Ya sabéis que de cuando en cuanto recomiendo algún tipo de producto que ha supuesto un antes y un después en mi uso de la tecnología. Os he recomendado poner pendrives USB 3.0, un NAS, Gigabit Ethernet, un Core i7, Linux (qué tiempos) y en clave irónica, una Thermomix. Seguro que hay alguno que se me ha escapado, pero hoy tenemos una nueva entrega dedicada al maravilloso mundo de los hubs o conmutadores HDMI.

El escenario es claro: tienes una tele y un proyector en el salón y quieres elegir qué ver en cada uno fácilmente. Durante años mi forma de solucionarlo era la que os podéis imaginar, muy artesanal: desconecta un conector X de aquí, conéctalo allá. Aquello se convirtió hace tiempo en un arte arcano en casa: solo yo conocía los secretos de las conexiones y desconexiones, porque para que cada aparatito se viese donde debía verse había bastante follón de cables, conectores y combinaciones de funcionamiento del receptor AV que utilizo para el sonido envolvente y la salida al proyector. 

Malditos cables. Os prometo que esto es solo una situación provisional para siempre 😉

Llevaba tiempo mascando la solución sin decidirme a dar el paso por pura pereza, pero el otro día por fin investigué un poco y me di cuenta de que podía dar un salto a una configuración un poco más 2.0 en mi montaje del ocio en casa. La clave era, por supuesto, utilizar un hub HDMI, así que tras investigar las opciones me decidí por un Ligawo HDMI Matrix 3D -hay otras variantes- que me costó 58,67 euros en Amazon (enlace afiliado). En mi caso lo importante era no solo que tuviera 4 entradas y 2 salidas HDMI, sino que además tuviera salida óptica de audio para poder hacer que pudiese obtener sonido envolvente de cualquier fuente. 

Dicho y hecho: en cinco días lo tenía en casa (para ser Amazon, una eternidad, pero no lo tenían muy a mano en España) y en cuanto pude me puse a probarlo. Al principio, decepción en la prueba más importante, la de conectar tanto la Raspberry Pi como la Xbox One a la tele y al proyector: podía ver y oir en la tele, pero no en el proyector. Algo fallaba en la configuración de la Xbox One especialmente, pero hubo suerte. Tras irme al apartado de configuración de la salida de audio de la Xbox encontré la combinación que al menos en mi caso va perfecta: Audio HDMI en «Estéreo sin comprimir», Audio óptico en «Bitstream out» y Formato de secuencia de bits en «DTS» (aunque yo diría que funciona también con Dolby Digital). 

Una vez hecho eso, la gloria. El cacharrito es tan simple que casi podría calificarse de cutre, sobre todo por esa forma de mostrar cuál de las cuatro entradas está enchufada a cada una de las dos salidas. Todo a base de LEDs bastante de la II Guerra Mundial y con un par de botones que permiten cambiar esa entrada de forma secuencial en una u otra salida. Aquí hay pocos efectos especiales y pocos fuegos artificiales, pero lo importante es lo imporante: funciona. 

Yo ya he conectado la Raspberry Pi, la Xbox One y la Xbox 360 en tres de las cuatro salidas -por ahora todo provisional para siempre en modo prueba-, y ahora puedo tener sonido envolvente en la tele -sin utilizar el proyector- o el modo cine con el proyector conectado y el sonido 7.1 a tope. El resultado, como podréis imaginar, es fantástico, sobre todo porque lo que antes me llevaba un rato ahora me lleva unos 2 milisegundos. De hecho había dejado de utilizar el proyector por la pereza de estar cambiando cables de un lado a otro, así que se avecina una temporada en la que este bendito cacharro volverá a brillar en casa. Lástima que sea un modelo 720p, pero como me decía alguien el otro día, ese es uno de los estúpidos problemas del primer mundo. 

De estas cosas que lamentas no haber hecho hace años. Y todo por 60 miserables euros. Mon dieu. Fuera perezas, de verdad. Me lo tengo que repetir más.

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