Tecnología

Google ya no es lo que era

·

Durante buena parte de mi vida profesional Google era la empresa en la que cualquier friqui hubiera soñado con trabajar. La cultura molaba —lo del 20% para dedicárselo a proyectos propios—, había perks por todos lados —masajes, comida gratis o muy barata, etc— y las oficinas, llenas de rincones locos y entretenidos, le invitaban a uno a convertir aquello en su casa. Que era precisamente lo que Google quería, claro.

Pero es que sus productos también molaban, aunque como se ha señalado en muchas ocasiones, la mayoría fueran adquisiciones. Es una visión bastante mezquina de Google, porque si algo ha demostrado la industria tecnológica es que todos copian de todos. Y si no pueden copiarlo, lo adquieren. A ver si os creéis que Microsoft inventó MS-DOS o que Apple inventó la interfaz gráfica de usuario o el iPod.

Todas ellas han sido grandes vendedoras de tecnología, pero crear, lo que se dice crear de cero, han creado poco. Se han apoyado en hombros de gigantes, y han tenido la visión y los recursos —y la suerte— de lograr que ciertas tecnologías y productos acaben triunfando.

Con Google fue igual. Su acierto fue PageRank. No diré que todo lo demás vino hecho, claro: como he comentado, la empresa tuvo el acierto de detectar cómo monetizar aquello (¡publicidad online!) y una vez descubierto el filón, el objetivo era explotarlo de todas las formas posibles. Así nacieron proyectos propios geniales como Gmail y otros que adquirieron, como Android. La Google de aquella primera década del milenio era amada por todos los friquis porque plantaban cara al poder establecido (en este caso, Microsoft) y porque a pesar de todo parecían seguir siendo una startup.

Pero eso no podía durar. El célebre mantra de ‘Don’t be evil‘ acabó desapareciendo, como también lo hizo nuestra visión idealizada de una empresa que como todas las demás tenía luces y sombras. Y las tenía, como todas —insisto— porque las empresas están para ganar dinero. Y como en Google querían ganar mucho, todo estaba supeditado a eso y las cosas se empezaron a torcer en materia de privacidad y de decisiones terribles para los usuarios.

El adiós a Google Reader y el paso de Google Fotos a un modelo de pago mucho más ambicioso son dos ejemplos claros, y aquí hay una terrible realidad.Cuando Google mata un proyecto lo suele hacer por los incentivos perversos: la gente que trabaja en esos proyectos sabe que lanzarlos es la mejor forma de promocionar. Luego no tienen que mantenerlos, porque ya han logrado su objetivo, así que los abandonan.

De eso y de muchas otras cosas hablaba Praveen Seshadri, ex-ingeniero de Google al que ficharon como parte de la adquisición de su empresa, AppSheet. Praveen explica en un durísimo post cómo Google se ha convertido según él (como tantas otras) en una empresa de trepas, cobardes y pelotas. «La mitigación del riesgo obstaculiza todo lo demás», explicaba este ingeniero, y la gente prefiere no arriesgar porque eso no tiene recompensa. Y no arriesgan en nada, ni proponiendo nuevos servicios, ni tratando de corregir los que ya existen. Tampoco arriesgan enfrentándose a sus jefes o colegas. Es la cultura del «todo bien».

El ingeniero lanza muchas más acusaciones —os recomiendo leer su tema—, pero además recordaba otra reflexión similar y algo más antigua. Noam Bardin comentaba temas similares —también súper recomendable— al contar por qué había dejado Google. El gigante de las búsquedas había adquirido Waze en 2013, y Bardin se había quedado en la empresa con la ilusión de que podría hacer grandes cosas en Google. ¿Qué pasó?

Que no le dejaron.

No podían. Era, supongo, demasiado arriesgado. Este ejecutivo comentaba cómo hay mucha gente que no realiza un gran trabajo en Google pero que no es despedida sino simplemente transferida a otros puestos dentro de la compañía, algo que acaba perjudicando a todos los proyectos. La gente no lucha demasiado contra eso porque como decía Bardin

«los salarios son tan altos y las opciones [sobre acciones] tan valiosas que se crean desalineaciones. El impacto de un producto individual en las acciones de la empresa es mínimo, así que esas accciones son como dinero gratis. Independientemente de tu rendimiento (individual) o del rendimiento de tu producto, tu patrimonio crece de forma significativa, por lo que nada de lo que hagas tendrá un impacto económico real en tu familia».

Es un problema estupendo, pensaría uno rápidamente. Me pagan tan bien que para qué voy a currar más o mejor. Si la empresa va sola, señores, qué ganas de mover ficha. Y así, indefectiblemente, pasa lo que pasa. Que la empresa se convierte en un gigante lento y pesado que no puede mover ficha rápidamente porque hay demasiadas cosas que dependen de que no lo haga.

Lo comentaba también Antonio en Error 500 hace unos días —enlaza estos temas también, pero que conste que yo los tenía guardados de antes, ¿eh?— añadiendo una crítica mezquina de Cory Doctorow, que es un grande pero que se empeña en criticarle a Google algo que es común a todas las grandes tecnológicas. La acusa de quedarse sin ideas, pero amigo mío, Apple, Meta o Microsoft no tienen muchas hoy en día: se dedican a robárselas, copiárselas o comprárselas a las startups que las generan.

Como dice Antonio, hoy en día resulta fácil pegarle a Google. Están aparentemente lentos en todo —especialmente en la competencia con ChatGPT— y parece que no acaban de mover ficha por esa aversión al riesgo de la que hablaba Praveen Seshadri. Que es una aversión legítima, claro, pero una que no te permite avanzar.

Aquí el ejemplo claro de reinvención es el de Microsoft, que aun fracasando a lo bestia en móviles y búsquedas y servicios de internet han conseguido triunfar abriendo ecosistema (Windows 365, Windows Subsystem for Linux) y convirtiéndose en intermediarios (Azure) de muchos de sus competidores, que ahora son socios o clientes. No sé cómo les saldrá lo de la inteligencia artificial, pero ciertamente ellos no tenían nada que perder, así que apostar como lo han hecho era impepinable. Y todo esto, por si me oyen en Mountain View, solo significa una cosa.

Tú mueves, Google.

Suscríbete a Incognitosis

¡Recibe en tu correo las nuevas entradas!

Standard

4 comentarios en “Google ya no es lo que era

  1. fbustamante dice:

    A lo largo de mi vida he visto ese efecto en bastantes empresas, incluída la mía.

    Pasan de ser jóvenes y dinámicas a lentas y seniles.

    Al final son como el Titánic, tardan en hundirse pero se hunden. O se quedan cuál gran pecio flotante.

    Ahí tenemos a IBM y Xerox, por nombrar alguna que todavía existe, pero tenemos muchas que ya no, como Kodak.

    He vivido la fama de google de empresa chachipiruli, y la que vemos ahora de dinosaurio lento y sin reflejos.

    Esto lo he visto traducido en sus búsquedas: unas veces parece que te lee la mente y otras te tienes que ir a la 5ª página para encontrar lo que buscas. Algo está pasando.

    Si me lo permites, meto a Amazon, que ha empeorado su sistema de búsqueda de tal manera, que tengo que buscar los artículos en Google e ir luego al enlace de Amazon porque no soy capaz de encontrar en el buscador de Amazon lo que quiero.

    Si las leyes antimonopolio funcionan, estos gigantes acabaran cayendo, sino tiempo al tiempo.

    No se puede vivir todo el rato de comprar otras empresas, entre otras cosas porque la ley te lo impide, en cuanto puede…

    Está comprobado que la competencia hace que evolucione la industria. A Google, al quedarse prácticamente sola, se le ha olvidado, y ahora parece que no sabe competir.

  2. Opi dice:

    No daría yo tan por muerto a Google. Microsoft aún tiene mucho que demostrar con Bing y ChatGPT, y Google enseñar sus verdaderas cartas, que seguro que está escogiendo bien viendo dónde está fallando Microsoft. Esta partida apenas ha comenzado. Y no soy sospechoso de ser muy fan de ninguno de los dos, como seguro que se me nota 😀

  3. Pingback: El futuro no es buscar. Es conversar | Incognitosis

Comentarios cerrados.