Empezaré con una simple pero importante pregunta que me gustaría que contestáseis con honestidad:
¿Habéis votado? Hacedlo sin miedo porque esto es una mera cuestión introductoria. Imaginad que de repente me estoy planteando dejar Xataka porque no soporto más trabajar en el mejor medio de tecnología en español, con el equipo más estupendo y, ya puestos, con un tráfico que supera los 20 millones de usuarios únicos al mes. Vamos, que como sitio para trabajar no está mal. Y para teletrabajar, ya ni os cuento.
Pero imaginad que me da un flus y quiero dejarlo para probar otra cosa. «Oye, es que necesitaba un cambio de aires, quiero trabajar para mí y ser mi propio medio«. No es una reflexión de ahora, y como sabéis intenté dar respuesta a esa pregunta a través de Patreon o de LiberaPay, que siguen proporcionándome una propina a fin de mes para tomar unas cañas. O más bien para ahorrar para las cañas que vendrán después porque ahora no me las puedo tomar.
Dudo que al menos a corto plazo haga algo así, pero nunca se sabe. Imaginad que en la encuesta respondéis 5.000 (me leen más de 50.000 personas al mes últimamente) y 1.000 me decís que oye, que sí. Que pagaríais un dinerín por tener acceso a un Incognitosis ‘Pro’ o ‘Premium’. Uno que tuviera más posts y reflexiones al día y que además se viera aderezado con algún podcasts, alguna newsletter o algún vídeo. A saber.
Igual tendría que repensármelo. Pero aunque lo parezca no he venido a hablar de eso hoy, y si queréis lo comentamos otro día.
He venido a hablar de cómo otra gente está haciendo eso. Iba a decir que no hay demasiados casos en España, pero mentiría. A ver, si hablamos de periodistas y micromedios la cosa está chunga. Alex Barredo está logrando ganarse la vida con su Mixx.io, pero proyectos como Politibot o Canino ganan menos de lo que ganaban en 2017, cuando mi compañero Santi Araújo hablaba del tema en Xataka. Seguro que hay algún caso que no conozco, pero diría que el panorama para los que hacemos blogs, podcasts o newsletters no está nada fácil.
El tema es que esos proyectos no son los que están triunfando, claro. Los que triunfan no están en Patreon, al menos en España. Están en redes sociales como Instagram, YouTube o Twitch. Los influencers de dichas plataformas están que lo tiran y han encontrado a un público ávido de ese tipo de contenidos. A las Dulceida, María Pombo o Alexandra Pereira (lo pongo aquí pero jamás había oído hablar de ella hasta hoy) tienen a legiones de instagrammers detrás de ellas, y lo mismo ocurre con los seguidores de ElRubius, Vegetta777, Ibai o WillyRex en YouTube o los de AlexelCapo en Twitch. Hasta ahí llegan mis conocimientos de gente española famosa en redes, pero eso da igual: no soy su target.
Todos ellos se han convertido en la demostración de que las redes sociales han creado un fenómeno extraordinario (e inquietante) en el que no sigues a medios, sino a personas. Ganan mucho dinero con ello —básicamente gracias a la publicidad— y se han convertido en el ejemplo de que si alguien genera contenido que tenga demanda, puede ganarse la vida con ello.
En The New York Times publicaban hoy un artículo fantástico titulado ‘The New Model Media Star Is Famous Only to You‘ relacionado con esa idea. Allí hablaban de cómo dos plataformas le han dado un giro a la forma en la que famosos y periodistas se ganan la vida. Los famosos comienzan ahora a hacerlo a través de Cameo, un servicio que permite que gentucilla como tú o como yo reciba un mensaje personalizado en Twitter de una celebridad. Uno de un ex-jugador de la NFL sale por 75 dólares y uno de Chuck Norris, por 230 dólares. Igual quieres contratar un mensasje de los actores de «El señor de los anillos»: uno de Dominic Monaghan sale por 160 euros y uno de Sean Astin por 271 euros. Si eres de «Juego de tronos», puedes tener tu propio mensaje personalizado de un montón de gente como Cersei (aunque no parezca ella y lo haga desde el coche) por 300 euros. Ojo cuidado, porque los ingresos en ese último caso (y otros que he visto) van a una organización benéfica. Ole por ellos.
La idea es fantástica porque oye, a quién no le gustaría recibir un mensaje de ese famoso al que admira. Aunque sea un mensaje falsete y edulcorado: qué más da. Me lo ha dedicado a mí y solo a mí. Es como un selfie elevado a infinito. Ingresos extra para los famosos —aunque algunos, insisto, lo hacen para donar a ONGs— y un maravilloso mercado de buenos deseos (o bromas, que también las habrá) premium. Los pocos mensajes que he visto —como este o ese que pongo más abajo— me han parecido un poco tristes —hay sorpresas como la de Michael Rapaport, que me ha sorprendido—, pero claro, ¿qué puede decirle esta gente a alguien que no conocen? Suena casi todo flojete que te pasas. Igual con un guión la cosa cambia.
No es algo que me vea usando, pero me parece una vertiente más de esa tendencia que tienen las celebridades, sea cual sea su nicho, de convertirse en microindustrias del entretenimiento. De repente ya no dependes (tanto) de un trabajo por cuenta ajena, y puede que el sueño de ganarte tranquilamente la vida por cuenta propia se haga realidad. Que luego ese sueño se pueda convertir en una pesadilla es otro cantar, claro, pero ahí está la posibilidad para cada vez más gente.
De hecho en periodismo también lo estamos viendo en varios campos. El primero, el de los podcasts, con el citado ejemplo de Alex Barredo, al que algún día Dronte y yo haremos competencia (con Merkel, ¿no, Javi?) aquí, pero sobre todo con ejemplos como el de Joe Rogan en Estados Unidos, que lo ha petado con su fichaje estrella por —dicen— 100 millones de dólares por Spotify.
A los podcasts se le han sumado las newsletters. Resulta que el correo electrónico no estaba muerto, estaba de parranda esperando a plantear su nueva revolución. Una que están logrando con estas listas de correo en las que periodistas y creadores de contenido reúnen noticias y reportajes además de plantear reflexiones diarias por las que cobran. En el NYT hablaban de ese nuevo fenómeno llamado Substack al que se ha apuntado mucha gente con ganas de aprovechar ese formato.
Algunos llevan mucho en el ajo. Yo sigo desde hace mucho a Ben Thompson, que con su Stratechery ha conseguido montar un (creo) próspero negocio en el que la newsletter le da dinero y el blog fama. Escribe poco en ese blog, pero lo que escribe suele ser estupendo. En el día a día su newsletter es un comentario de las dos o tres grandes noticias del día con su siempre interesante punto de vista. Ya he contado que me suscribí un mes (10 dólares, carísimo en mi opinión) y me pareció que el 80% de los temas que trataba no eran muy de mi palo, así que abandoné después.
Otros muchos no lo han hecho y han aprovechado el auge de las newsletters para apuntarse a servicios como Substack o Revue. El caso es que el servicio parece que funciona y está haciendo que alguna gente se esté ganando la vida con este formato. Justo hoy veía esto en Twitter:
El propio Thompson contaba su visión anticipada de esta nueva tendencia en un post titulado ‘Faceless Publishers‘. Allí hablaba de algunos ejemplos y de cómo hemos pasado de un escenario con pocos medios que controlaban la distribución y tenían audiencias enormes a uno, el de internet, en el que algunos medios tienen audiencias enormes, pero ya no controlan la distribución. Y en ese modelo todos nos podemos convertir en micromedios con microaudiencias que sean sostenibles para un creador. Si hay 1.000 o 2.000 personas que están dispuestas a pagar por ejemplo 20 euros al año por el contenido que generas la cosa estaría clara para muchos. No digo que generarlo sea fácil, ojo: digo que si te gusta hacerlo, es una alternativa muy llamativa para ciertos creadores.
Hay otros campos en los que eso de convertir tu pasión en forma de vida es posible. Lo estamos viendo con la música —con mucha gente tratando de triunfar a través de Spotify, por ejemplo— o los libros, con el auge de esa autopublicación que es una ideaza para autores que por lo que sea no pueden aspirar a tener una editorial detrás.
Las posibilidades están ahí, pero también es cierto que artículos como el del New York Times son engañosos. Mencionan a los que han triunfado, pero no hablan de toda esa masa de gente que se ha quedado en el camino o que lleva intentando conseguir ese éxito durante meses sin lograrlo. Gente que le pone mucha dedicación y mucho trabajo pero que por lo que sea (no necesariamente porque sus contenidos sean malos) no lo consiguen.
Y aún así, todas esas ideas que están surgiendo están permitiendo que el concepto de éxito pueda cambiar. Ya no necesitas tener un millón de seguidores en YouTube (aunque probablemente con eso no baste para vivir): puedes tener un canal privado con un modelo de suscripción que solo vean los 1.000 chavales a los que les entusiasma lo que haces. Y quien dice vídeos dice todo lo demás: las microaudiencias que pagan son una poderosa alternativa para muchos creadores. Puede que no tanto aquí en España —»pero qué dices, ¿pagar yo por el podcast / vídeo / post / newsletter que hace un maromo? ¡Anda ya!«—, pero desde luego sí en países sajones, en los que lo de pagar por el contenido que disfrutas está mucho más aceptado.
Veremos dónde acaba todo esto, pero yo creo que los que lo tienen crudo son los medios que están ahí en tierra de nadie: los que no tienen grandes audiencias pero tienen estructura de empresa y tratan de luchar contra los grandes y distanciarse de los pequeños creadores. Los grandes tienen muchos recursos y los pequeños no los necesitan apenas para sobrevivir, así que parece que todo tira a un mercado de macroaudiencias y microaudiencias. Los demás, insisto, igual lo pasan mal.
Y ahora no seáis malos y aprovechad para apuntaros a mi Patreon. Si lo hacéis os puedo hasta grabar un mensaje personalizado felicitándoos el cumple o algo 😉
He votado que no, pero porque sigo tantos blogs que el importe anual de cada blog sería muy alto. Ahí es donde entraría un servicio de subscripción a rss con reparto de importes entre las entradas leídas, como tu agregador de medios.
Aunque igual sí que te acabo patrocinando en Patreon, ya estoy patrocinando alguno de los blogs que sigo (de escritores que me gustan) y hay una revista de la que llevo meses sin leer lo que publica en Patreon porque la escritora por la que me apunté parece que no colabora más, mientras que desde que empecé a seguirte hace unos meses me suelen gustar tus entradas aquí. Me lo voy a repensar.
Muchas gracias Ana. El tema de la «fatiga de las suscripciones» es ya un clásico a estas alturas (sobre todo con los Netflix/HBO/PrimeVideo/Disney+/etc) y en el caso concreto del que hablaba ten en cuenta que el alcance de cualquier blog (incluido el mío) es mucho más reducido.
Lo que quiero decir es que no es probable que muchos blogs de los que lees o lee la gente den el paso y se conviertan en blogs premium. La gente que los hace tiene trabajos que le van bien y el blog es a menudo una afición, como suele ser mi caso. Así que esa fatiga (creo) sería mucho menor en este escenario, porque no habría tantos que te pedirían suscribirte. O eso creo.
Dicho lo cual, estás invitadísima a apuntarte a Patreon, claro 😉
Lo de vídeos personalizados para fans es la solución para todas aquellas estrellas cuya contribución se limita a uno o dos «one hit wonder» y que así no acaben limpiando mesas o metiéndose cristal en la «crack-house» local…
OMG