netflix USA a través de VPN cuando aún solo ofrecían ese servicio allí y me pareció tan alucinante, que me convenció para comprar unas acciones (octubre de 2011) que se han revalorizado mucho en este tiempo.

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