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Dejad tranquilo al Walkman

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Diría que para todos los que lo conocimos el Walman siempre tendrá un lugar en nuestra patatita. Hablé de mi particular idilio con aquel prodigioso invento en mi «Oda al Walkman» hace unos meses, pero ahora vuelvo a reencontrarme con una reflexión alrededor de él.

La culpa la tiene el análisis que mi amigo y compañero Juanky hizo hace poco del Sony NW-A105, el enésimo intento de Sony por resucitar un dispositivo que hoy en día, yo diría, no tiene ningún sentido. Su análisis, como todos los que hace, es impecable y más largo que un día sin pan. Uno diría que un ‘Walkman 2.0’ no merece tanto hoy en día, pero precisamente por ser tan minucioso es por lo que el tema es tan importante.

Juanky no es como yo. No tiene oídos de corchopan, y de hecho es un audiófilo declarado con un equipo de alta fidelidad fantástico. Eso hace que ese análisis de ese producto tenga aún más valor en sus manos, porque el tío tiene el oído de Wolverine: yo no soy capaz de distinguir un MP3 de un FLAC, y estoy seguro de que él sería capaz de distinguir un MP3 de 96 Kbps de otro a 240 Kbps. Fijo.

Cualquier día le invito a unas cañas y le pongo a prueba —para luego contar los resultados aquí, claro—, pero en sus conclusiones lo deja claro: «su baza más contundente es su calidad de sonido». Esa calidad de sonido, no obstante, tiene dos pegas importantes. La primera, que necesitas unos auriculares pepino (con una impedancia de 47 ohmios o más, vamos, que suenen como la voz de Bane en ‘The Dark Knight Rises’). La segunda, que la autonomía del cacharro es una castaña pilonga.

De hecho, me contaba Juanky en petit comité, la autonomía no está mal si desactivas todo lo que mola en el reproductor: volumen bajito, rollo detectable por los perros, y nada de cancelación de ruido, que es justo el otro punto chulo del dispositivo aunque él mismo avisara de que no es una cancelación en plan ninja: funciona mejor si el sonido exterior es homogéneo.

Total, que los 349 euros que cuesta el inventono compensan, y de hecho Sony podría haberlo puesto igualmente a 999 y seguramente hubiera tenido las mismas opciones de venderlo.

Lo cierto es que no es el primer ni será el último caso de un producto que trata de devolver la magia del Walkman y de su ilustre sucesor, ese iPod que lo conquistó todo y conquistó a casi todos.

A mí no, chavales. Seguro que ya no anda aquí nadie que me leyera por aquel entonces, pero yo tuve durante bastante tiempo un fantástico Creative Zen Vision: M que me encantaba y que dio mucha guerra. Recuerdo que hasta veía alguna serie de TV allí en el metro. Qué forma de sufrir.

Recuerdo perfectamente cómo en la época de PC Actual hablábamos del iPod, de los móviles, de las cámaras, y de cómo en algún momento parecía claro que el móvil se convirtiese en nuestro reproductor de música. No tanto en la cámara de fotos —a principios de los 2000 aquello parecía difícil— pero sí en el tema de la música. Apple se adelantó a todos los demás, dormiditos ellos en sus laureles, y canibalizó a su propio producto: el iPhone hacía todo lo que hacía el iPod y más. Mucho más.

Eso, claro, supuso el fin del Walkman como concepto. Los móviles al final se han convertido en tristes sucesores de nuestros reproductores, y muy pocos se toman demasiado en serio el apartado de la reproducción de audio. Juanky hizo precisamente una comparativa inmensa hace bien poquito que os recomiendo si estáis buscando el smartphone perfecto para audiófilos. En ella apuntaba a que la cosa está igualada porque, entre otras cosas, la eliminación del puerto de minijack centra ahora la competición en los auriculares, y no tanto en los móviles.

Si queréis sucesores a los Walkman hay opciones que lo intentan, claro. Yo no sé mucho de esto, pero por aquí hablan de marcas como Fiio, Cowon o Astell & Kern. Atrás parecen quedar inventos como aquel PonoPlayer de Neil Young que se dio un buen tortazo.

La otra opción, y una cada vez más curiosa, creo yo, es la de comprar un amplificador como el Creative Sxfi AMP, un producto que también analizó Juanky (cómo no) y que en Phandroid ponían por las nubes y que cuidado, no solo sirve para el móvil, sino para el portátil, por ejemplo. Hace tiempo me dio por investigar este campo y estuve mirando el Audioquest Dragonfly (88 lereles), pero al final me rilé y dejé aquello en la lista de deseos eterna. Me ha vuelto a picar el gusanillo y hay opciones diversas aquí, pero mi impresión es que con mis oídos de corchopan la diferencia tampoco será para tanto y además debería invertir en unos auriculares bastante más majos que los que tengo. Ser un audiófilo sale demasiado caro, pero si os mola el tema, una recomendación: por si no ha quedado claro leed a Juanky en Xataka o seguidle en Twitter (@juanklore) , que de esto sabe tela marinera.

Por mi lado la conclusión es clara: igual lo que hay que hacer es dejar tranquilo al Walkman. Ya hizo todo lo que tenía que hacer.

Bien por él.

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8 comentarios en “Dejad tranquilo al Walkman

  1. KAZU dice:

    ¡Que ataque de nostalgia el Creative Zen! Aquí otro al que no conquistó el iPod. El Zen aún lo tengo y funciona de lujo, más de diez años después (y me atrevería a decir que diez años bastante largos). Anécdota curiosa: el cacharro sobrevivió a un lavado completo en la lavadora, y lo rescaté de los vaqueros a la mañana siguiente. ¿Heridas de guerra? Una pequeña marca de gota de agua dentro de la pantalla. En aquel entonces (no sé ahora) Creative era sinónimo de garantía.

  2. Trufeitor dice:

    El tema de los reproductores HiFi desde el advenimiento de los smartphone es sin duda un pequeño nicho para audiófilos. Como todo el material audiófilo su nicho es pequeño pero, si no estoy mal informado, goza de buena salud. Lo que me parece un gran patinazo es poner una batería escasa en un aparato dedicado para reproducir música, actividad poco exigente donde las haya. Pero como digo opciones hay las que quieras y la de Sony probablemente igual de válida que las demás, al fin y al cabo de Walkman sólo han recuperado la marca.

  3. Land-of-Mordor dice:

    Aquí otro al que el iPod nunca le dijo nada. Todavía anda en un cajón y funcionando un reproductor Airis de disco duro de 1,8» con 20 Gb de principios de los 2000. Le daba patadas a los discman con o sin MP3 y tenía algunas funciones «chulas» como radio FM, host para dispositivos USB y la posibilidad de poner archivos de texto con las letras de las canciones.

    Como sucesor compramos un Archos que a todo lo anterior, añadía la posibilidad de ver vídeos en su ridícula pantalla o a través de cable enchufarlo al euroconector de la TV y disfrutar en «pantalla grande».

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