En noviembre de 2012 le escribí la carta a los Reyes Magos y les pedí un Nexus 4. Bueno, lo pedimos yo y unos cuantos millones de usuarios más, porque aquel dispositivo se convirtió en un absoluto éxito para el que Google ni siquiera estaba preparada.

Había tal demanda que la empresa se enfrentó a críticas importantes (como la mía, claro) porque no había forma de lograr comprar uno: estaban agotados por todas partes y de hecho la firma también acabó generando malos rollos con sus partners, que vieron que la empresa de la que dependían les robaba la cartera y se dedicaba a hacer lo que ellos hacían, pero en plan bien. Fue uno de los primeros cholloteléfonos que recuerdo (si no el primero), y solo el OnePlus One logró quitarle el podio algún tiempo después.

Con el Pixel 3a dudo que pase eso. Son otros tiempos, pero sobre todo este es otro tipo de teléfono. Ni siquiera es un cholloteléfono en sí, y gastarse 399 euros seguramente les parezca demasiado a quienes valoran cosas como la carga inalámbrica, la resistencia al agua, los últimos procesadores o tener cristal como material estrella.

Pero es que el Pixel 3a no es nada de eso. Es un móvil que renuncia a muchas cosas no tan importantes para no hacerlo en la más importante de todas (para muchos usuarios, incluido yo): la cámara fotográfica. Ayer la empresa los presentaba en una keynote en la que quizás brillaron menos de lo que deberían porque compartían cartel con esa apuesta brutal por la inteligencia artificial que inunda a Google.

Lo que contaron sobre el asistente de Google, por ejemplo, fue especialmente llamativo en mi opinión, pero como ya he hablado de ello en Xataka no me repetiré mucho aquí. Baste decir que lograr que el asistente funcione en local y sin conexión a la nube me parece alucinante, y puede que sea la característica que haga que mucha más gente lo use mucho más de lo que lo hacía (o empiece a hacerlo).

No hablaron de todo lo que les faltaba a estos móviles, claro: hablaron de lo que tenían: su minijack de auriculares (ole) y, por supuesto, su cámara, que es sin lugar a dudas la mejor que cualquiera puede conseguir en un dispositivo nuevo en este rango de precios. Dudo que haya ningún móvil que pueda equipararse en fotografía móvil al Pixel 3a por debajo de 400 euros, y lo más gracioso es que probablemente haya muy pocos que le igualen o superen por encima de 700, 800 o 1.000 euros.

Quienes lo han probado lo confirman: es exactamente la misma cámara que la que tienen los Pixel 3 y Pixel 3 XL, pero además contamos con el mismo postprocesado vía inteligencia artificial. No tenemos el chip Visual Core que acelera y potencia ese postprocesado, y esa es una de las dudas que puede comprometer la experiencia fotográfica. Por lo que yo he visto en los análisis no hay impacto en los resultados, y de hecho en Engadget afirmaban que se sorprendieron de que no estuviese en el móvil porque al procesar las fotos «era tan rápido que había asumido que sí estaba». El problema parece estar en que si miras cada foto después de sacarla, ese postprocesado si tarda como «4 o 5 segundos» en lugar de uno como pasa en los Pixel 3/XL. Veremos si eso a la larga condena la experiencia o no es para tanto.

Pero como digo, todo eso importa poco, porque si todo lo demás te importa poco o nada, el Pixel 3a y el Pixel 3a XL son dispositivos que huelen a éxito rotundo. Veremos cómo se portan en ventas, pero esta podría ser la gran sorpresa de Google de este 2019.