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RetroWorld 2023: friquis al poder

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Cuento esto con bastante retraso, pero como hoy quería escribir algo y no tenía claro el tema, he pensado que era una buena oportunidad para hacerlo. Los días 17 y 18 de junio se celebró RetroWorld 2023, un evento para amantes de la retroinformática. Hacía años que esperábamos un evento así: habíamos ido a varias ediciones de RetroMadrid hace años (hablé aquí de las de 2013, 2014 y 2018), y nos pareció fantástico que por fin alguien se echara la manta a la cabeza y organizara un evento de este tipo. Yo quedé con unos amigos el sábado: cogimos el pase de todo el día y quedamos a las 10, con la apertura de puertas.

Llegué yo primero, pero tuve suerte porque me acercó Sally y no necesité aparcar. Hacerlo por allí —Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo— era misión imposible por lo que me contaron, así que me acoplé a la cola y con bastante retraso (unos 40 minutos) empezamos a entrar. En la cola, por cierto, friquis por doquier, y era raro encontrar a alguien que no llevar alguna camiseta friqui. Eso ya te pone en situación, como también lo hace el hecho de que muchos de los asistentes éramos claramente maduritos.

Pero claro, este evento era precisamente para transportarnos un ratito a todos nosotros al pasado. A algunos más que otros, claro, porque entre los asistentes estarían gente como yo, con un grado de friquismo modesto, y otros que viven este tipo de eventos de forma aún más especial. Los tres amigos con los que iba, por ejemplo, eran todos más friquis que yo: todos coleccionan en mayor o menor medida consolas y ordenadores antiguos porque a) tienen sitio en casa (o lo hacen), b) les dejan sus mujeres (crítico) o c) ambas son correctas. Yo no lo hago porque desde luego no cumplo la a) y casi que prefiero no saber la respuesta a la b) xD.

Pero seas más o menos friqui, o incluso sin serlo, la visita es estupenda. La feria me pareció, eso sí, escasita. Muy centrada en recreativas (e incluso pinballs), algo menos en consolas y casi nada en ordenadores de 8 bits. Había puestos para comprar merchandising —figuritas, libros centrados en temáticas retro, juegos e incluso consolas de antaño—, pero diría que en muchos (por lo que me comentaron mis amigos) se subieron un poco a la parra con los precios. Al buscar ahora tuits para insertar por aquí me he encontrado con uno que hace un análisis muy bueno, algo crudo (pero real) de cómo fue la cosa:

Sea como fuere, dio igual: nosotros pasamos muy buen rato no tanto por el evento, sino porque fue una ocasión estupenda para juntarnos. Jugamos un poco a las máquinas —Galaxian, Street Fighter II, Tekken, y protagonismo absoluto del Virtua Tennis— pero sobre todo hablamos de aquellos tiempos y un poco de estos.

Entre esas conversaciones, por cierto, una que a mí ya me plantearon no hace mucho pero con el mundo de la música. La gente que va a los conciertos de los grupos de su juventud no quiere oír canciones de su último disco, no: quieren oír las de siempre. Algunos de esos grupos intentan crear nuevos éxitos, pero luchan casi contra lo imposible, porque conquistar a nuevos públicos es muy complicado y como digo, saben que la mayoría de la gente que les escucha lo hace por lo que fueron, no por lo que son. Es un poco triste, la verdad.

Con los videojuegos pasa algo parecido. Paseando por los stands y viendo las recreativas, veía a gente de mi quinta (o más mayor) sonriendo. Jugando contra colegas o con sus hijos (esa estampa molaba) y disfrutando de ese pequeño viaje a los buenos y viejos tiempos (pero no baratos, que cada partida eran cinco duros, majos). Y pensaba una cosa: que a la escena retro le quedan más bien dos telediarios. Que pueden ser más o menos largos, pero diría que estos eventos perderán inevitablemente interés y sentido. Puede que aguanten una década (¿quizás dos?), pero más allá de eso ir a un evento a jugar con una máquina que tiene 50 o 60 años de antigüedad igual ya no hace tanta ilusión.

Y luego me preguntaba otra cosa: cómo serán esos eventos para quienes vivieron épocas posteriores. ¿Habrá una feria en la que la gente jugará a Fortnite y alucinará como yo lo hago ahora jugando al Galaxian y recordando aquellas partidas en la cafetería de Guadarrama? ¿Quizás un torneo de Counter Strike 1.6 para sesentones en la edición de 2045? No lo tengo nada claro.

Lo que sé es que espero que esos eventos existan. Echar un vistazo al pasado en modo friqui, os lo aseguro, hace que uno haga como poco una cosa importante.

Sonreír.

Que no es poco.

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6 comentarios en “RetroWorld 2023: friquis al poder

  1. Josè Marìa dice:

    Cada generación tiene su «momento retro»…pero todo tiene su tope, porque imagínate a nuestros padres reuniéndose para hablar de sus guateques, de sus primeros 600, de sus perras gordas… y claro «ellos» ahora están con sus achaques y eso les corta o frena para reunirse….y sobre todo porque no se les puede «sacar pasta» de esos momentos.
    Pero tranki, que con los que vienen detrás de nosotros creo que sí habrá saca cuartos, y por ello seguro que tendrán sus momentos retros. ,C’est la vie.

  2. Xavi dice:

    La mayor parte de la cultura retro es obviamente generacional, aunque hay objetos especialmente icónicos que pueden hacerse más intemporales (quizá el concepto de máquina arcade sobreviva de alguna manera, o los juegos de lucha). Pero dejando a un lado las excepciones, está claro que cada generación enterrará consigo su parafernalia retro. Retro es nostalgia, nostalgia es recuerdo, y por tanto, no se puede tener nostalgia de lo que no se ha vivido.

    Lo veo muy claro con los ordenadores de 8 bits. No tienen el encanto del arcade y no han generado sagas de juegos perdurables como sí hemos visto en las consolas. Su única razón de ser hoy por hoy es la conexión personal de los que tuvimos la suerte de usarlos. Y claro: mientras nosotros mantenemos el interés, la cosa funciona. Pero miras atrás y no hay nadie. No puedo imaginar qué interés podrían tener mis hijos en el Commodore 64, por ejemplo, ni ahora ni nunca. El mismo que pueda tener yo por un Commodore PET.

    Y digo más; esa falta de interés es algo que también se da dentro de la propia escena retro, claro, e irá en aumento. De nuevo, es la vida misma, la edad y las etapas que vas quemando. Yo mismo (que soy uno de esos amigos frikis) empiezo a perder cierto interés. He llegado a reunir una colección bastante grande de cacharros (mejor no dar detalles…), pero me estoy deshaciendo de ellos poco a poco. Me quedaré sólo con los más ligados a mi infancia.

    Porque sí, los eventos retro son pintorescos, y es increíble todo lo que se está haciendo en la escena (reediciones FPGA con un nivel de detalle obsesivo, juegos reeditados, remakes, libros, etc) Pero al final del día, todo se reduce a la misma partida de Pac Man o Match Day II. ¿Cuánto se puede estirar eso? ¿Y cuántos artículos de homenaje al Monkey Island podemos asimilar? Lo normal es que uno acabe aburriéndose… y apague la luz al final. El último reducto será, probablemente, la pura estética.

    En cuanto a si nuestros hijos harán eventos retro dedicados a Fortnite, yo sí lo creo, con las mismas connotaciones de caducidad generacional. Quizá con menos fuerza, porque sus Fortnite y sus PCs o Playstations no tienen, en mi opinión, la fuerza estética distintiva de las máquinas y juegos más antiguos; yo mismo encuentro encantador el Match Day II, pero el Virtua Striker me parece un FIFA feo y primitivo. Claro que esto último también suena mucho a «no hay retros como los de antes». ¡Ya veremos!

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