Érase una vez que se era una cosa llamada nostalgia. La nostalgia era algo bueno, porque convertía los recuerdos en un refugio de tiempos pasados que fueron mejores o que al menos lo parecían para el que buscaba aquel refugio.
Pero hete aquí que una vez más el hombre consiguió pudrir aquello. La excusa fue la codicia, que contagió a empresas como Nintendo o Sony e hizo que mucho de lo que habían ideado en aquellos tiempos mejores ahora se convirtiera en herramienta para sajar a los pobres nostálgicos.
Y hete aquí también, queridos lectores (y lectoras, que quizás alguna haya), que nos encontramos con un escenario en el que rememorar algo empieza a costar dinero. Es fácil ponerse de lado de Nintendo o Sony: ellas ayudaron a crear aquellos recuerdos, así que les debemos algo, ¿no?
No. Ya pagamos por aquellos recuerdos.
Lo que intentan ahora, una y otra vez, es volver a poner el cazo para aprovecharse de ese refugio llamado nostalgia. Lo hemos visto desde hace tiempo con sus Nintendo Classic Mini y sus Nintendo SNES Mini, homenajes efectivos y tramposos de aquel tiempo que fue mejor o que al menos parece que lo fue. Por fuera, todo el encanto de aquellos ingenios mágicos. Por dentro, trucos baratos para emular aquellas plataformas que nos cambiaron la vida para bien. Y como complemento, toda una batería de periféricos para aderezar nuestra nostalgia.
Lo peor no es que Nintendo se quiera aprovechar de nuestra nostalgia. Está en su derecho, porque otros lo han hecho antes y otros lo harán después. Lo peor es que se haya convertido en juez y parte de nuestra nostalgia. De repente lo retro tiene etiqueta de precio, y la emulación te convierte en un pirata. Da igual que haya servido para conservar joyas de hace 40 años que se hubieran perdido de otro modo. Da igual que quienes las veneren sean precisamente aquellos que mantienen buena parte del espíritu original y ayudaron a hacer la transición a los nuevos tiempos.
Con Sony hoy hemos vivido el último ataque a ese refugio llamado nostalgia. Su PlayStation Classic se une a toda esa parafernalia de consolas retro que han convertido nuestros recuerdos en un negocio. Uno que además nos lleva a otro jardín amurallado, porque mientras con un emulador podías jugar a todo lo que quisieras, con estas maquinitas solo puedes disfrutar de 20 juegos elegidos por la Nintendo o Sony de turno. Y como siempre ocurre con esas selecciones, habrá quien eche en falta muchos títulos que fueron importantes para él. Pero amigo mío, olvídate de poder disfrutar de otros videojuegos de los 80 o los 90, dirán Nintendo o Sony, porque el que moldea tus recuerdos ahora soy yo.
Lo de Sony es además de traca, porque te vende esa PSX Classic por 100 dólares del ala y aunque tiene el acierto de incluir dos controladores, ofrecerá solo 20 videojuegos preinstalados (no se conoce la lista completa). No acaba ahí su codicia: no incluirá el adaptador de corriente, que tendrás que comprar por separado.
Puedes comprar la consola y hacerte un selfie con ella en Instagram para presumir, seguro. O puedes hacer otras muchas otras cosas, como aprovechar cualquiera de las muchas opciones para emular una PSX -sorpresa, también puedes hacerlo desde tu móvil– o, ya puestos, comprarte una PSP-3000 (las hay por 20-30 euros) y tirar de juegos PS1 portables, que hay unos cuantos por todos lados.
Si haces eso, claro, te convertirás en un delincuente retro, eso sí. Como todos los que han disfrutado de ese maravilloso mundo de la retroemulación que Nintendo quiere cargarse. Puedes preferir no tirar por ahí, así que la opción sería comprarte una PS1 original o incluso una PS3, que es compatible con los discos de la PS1, ele. No sé vosotros, pero conmigo que no cuenten. Y por cierto, fui usuario feliz de una PlayStation y aluciné con aquel Gran Turismo que nos mostró unos gráficos inimaginables para la época o pude haber sido campeón del mundo de Soul Blade (Sould Edge), un juego que acabé dominando como pocos. Pero si vuelvo a esos juegos, insisto, no será teniendo que hacer frente a estos impuestos a nuestra nostalgia.
Mis recuerdos son míos y ya pagué un precio por ellos. Mi nostalgia es solo mía.
A mi hijo le regalaron la SNES mini y la verdad es que me ha sorprendido positivamente. Además se puede «ampliar» para sacarle bastante partido. Esta PSX me parece algo cara, pero si también da margen de juego y sirve para más cosas como por ejemplo N64 o GameCube podría ser interesante. Sony sabe mucho de atacar «indirectamente» a rivales grandes, ¿eh Sega?
Yo todavía conservo, guardadita eso si, mi psx con su chip. La enchufo de pascuas a ramos pero funciona todavía perfectamente, y mi televisor tiene entrada de euroconector. Ver lo de hoy mas que otra cosa, me ha abierto las ganas de ponerme a desmontar la mía y darle una buena limpieza, para que luzca cuando la saque con los amigotes y diga que yo la tengo mas grande y original.
Lo curioso de todo esto es la gente que regaló, abandonó, tiró, etc… las máquinas originales y ahora compra estos sucedáneos. ¡El consumo que gran invento!
Polémica absurda. Estan en derecho de vender lo que les plazca, y nosotros de pasar del tema. ¿Que la gente pica? Pues será porque les sobra ese dinero (que podría ir a otras cosas, como otros entretenimientos). La verdad, ser buen comerciante es hacer que el pardillo quiera desprenderse de su dinero.
Yo sigo y seguiré tirando de la emulación, tanto de mi pc como de mi PS3 (sin juankear). Y mi bendita DS tira de roms sin pestañear.
No tan absurda cuando antes de sacar su consola virtual para Switch, Nintendo amenaza con demandar a las principales webs de roms obligándoles a retirar sus repositorios. Los daños colaterales son catastróficos, porque para sacar su consolita con 50 o 100 juegos poniéndonos en lo mejor, arrasan con miles y miles de roms que son la única oportunidad que puede tener la gente de jugar juegos que más de 30 años después deberían ser abandonware. Incluso juegos que en su día fueron imposibles de jugar por limitaciones regionales se pueden jugar a través de emulación.
Desde mi punto de vista es un movimiento absurdo, porque el que tenga montado un emulador ya tiene las roms o sabe como conseguirlas al margen de estos canales y a sus ojos Nintendo hace un movimiento miserable y codicioso que le da muy mala imagen y, por otro lado, no me imagino al cliente tipo de la consola virtual de Switch poniéndose a montar un emulador, configurarlo y descargarse las roms, con lo cual a mi entender, creo que este es un movimiento que no beneficia a nadie y con el que pierden todos y Nintendo empeora su imagen (aunque en este asunto no se si es muy susceptible de ir a peor).
Que mala es la avaricia.
Nintendo tiene mucha experiencia en estas lides. Pocos recordarán la Consola Virtual de la Wii que tenía varios juegos disponibles de pasadas generaciones…pero de pago. Ése es el punto último del asunto como bien indicas: te cobré entonces por disfrutar y te cobro ahora por recordar. Y mientras tanto salgo a la red cual perro rabioso intentado cerrar toda referencia a la emulación que no sean mis mini consolas retro. Sony se ha marcado un «me too» de libro y, como suele ser normal en la compañía, con subidón de precio incorporado y alguna cicatería.
Creo que recordarás Javi como según mi parecer estas compañías están equivocando la manera de explotar ese filón inagotable que es la nostalgia. Podrían «petarlo» en las tiendas de aplicaciones móviles ofreciendo sus emuladores oficiales y los juegos como contenido descargable de pago. Sería un duro golpe para la competencia que ha apostado por el juego móvil y les está comiendo nuevos clientes y ventas. Además se ahorran fabricar aparatos y a la larga les sale más beneficioso. Pero qué sabré yo y qué sabrás tú y qué sabremos los que comentamos aquí sobre como parasitar la nostalgia de tus clientes sin reírte en su propia cara. Sus consejos de administración llenos de letradillos y «winners» de la vida son los que saben.
La PS4 a 150 euros si pillas una buena oferta y la 1 a 100. Ni que la hubieran sacado de una excavación arqueológica, oiga. A mi lo que están haciendo con la moda esta del retro me parece una tomadura de pelo, pero oye, se venden como rosquillas, así que está claro que hay público más que de sobra.
Todo esto me retrotrae (valga el uso del término je), a la gran polémica que suscitó el recordado emulador «Bleem!», allá por los dosmiles…al fin y al cabo «todo vuelve», reciclado, con otras formas, pero vuelve…eso sí, todavía está el querido MAME entre nosotros, así que mejor me voy por unos fichines antes de que se aviven del todo jeje, abrazo!