Resulta extraño que a estas alturas siga habiendo usuarios que no se crean lo que significa el Apple M1. Para muchos de ellos el truco es evidente y se llama 5 nm: ese nodo fotolitográfico permite ganar muchos enteros frente a las propuestas de AMD (7 nm) e Intel (10 y 14 nm).

Es cierto que esa ventaja es importante, pero aquí hay mucho más. Aunque tengo la esperanza de que AMD o Intel logren resultados parecidos con futuros micros con esa litografía, dudo que pueda competir en potencia y eficiencia: o logrará competir en un ámbito, o en el otro, pero no en los dos. No al menos hasta que pase aún más tiempo, y para entonces Apple seguirá llevando la delantera. Y así una y otra vez en una probable carrera del ratón y el gato.

El análisis que me ha confirmado todo esto de nuevo no viene de los AnandTech o de ArsTechnica, sino que lo ha hecho mi compañero Antonio Sabán en Xataka hoy, aquí. Él precisamente se ha centrado en algo que ningún otro medio ha parecido observar: que aunque los núcleos más potentes, los Firestorm, son maravillosos, el verdadero milagro está en realidad en los otros núcleos, los Icestorm, que tienen la eficiencia por bandera y aún así logran ser bastante potentes.

De hecho el resumen es bastante contundente: los Icestorm son aproximadamente tres veces menos potentes pero diez veces más eficientes que los Firestorm. Es espectacular.

Son muchas las pruebas que Antonio utiliza para confirmar ese resultado, y en todas ellas queda claro que esos núcleos de bajo consumo son el verdadero secreto de esa «autonomía mágica» de los nuevos MacBook Air y MacBook Pro: la mayor parte del tiempo los Firestorm ni siquiera tienen que entrar a escena, y los Icestorm pueden ocuparse de todo. Hablamos de que para tareas habituales como la navegación web lo normal es que los Firestorm nunca lleguen a activarse, o no lo hagan mucho. Es, repito, espectacular, porque es como si estos M1 fueran tan sobrados que para la mayoría de las cosas ni siquiera usaran sus núcleos más potentes.

Es en realidad algo absolutamente lógico: la mayoría de tareas que realiza la mayoría de la gente no son especialmente pesadas, y no es necesario un equipo potentísimo para que un navegador vaya fluido. Hace falta un procesador eficiente y sobre todo una buena gestión de la memoria, y parece que los M1 de Apple se comportan ahí casi mejor que ningún otro candidato. Lo comprobé yo en mi ‘anatomía de una revolución‘ y en las pruebas que pasé al Mac mini M1, donde por ejemplo en el test Octane 2.0 el comportamiento dejaba atrás a toda la competencia.

Para mí esto tiene una lectura especialmente llamativa: la de que estos chips tienen unas posibilidades casi infinitas. Lo digo no porque de repente Apple pueda ofrecer equipos mucho más potentes (lo hará aunque sigamos sin sacarles ni una pizca de su potencial la mayor parte del tiempo) sino por todos esos otros dispositivos que podría ofrecer y que también estarían basados en estos chips.

¿De qué hablo? Pues, por ejemplo, de esas gafas de realidad virtual de las que tanto se habla, y, por supuesto, de sus gafas de realidad aumentada. ¿Recordáis las Google Glass? Esas gafas estaban gobernadas por un Texas Instruments OMAP 4430, un SoC con dos núcleos ARM Cortex-A9 a 1 GHz comparable en cierta medida al Apple A5 (también dos núcleos como esos).

Imaginad ahora, si Google hacía lo que hacía con ese SoC en sus Glass, lo que podría hacer Apple con unas gafas de realidad aumentada con dos o cuatro núcleos Icestorm. Maravillas.

La idea es extrapolable a un montón de cosas más. Antonio hacía referencia al Intel Compute Stick, pero ya puestos, con estos chips podríamos tener una versión supervitaminada de esos dongles HDMI y esos TV Box basados en Android que tenemos ahora.

Así, no me cuesta imaginar un Apple TV en ese formato que tienen el Fire TV Stick o el Chromecast, y que permitiría que toda la experiencia fuese aún más fluida que ahora.

No solo eso: ese Apple TV basado en el M1 también sería el producto ideal para poder disfrutar de los juegos en la nube con servicios como Stadia o xCloud (si es que a Apple le da por darles soporte).

Pero como digo las aplicaciones parecen infinitas, porque una versión «light» de los M1 sería suficiente para que muchos productos ganaran muchos enteros. Televisiones, routers, miniPCs (¿una Raspberry Pi con algo tipo M1? ¿Alguien?), altavoces inteligentes, NAS, miniservidores…

No sé. A mí, insisto me salen posibilidades infinitas. Y cuando hablo del M1 en realidad no hablo del M1, queridos lectores. Estoy hablando de cómo toda la industria debería perseguir ese mismo camino que a todas luces parece estar marcando un antes y un después en el ámbito de la tecnología.

Ahora solo espero que los Qualcomm, MediaTek o Nvidias del mundo se animen a salir de su cestita de los móviles y las tabletas y se den cuenta de que hay todo un mundo por conquistar.